viernes, 26 de marzo de 2021

Todo un caballero






¡Viernes de relato! Si recordáis, hace pocas semanas os traje un cuento propio en cuyo título figuraba un lema plenamente unido al campo de la alquimia (no así del todo el contenido del relato, que exploraba otro tipo de "Praxis"). En esta ocasión tengo el gusto de presentaros una nueva y excelente colaboración: Manuel Juan Prieto Álamo nos trae este excelente cuento, premiado en el certamen "Cuentos ocultistas" de la editorial Cthulu. Os pido, por favor, que leáis con mucha atención, que analicéis en profundidad cada una de las personalidades presentes en este relato (y con esto ya os he dicho de más) y, sobre todo, que disfrutéis como yo de una conclusión que, no sé si fue pretendida por el autor o no, pero me dejó un sabor más dulce que amargo. ¡Leed!




Sur l'oreiller du mal c'est Satan Trismégiste 
Qui berce longuement notre esprit enchanté, 
Et le riche métal de notre volonté 
Est tout vaporisé par ce savant chimistre. 

Charles Baudelaire, Les Fleurs du Mal. 


Sobre la almohada del mal está Satán Trismegisto 
Que mece largamente nuestro espíritu encantado, 
Y el rico metal de nuestra voluntad 
Está todo vaporizado por este sabio químico



Era mi primer día de residente de psiquiatría en el prestigioso centro ********, en la amplia zona periférica de París que llaman el banlieue. Esperaba incluir aquella estancia en mi curriculum enfocado a mi verdadera vocación: la investigación bioquímica con nuevos antipsicóticos, menos agresivos para  el paciente. El edificio era una curiosa mezcla entre la arquitectura antigua de antes de la Segunda Guerra Mundial, todo ladrillo y molduras, con los nuevos usos más asépticos y funcionales. Entregué mis credenciales al Doctor Lenormand, un hombretón recio, de cejas anchas y rostro colorado, al que en lugar de la bata blanca le hubiera ido mejor un mono azul de metalúrgico. Me avergoncé al instante de aquel pensamiento clasista, sobre todo cuando iniciamos la entrevista de rigor, porque el director de la institución era inteligente y perspicaz. No le pasó inadvertido el libro que había colocado distraídamente en la mesa, junto a la carpeta de mis títulos y diplomas, Secretos de la Alquimia, editorial Étoile Noire, famosa por sus publicaciones sobre temas "ocultos". 

   Vaya por Dios. Un científico que juega con el pensamiento mágico. ¿Pero realmente le encuentra sentido a esas cosas? ¿No seguirá por casualidad las noches del sábado ese programa de Celine Junot, Fronteras de lo Imposible, eh? rió con franqueza, mientras se encendía un puro, a pesar de la prohibición de fumar en los recintos hospitalarios, guiñándome un ojo. Confieso que lo veo algunas veces. Me encantan las psicofonías y ese médium susurrando en las ruinas eso de ¿hay alguien ahí?, ¿cuál es tu nombre?. 

  Me sentí algo azorado por aquellos comentarios, pero al final acabé contagiándome de sus carcajadas y chanzas al novato. Compulsó mis documentos e hizo una llamada a administración. 

  —Muchacho, bienvenido a bordo. Preséntese a Madame Morbihan para que le incluya en el personal externo. Y ya que le gusta todo eso de la alquimia, pregunte por el paciente 31, Monsieur Ménard. Una herencia de mi predecesor en el cargo. Va a disfrutar aún más que con el programa de la Junot, se lo aseguro. Me quedaría más rato aquí con usted, pero me toca consulta. Ya me contará. Recuerde, Ménard, número 31. Que tenga un buen día.

  Apagó el habano contra un cenicero de grueso cristal, y me dejó allí sentado, asimilando aquel recibimiento tan poco usual. 

 La señora Morbihan rozaba los cincuenta años: elegantemente arreglada y maquillada, con corte de pelo moderno y cabello cobrizo teñido, aún resultaba bastante atractiva. Tenía aire de persona eficiente, profesional y seria. Tras entregarme la bata con la placa de identificación, me hizo de guía en un tour por todo el recinto, explicándome en detalle los pormenores y normas de cada tarea o zona de la clínica. Aunque al principio la juzgué algo antipática, poco a poco fue declinando a un aire más cordial, hasta maternal. Debía considerarme un pardillo recién licenciado que aún necesitaba algo de tablas en aquel oficio. Cuando iba a despedirse, pregunté como al descuido:

     —¿El paciente número 31?

