sábado, 25 de diciembre de 2021

Mi princesa

 




¡Han llegado por fin las navidades! Esas épocas mágicas, familiares, y, sobre todo, esas épocas tan disfrutables para los más pequeños de la casa. Y precisamente para ellos es que va dedicada esta entrada. Hace ya algún tiempo, no sé si lo recordaréis, os traje un cuento de cosecha propia que escribí con motivo de la invitación de Toni López a su espacio radiofónico, espacio que hoy día se ha convertido también en mi casa. La princesa y el demonio, que así se llamaba el cuento en cuestión, es una historia con una envoltura infantil pero aderezada con tintes muy oscuros. Hace ya unos meses tuve que desarrollar un proyecto de cuento motor, y con esa escusa hice una nueva versión de este relato, mucho más infantil y con instrucciones para que pudiera ser interpretado por los pequeños. Hoy os traigo aquí esta versión, por si os apetece llevar a cabo este divertido juego con vuestros hijos, leerlo o, simplemente, escucharlo en la maravillosa voz de Toni López (al final del texto os he dejado el enlace de escucha). Espero que disfrutéis de esta pequeña creación y, sobre todo, deseo de corazón que tengáis unas cálidas fiestas familiares. Con todo mi cariño. 





Era como un bello y exótico pajarito. Un pajarito encarcelado en una jaula de oro llena de caprichos y maravillas procedentes de todas partes del mundo. La hermosa princesita lloraba sabiéndose esclava, sintiéndose sola. (Aquí el educador o educadora pregunta: ¿cómo lloraba la princesita? Y los niños deben imitar el llanto)

 Los amaneceres le regalaban la luz de un sol radiante y cálido que proyectaba sus rayos a través de la ventana de piedra. Cada vez que abría los ojos contemplaba la belleza de su cuarto. Lo primero que veía era el hermoso tocador donde, día a día, peinaba su abundante melena (aquí se pregunta: ¿cómo se peinaba la princesita? Y los niños imitan la acción de peinar). En la mesita reposaban horquillas doradas, un peine de cristal con forma cuadrada y un montón de collares de plata y otras joyas preciosas. Lo primero que hacía al despertar era vestirse con un precioso vestido de seda y tratar de abandonar la tristeza cantando una hermosa canción. (Aquí: ¿cómo cantaba la princesita?: y los niños tararearán).

  No recordaba cuánto tiempo llevaba encerrada en aquel torreón, solo sabía que cada vez que miraba por la ventana el alma le dolía al comprobar la terrible distancia que la separaba de la verde hierba. Le gustaba escuchar el canto de los pajaritos (¿Cómo cantaban los pajaritos? Y los niños imitan el canto de los pajaritos).

  Muchos fueron los príncipes que acudieron con intención de rescatarla, pero la suerte de todos ellos era la misma: ¡una terrible y feroz bestia alada abría sus tremebundas fauces y se los tragaba enteritos! (¿Cómo rugía la bestia? Los niños imitan el rugido).

  ¿Qué era esa terrible criatura que la privaba de libertad?

  Tuvo que esperar mucho pero, un día, por fin comprendió los planes que les tenía reservado el destino. Una luna llena de color fuego se recortaba en el cielo oscuro. La noche estaba iluminada por millones de estrellas que parecían brillantes y lejanas luciérnagas. Los grillos cantaban con insistencia: “Cri, cri, cri”. (¿Cómo cantaban los grillos? Los niños deben imitar el sonido). Se asustó y notó cómo se le aceleraba el corazón. Escuchó un ruido fuerte y lejano, como el sonido de unos tambores: “Pum, pum, pum”. (¿Cómo era el ruido? Los niños deben imitar el sonido de los tambores) seguido de un coro de cantarinas voces (Los niños deben emitir cánticos).

  Corrió hacia la ventana con el rostro lleno de lágrimas. La visión que tuvo fue hermosa: los planetas se alineaban en círculo, formando una curiosa mezcla de colores. Las estrellas bailaban entre hermosos destellos.

  Una brisa cálida acarició su rostro. Contempló una enorme sombra recortada en la oscuridad. La sombra emitió un tremendo bramido. (Los niños emiten un bramido). Entonces la sombra dejó de ser sombra y se presentó ante ella una criatura enorme en cuyo lomo podían verse dos alas de gran tamaño. El ser le tomó la mano y, curiosamente, ella no tuvo miedo. Después la condujo en brazos hasta su tocador. Sus pasos hacían “pom, pom” (Los niños imitan el gesto de andar y hacen ruido con sus pies).

  La princesita se miró en el espejo; su rostro se había vuelto afilado y su piel era casi transparente. Descubrió el brillo de sus pupilas amarillentas y alargadas. A pesar de todo, se sentía hermosa. La criatura resopló en el oído de la niña (los niños imitan el sonido del soplido) y pudo escuchar su voz grave:

  —Sé libre. Ahora conoces la verdad que se esconde dentro de ti.

  Siguió el ritmo de los tambores: “Pom, pom, pom” (los niños imitan el sonido) y corrió hacia la luz. Sus alas se desplegaron: “¡Plaf!” (imitan el sonido de las alas y el gesto al desplegarlas) como dos gigantescas velas púrpuras y la convirtieron en una lejana estrella.