   Formulé la interrogación con la mejor de mis sonrisas, pero aquella mujer no tenía nada que ver con las profesoras de mi facultad o las enfermeras en prácticas. 

     —¿Robert Ménard, el viejo dandy? —lo pronunció con sorna y desprecio—. Parece que el director ya le ha ido con el cuento. 

  Al observarme mejor, reparando en el libro como ya lo hiciera antes Gèrard, meneó la cabeza, y apoyada en la barra de la recepción, hizo algunas anotaciones en un papelito.

  —Que se divierta. No soporto a los tipos que odian a las mujeres.

  Y se marchó sin más, con un revoloteo de la bata que llevaba abierta. 

  ‹‹Bien empezamos. Haciendo amigos, sí señor››, pensé desolado. 

  Siguiendo las indicaciones de la jefa de personal, me hallaba algunos minutos más tarde —porque me despisté varias veces— en una amplia sala donde estaban los pacientes leves. La típica zona en la que se administra medicación y puedes ver a uno haciendo puzles, el otro ensayando algunas risas y muecas con el compañero de al lado, o la otra como embobada mirando al vacío. No me hizo falta indagar sobre él entre los celadores, porque contrastaba con toda aquella galería frenológica, lo mismo que lo haría una garza real en una jaula de loros. Era mayor, le calculé unos setenta años, de cabello cano que raleaba en la parte superior de la cabeza, con un bigotito de corte antiguo y finas gafas metálicas, enfundado en un traje algo pasado de moda, pero impoluto. Allí estaba aquel personaje. Arrellanado cómodamente en una butaca y enfrascado en la lectura de una antología de poemas de Mallarmé, Baudelaire y Rimbaud, como si fuese un pensionista de posibles en unas vacaciones de todo incluido. Antes de presentarme a él, llamé a uno de los vigilantes, un sujeto enorme con aires de Jean-Claude Van Damme, y un físico de muchas horas de gimnasio. Al nombrarlo, sonrió y me llevó aparte. 

    —Todo un caballero de los de antes. Estudios de Medicina y Química por la Sorbona, antes de la guerra. Es encantador, diga lo que diga esa harpía de la Morbihan. Un día tuvimos que reducir entre tres compañeros a un fulano —señaló vagamente a los internos —con un brote psicótico de cojones. Habló con él, con palabras suaves, lo miró a los ojos, lo tocó, y el tipo se quedó manso como un corderito. Incluso alguna vez nos ha sacado de un marrón. Paul equivocó las píldoras de aquella chica de allí. Nos citó todos los principios activos y ni siquiera nos dio tiempo a darle las gracias. Así es él. Si no fuera por su historial, casi diría que está cuerdo, el jodido. 

  —Pero, ¿qué ha hecho para estar aquí? —le sonsaqué intrigado —. No me ha dado tiempo de ver su expediente. 

  —Asesinato, y el incendio de una antigua mansión por la zona de ********. Qué se le va a hacer. Ya sabe usted lo que se cuece en estos sitios. El pobre no lo niega, como hacen otros, y menos mal que lo tomaron por chiflado. Eso le libró de la guillotina en aquellos tiempos. Perdone. 

  Dio un par de zancadas y cogió suavemente por el cogote a un tipo encanijado y orejón, supuestamente por haber susurrado obscenidades a la chica de la medicación equivocada; mientras le retahilaba una buena filípica, el orejudo me miraba a hurtadillas con sonrisas de crío picarón. Tomé asiento frente a Ménard en otra butaca, y suavemente le llamé la atención. Bajó el libro, se ajustó un poco las gafas para verme mejor y me estrechó la mano. Preguntándome qué podía hacer por mí, le comenté mi afición por la alquimia. El anciano palideció y bajó la cabeza. Luego me hizo levantarme y salimos a un jardín por unas amplias puertas acristaladas. 

   —Lenormand me tiene aquí como a una atracción de feria, pero después de muchos años sé juzgar a las personas. Si le ha mencionado todo esto, espera sin duda que le explique por qué llevo aquí tantos años, desde la década de los cincuenta. Señaló un banco de listones blancos con una mano venosa —. Ármese de valor, y por el amor de Dios, si sigue tomándome por loco, al menos deje esas porquerías esotéricas.

  sacó una petaquita de coñac y le dio un sorbo, chasqueando la lengua. Algo me dijo que era algún tipo de intercambio de favores con el personal.

  —Etienne Schumann. Nieto de un conde alsaciano, un niño rico. Fue compañero mío en la facultad. Se especializó en química. Un tipo brillante, sí, y un monstruo. La alquimia era para él más que una afición. Una auténtica obsesión. Insistía en que aún no se había dicho la última palabra sobre la Gran Obra. Debería haber visto su biblioteca. Berthelot, Ruska, las obras clásicas de los antiguos griegos y árabes, y qué decir del esplendor de la Edad Media y los siglos XVI al XVII: Flammel, el Liber Mutus, Salomón Trismosin y el Splendor Solis, Basilio Valentín, Paracelso, Van Helmont. Hasta ese chalado de Fulcanelli.... 

  ››Durante la guerra se alistó en el bando de los boches, pero no como un cualquiera. Oficial de la SS, división Carlomagno. Le perdí la pista durante años. Hasta aquel día en el café *******. Me costó reconocerle, porque parecía no haber pasado el tiempo por él. Cabello oscuro, sin arrugas. Me invitó a su mansión familiar, y maldito el día en que acepté. Entre copas empezó una disertación sobre la transmutación, el vientre de la tierra, la preferencia de la vía húmeda sobre la seca, la maduración de los cuerpos cual embriones, el mercurio filosofal como flujo o menstruo, el azufre como seminis operativum, el varón espíritu racional y la mujer materia prima y soror mystica, de cómo el alquimista perfecto no debe imitar a la Naturaleza, sino operar sobre ella.. Y sobre todo que sus predecesores habían errado en la naturaleza del atanor y del huevo. 

  Dejé a Ménard perorar a sus anchas. Conocía todos aquellos términos vagamente por la lectura superficial del librito que llevaba conmigo, pero lo que vino después... Si era un delirio, podría escribir una tesis sobre él. Si no lo era, pobre hombre... Entre resignado y angustiado, prosiguió: 

  —Al ver mi gesto de incredulidad me hizo pasar a un laboratorio contiguo al salón. Sacó de un frasco un cuerpo irregular, del tamaño de una nuez, graso, rojizo y traslúcido. Triunfante, me declaró que tenía en las manos una porción del Lapis, la mismísima Piedra Filosofal. Como siguiera tratándole con complacencia manipuló un pequeño crisol en el que fundió una cantidad de plomo, y entiendo de esas cosas, porque mabuelo era joyero. Añadió el cuerpo con algo de cera y papel, y volvió a fundirlo, con parsimonia, como un ilusionista de chaqué ante su público. Lo que quedó en el fondo del crisol de cerámica blanca refractaria... era oro. Hasta me tendió una piedra de toque y algunos reactivos para que hiciera las comprobaciones oportunas. Dijo que se inyectaba aquella sustancia licuada en excipientes apropiados, y que gracias a aquello no había envejecido un ápice. Y era cierto. 

  ››Estaba estupefacto. Le intenté convencer de que aquello era un logro histórico. Que debía darlo a conocer, y entonces se echó a reír. Para mi decepción me declaró que era imposible, y que le entendería mejor viendo lo que él llamaba su auténtico laboratorio, su capilla filosofal. Una gran cámara anexa. Aquello parecía más una mezcla entre quirófano y nave industrial. El hedor a productos químicos era casi insufrible. Me señaló un enorme bulto cubierto por una sábana, de la que brotaban cables y tubos, y en el que era audible el sonido de ciertas maquinarias que emitían sonidos rítmicos, como los del pulso humano y la respiración. Entonces oí aquel gemido lastimero, justo cuando descorrió la gran tela. 

  ››Unido de maneras imposibles a todo aquel amasijo de tubos, cables y máquinas estaba un cuerpo humano, el de una mujer de edad mediana. Monstruosamente obesa y pálida. En estado semivegetativo. Su vientre hinchado era una cubierta de cristal, como la panza de una retorta, empañada por fermentaciones y reacciones gaseosas. Aquel engendro se jactó ante mí. 

  ››¿Cómo si no, sería posible sintetizar ese milagro, mi querido Robert? ¡Este es el atanor perfecto! ¡La verdadera vía húmeda, el menstruo embrionario del mercurio sófico, la mujer-materia prima! Por eso me uní a esa pandilla de andrajosos arribistas, lacayos de ese pintor de brocha gorda. ¡No sabes cuánto "material" pusieron a mi disposición esos necios!... 

   ››¿Entiende ahora por qué le asesiné e incendié aquel antro abominable? —me agarró por un brazo con la voz temblorosa y lágrimas en los ojos —.¿Entiende cómo hice morir a aquella infeliz criatura empotrada en esa maquinaria diabólica y por qué no soporto imaginar mujeres desnudas, sin que sea un misógino ni un machista como cree Morbihan? ¿Entiende por qué odio la alquimia y por qué llevo pudriéndome aquí todos estos años, mi pobre muchacho?...



viernes, 19 de marzo de 2021

Entrevista a Manuel Gutiérrez

 






¡Viernes de entrevista! Caosfera tiene el gusto de presentaros al escritor Manuel Gutiérrez, ganador del I premio de poesía I.E.S Antonia María Calero, del primer concurso de relatos cortos de la organización El Elfo Gordo, redactor en la revista Yellowbreak y colaborador de Radio Universo Literario, entre otras muchas cosas. Dentro de poco verá la luz su primer trabajo literario, y en Caosfera hemos querido hacernos eco de esta novedad. ¡No os lo perdáis!



1. ¿Quién es Manuel Gutiérrez?

Pues yo, ni más ni menos; para bien o para mal. Un ingenuo cínico de los que entienden lo malo para tratar de valorar lo bueno, y me hace ser consciente de que soy lo suficientemente listo como para entender que no dejo de ser un idiota con potra.

  También un apasionado del cine, la literatura, los videojuegos y cualquier soporte que se use para contar una historia. Estudié comunicación audiovisual y, aunque la eterna búsqueda de una “estabilidad” me haya hecho pivotar hacia otros ámbitos, no dejo de buscar tiempo para poder hacer cositas que me llenen realmente.

  A mi nombre siempre añado el CS en redes. Un tributo a mis padres; que siempre promovieron mi pasión por la lectura.


2. ¿De dónde nace tu interés por el ámbito literario?

Supongo que, como a todos, desde muy pequeño. Desde enano me encantaba leer. Recuerdo devorar toda la sección de R. L. Stine de la biblioteca de mi pueblo, y era aquel niño con el que estabas seguro de acertar si le regalabas algo de fantasía. Con Tolkien me terminó de volar la cabeza. Si era fantástico o de terror podía pasar días leyendo. Se me olvidaba hasta comer.


3. ¿A qué edad comenzaste a juntar las primeras letras?

Desde que tengo memoria para ser sincero. Muchas veces me reimaginaba la historias o pelis que veía y trataba de darle forma escribiendo sobre ellas… ¡O me ponía yo de prota, ya que estamos! Si tenía un sueño o una pesadilla potente buscaba la forma de escribirla, y aún lo hago. Me gustaba crear historias y darles vueltas. Incluso dibujé algún cómic, aunque he de reconocer que el dibujo no era lo mío ni de coña.


4. ¿Tienes algún autor o autora de cabecera?

Lo que tengo es un cacao curioso de escritores de cabecera. Desde R.A. Salvatore hasta Pratchett. De Stephen King a Clive Barker. No solo en literatura: aún paso miedo recordando el colegio de Silent Hill, o flipo con cada red line que revienta Garth Ennis. Lo paso pipa con el humor de Rumiko Takahashi, y quedé fascinado con las historias de Marjane Satrapi. Si me evoca un sentimiento real y fuerte, estás en mi Top Ten de los mil autores de cabecera que me fascinan y guían.


5. Ahora la pregunta “inconfesable”, ¿existe algún clásico literario que no soportes?

Pues…, no caigo en ninguno. Al menos si hablamos de clásicos, claro.

  En mi niñez detestaba los que me obligaban a leer en el cole. Supongo que imperaba la “obligación” sobre el “disfrute”. Luego uno crece y ve las cosas con otros ojos cuando lo hace por uno mismo.


6. ¿Cómo ves la situación, a nivel internacional, de géneros literarios como el terror, la fantasía, la ciencia ficción u otro tipo de géneros ligados a estas ramas?

Pues mientras más, yo encantado. Aunque sí que creo que estamos bombardeados por los mismos tropos, tampoco me parece especialmente malo. Disfrutar de lo recurrente hace que nos explote más el tarro cuando nos dan una buena vuelta de tuerca; cuando nos muestran cosas a las que no estamos acostumbrados.

  Tal vez peque de bobo, pero creo que son géneros con muchísimo público. Nos abstraen de realidades más primales, y mucho menos desenfadadas que las que no expone el telediario.


7.¿Cuál es el germen de tu obra?

¿En mi caso, y omitiendo a los referentes literarios citados? El rol.

  Mi novela empezó como una trama para una partida de D&D. Me gustó como estaba quedando y quise escribirla. Cree los personajes y desarrollé los pulsos.

  Mis jugadores no podrán jugar esta partida, claro. Pero podrán leerla. Y me sé a más de uno que se verá representado en algún que otro personaje.


8. ¿Qué podemos encontrar en Crónicas del nuevo mundo: Cambios?

Magia, espadas y monstruos. A fin de cuentas, soy hijo de los noventa. También me gusta oscurecer la fantasía; hacerla más sombría y espeluznante.

  Me fascinan las líneas grises de personajes que pueden caerte como una patada en el estómago, y que se desarrollan por lados creíbles que acaban atrayendo la empatía del lector. Y eso, y al contrario, también va por los héroes. A fin de cuentas, todos somos humanos, ¿no?

  También hay bastante sangre. No busco ser escandaloso, pero creo que el ser humano es carne, ergo frágil. Y es una forma de hacer entender al lector que nadie es intocable. Ni siquiera los protagonistas.


9. ¿Cómo se te ocurrió abordar esta temática?

Una cosa que aborrezco a la hora de preparar la enésima partida de rol, de algo jugado cien veces antes, es perder el asombro por parte de los jugadores al introducirles en un mundo que ya conocen de antemano. Así que pensé en crear algo de cero, alejado del arquetipo “milenario” que tanto se usa en fantasía. Quería algo que fuera el origen y no la resolución de leyendas asentadas miles de años atrás.

  “Cambios” viene justo de eso. De lo antiguo a lo nuevo. De los que se lloran lo perdido y los que se enamoran de las posibilidades que brinda lo nuevo. Aunque sea una recesión de las virtudes y libertades obtenidas por la sociedad moderna, nunca he querido ver mi obra como algo postapocalíptico; aunque entienda que muchos de sus personajes así lo vean. También habrá otros que busquen profundizar en esas nuevas posibilidades, y son las que en su trama crearán las leyendas que sustentarán ese mundo de fantasía que, en el momento que abarca la novela, acaba de descubrir los pañales.


10. ¿Prefieres convertirte en un autor comercial o hacer lo que te dé la gana?

Pues haré honor a mi descripción y pecaré de ingenuo cínico: entendiendo que, aunque sea casi imposible, lo soñado sería hacer pasta haciendo lo que me da la gana.

  Ahora en serio, no me veo escribiendo “por encargo” salvo que sea algo que me fascine de veras. Es como lo que dije antes de cuando la “obligación” pesa más que el “disfrute”. No quisiera comerme el día de mañana mis palabras, pero no me veo escribiendo sobre algo que no me gusta.


11. Háblanos acerca del proceso creativo de tu obra.

Pues, para empezar, no soy capaz de escribir si no tengo muy claro hacia donde quiero llegar. Puedo ser escritor de brújula al empezar, pero si no quiero acabar dejando de lado la obra acabo fabricándome un mapa más temprano que tarde.

  No me da miedo improvisar, aunque me gusta tener atado el trasfondo general y una sucesión de pulsos. Soy flexible con una idea si descubro que no funciona, o que no termina de cuajar, haciéndome reescribir capítulos enteros si hace falta. Pero entiendo una creación que se sienta orgánica, y no una sucesión de guiones en un esquema, depende mucho de la personalidad de los actantes que desarrollan el argumento.


12. Explícale a nuestros lectores cómo pueden conseguirla.

Actualmente “Cambios” se encuentra en fase de preventa y puede reservarse en la página web de la editorial Titanium. Más adelante, cuando salga, podrá conseguirse desde la misma web o en librerías que trabajen con la distribuidora de la editorial. ¡Espero que llegue a muchas, y de ellas a muchas casas!


13. ¿Tienes proyectos inmediatos? Añade todo lo que desees.

Pues no dejo de escribir, aunque con tanto vaivén actual, lo haga menos de lo que me gustaría.

  Siempre tengo alguna que otra idea en la cabeza que acaba dando luz en forma de relato corto, y me gustaría juntar todos los que tengo (que no son pocos) para publicarlos.

Por otro lado, estoy terminando la segunda parte de Crónicas del Nuevo Mundo, que llevará el título de “Verde Oscuro”; a la que actualmente le falta un capítulo para su conclusión. Aunque, claro, luego tocará revisar, corregir, e incluso rescribir lo que falle y mejorar lo que funcione. El “punto final” puede llegar a tener poco significado.



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viernes, 12 de marzo de 2021

Magia con plumas (Parte 9)

 




¡Nueva entrada! Después de varias semanas, aquí tenéis un nuevo episodio de la sección Magia con plumas. ¿Qué nueva especie os presentaremos hoy? Leed lo que sigue a continuación:





ALCA TORDA


1.Fiel

2.Ágil

3.Protectora

4.Competitiva



  Perteneciente a la familia Alcidae y con una envergadura alar en torno a los sesenta centímetros, este ave es común en las colonias marinas, a pesar de ser única en su especie. Siente gran predilección por las islas y zonas rocosas, en nuestro país es raro encontrarla, mientras que es común la proliferación de ejemplares en Islandia, América del Norte, la costa Atlántica o Francia. Son criaturas buceadoras, muy ligadas al mar, y teniendo en cuenta que en esta sección hemos recalcado más de una vez el simbolismo del agua como representación del mundo de los sentimientos, podemos afirmar que en el campo de la mageia se tienen por un tótem profundamente sentimental. Tanto la hembra como el macho se hacen cargo del cuidado del nido y sus polluelos, por lo que se trata de criaturas eminentemente protectoras. También tienen un cortejo muy elaborado, lo que las designa como entregadas en el amor. La tonalidad de sus plumas es oscura, con una raya blanca muy delgada por detrás. En el resto del cuerpo pueden apreciarse tonalidades blancuzcas o tostadas. Las plumas de Alca con ideales para personas que recién han ascendido en el campo laboral y se encuentran ante nuevos retos, para padres primerizos o para personas que se encuentran emocionalmente vulnerables. Vamos a trabajar con estas tres cuestiones. 


RITUAL PARA EL ASCENSO LABORAL

  Para llevar a cabo este ritual, hoy vamos a apoyarnos también en el uso de especias, ítems muy valorados en este campo. En esta ocasión utilizaremos el perejil, amuleto de protección contra la mala suerte e ideal para la atracción de buenas energías. 

  Depende del color que sea la pluma de Alca que nos hemos encontrado, procederemos de una forma u otra. Si es negra vamos a dejar que absorba la luz lunar durante una noche completa, mientras que si es blanca la cargaremos de luz solar durante un día. En caso de que sea negra, es preferible que la coloquemos junto a la ventana durante una noche de luna en cuarto creciente, para potenciar la idea de ascensión en nuestros objetivos. 

    Una vez la tengamos recargada, la colocaremos, con la mano izquierda, en el centro de una habitación donde pasemos la mayor parte de nuestro tiempo, cortaremos el perejil en trocitos y lo esparciremos sobre la pluma. Para que el ritual funcione es importante que nos concentremos en nuestros deseos y nos libremos durante un momento de todas y cada una de nuestras preocupaciones. Solo cuando nos sintamos completamente tranquilos sabremos que nuestra ritualística se ha llevado a cabo con éxito.


RITUAL PARA PADRES PRIMERIZOS

  Para llevar a cabo esta segunda incursión nos vamos a valer del poder del centeno, que simboliza la entrada del sustento en el hogar. 

  Igual que en el caso anterior, recargaremos la pluma en función de su color y también la colocaremos en el centro de una habitación que nos ofrezca seguridad. Lo único que cambiaremos será el proceder, depositando las semillas de centeno sobre la pluma. En esta ocasión además de permanecer un rato en periodo de relajación, daremos tres vueltas en torno a la pluma, tres en alusión al significado de este número como crecimiento familiar y espiritual.


RITUAL PARA LA VULNERABILIDAD EMOCIONAL

  Vamos a utilizar en este caso una ramita de laurel en alusión a la felicidad perenne.

   Tras recargar la pluma, vamos a envolverla en un paño blanco simbolizando la transparencia de nuestros sentimientos. Junto a esta envolveremos la ramita de laurel y, cuando lo tengamos todo, procederemos a colocarlo cuidadosamente bajo la almohada. Notaremos sus efectos a través de nuestros sueños, ya que cada mañana nos despertaremos plenos de energía positiva. De no ser así, es que estamos fallando en algo.



OBSERVACIONES


  La importancia de las especias nos llega desde los albores de la historia, allá por el siglo XIV, protagonizado por malas cosechas, guerras, miseria y hambre, tenían una importancia crucial a la hora de aromatizar alimentos en mal estado para que fueran comestibles. Ni más ni menos que ingenio ante la escasez. De ahí, que su importancia a nivel mágico tenga igualmente un carácter importante. Como ejemplo de su valía hablaremos brevemente de las aquí citadas:

  Perejil: En la época de Grecia y Roma, era costumbre colocar en las tumbas una ramita de perejil para facilitar el transito del espíritu hacia el otro mundo. Es también sabido que los gladiadores portaban una ramita en su armadura para asegurarse buenos augurios y la victoria. 

    Centeno: Aunque no es una especia, ha sido utilizado aquí como símbolo del sustento del hogar, dado que su uso está muy extendido en la fabricación del pan, omnipresente en todas las mesas.

    Laurel: Ya hemos hablado de él en alguna ocasión. Consagrado al dios Apolo, en la antigua Roma el laurel era considerado como símbolo de victoria y gloria. Esta asociación se conserva incluso durante la Edad Media. Resulta un gran aliado a la hora de llevar a cabo nuestros objetivos.


NOTA FINAL


  Nuestro aspecto psicológico es muy importante a la hora de que estas acciones surtan efecto. Jamás debemos intentar nada con desesperación y escepticismo, igual que no debemos hacerlo durante etapas depresivas o cargadas de negatividad. Intentemos no complicar más las cosas y, si vemos que algo nos afecta demasiado, lo mejor es alejarse.



NIEVES


Magia con plumas parte 1

Magia con plumas parte 2

Magia con plumas parte 3

Magia con plumas parte 4

Magia con plumas parte 5

Magia con plumas parte 6

Magia con plumas parte 7

Magia con plumas parte 8




viernes, 5 de marzo de 2021

Ana Fuck

 




¡Viernes literario! Ya sabéis que en Caosfera nos encanta hacernos eco de novedades literarias y, sobre todo, nos encanta descubrir nuevos autores y autoras. Os presentamos hoy a Silvana Reyes-Vasallo que nos presenta recién salida del horno su obra titulada Ana Fuck

  Según nos cuenta la propia autora en la sinopsis del libro, Ana Fuck es la historia de amor entre una adolescente y un sicario narrada en primera persona por la propia protagonista. El libro se adentra en el campo de la denuncia social con temas como la violencia contra la mujer, el machismo, los amores tóxicos y otros temas escabrosos para la sociedad peruana.

   Editorial Trotamundos Eirl nos trae esta novedad que llega ilustrada por la pluma de Alexandra Torres Novoa. Si os ha picado la curiosidad y deseáis adentraros en el mundo de Ana Fuck, podéis adquirirlo a través del siguiente enlace:





    
   
   Os deseo una feliz semana.