NIEVES.



VERSIÓN AUDIORELATO. VOZ: TONI LÓPEZ







sábado, 18 de diciembre de 2021

Tiburón, las mandíbulas del éxito

 




El señor Spielberg ha cumplido 75 años. Años de genialidad en los que nos ha regalado títulos que son indiscutibles referentes. Y con motivo de este 75 aniversario he tenido el honor de participar en la iniciativa del podcast "La hora cinéfaga", hablando de un clásico entre clásicos:  Tiburón, cinta basada en un best seller del autor estadounidense Peter Blenchey

  Redactor de artículos para Washington post amén de otras importantes plataformas como National Geographic, Blenchey dedicó su vida a escribir tanto novelas como otros textos divulgativos centrados en la vida marina y, más concretamente,  en los tiburones. Conocido por su ánimo concienciado hacia la naturaleza marina, fue conocido conferenciante de una asociación ecologista de cierto peso hasta el año 2006, mismo año en el que perdió la vida por causa de una fibrosis pulmonar.


Peter Blenchey. Imagen sujeta a 
derechos de autor.



  Quienes más me conocen saben que la novela de Blenchey, editada en el año 1975, no es para mí, ni mucho menos, un referente del género. No en vano, sí la considero un fresco divertimento veraniego sin más trascendencia, a pesar de sus millonarias ventas. Siendo justa, también le reconozco ciertos pasajes prometedores. Tiburón es un claro ejemplo de que no siempre un guion fidedigno a una obra literaria tiene por qué ofrecer un resultado sobresaliente. Tampoco es ni será el único ejemplo de este tipo que la industria del cine ofrece al público. Tal fue la repercusión de esta novela que los productores Richard Zanuck y David Brown decidieron comprar sus derechos para llevarla a la gran pantalla con el meritorio resultado que todos conocemos. En un principio, Blenchey fue contratado para llevar a cabo el guion. El autor redactó tres guiones diferentes que fueron revisados por Howard Sackler, director de gran calado en Broadway, que accedió a participar a cambio de no aparecer en los créditos. Tras las muchas pegas de Blenchey, quien se negaba a incluir la parte final por parecerle "poco creíble”, el escritor fue expulsado del rodaje para ser sustituido por Carl Gottlieb, quien se convirtió en un célebre guionista gracias al film de Spielberg y llegó a recibir el premio Primetime Emmy. A pesar de la insistencia de Steven Spielberg para que el gran Richard Matheson participase en la redacción del guion, no tuvo nada que hacer, pues Matheson alegó falta de tiempo. Aunque, eso sí, el escritor trató de solventar esta negativa participando en la tercera parte considerada, por cierto una de las peores películas de la historia.

  Huelga decir que la presentación de Jaws, título original del film, convirtió a Spielberg en uno de los directores más reputados de la historia. La suerte del director fue mayúscula, pues los productores habían seleccionado otro director y el proyecto recayó finalmente en sus manos gracias a que el primero hubo de abandonar el proyecto

  Además de la pericia del antes nombrado Gottlieb, el director estadounidense contó con una serie de buenas ideas, como una escena en la Quint se encontraba sentado en una sala de cine viendo un memorable corte de Moby Dick. Escena que, finalmente, no pudo incluirse por la negativa de Gregory Peck, quien en aquel entonces contaba con los derechos de la obra de Huston. Y lo cierto es que esta lluvia de ideas terminó convirtiendo Tiburón en una película muy diferente a la idea original de Blenchey. Los cambios en la obra fueron notorios, uno de ellos la relación entre Hooper y la mujer de Brody, que no fue incluida en la película, como tampoco lo fue la relación del alcalde Vaughn con la mafia, causa de su presión hacia Brody para abrir las playas.

  El impecable reparto hizo el resto. Tenemos a Roy Scheider como el jefe Martin Brody, obsesionado en dar caza a la bestia marina que ha invadido su territorio. La relación entre Brody y el gigantesco pez es casi mística, en ese sentido podríamos comparar esta rivalidad, por llamarla de algún modo, con la del capitan Ahab y el monumental cachalote blanco. Richard Dreyfuss llegó recomendado por George Lucas, y al principio rechazó el papel. Finalmente, Dreyfuss aceptó convertirse en el biólogo marino Matt Hooper, quien ayudará a Brody en su terrible cruzada. Para completar este triángulo protagonista es absolutamente indispensable nombrar al gran Robert Shaw en el papel de Quint, un auténtico lobo de mar cascarrabias y alcohólico que acepta ayudar a Brody en su empeño a cambio de una considerable suma, papel que en primera instancia el actor rechazó por su aversión al libro y al que Robert Duvall no le hacía ascos. Sin embargo, Shaw sería convencido por su mujer y su secretaria para, finalmente, inmortalizar a un Quint que no puede ser visto de otra manera ni concebido con otro rostro. Se dice que el personaje de Quint tiene una base real, inspirado en Craig Kingsbury, un excéntrico pescador local, del cual tomaría incluso algunas expresiones verbales. Y, por cierto, hablando de este personaje, os habréis dado cuenta de que para comenzar este programa he elegido uno de sus diálogos: la famosa historia de la tragedia del Indianápolis que, se dice, fue incluida por consejo del aclamado guionista, productor y director de cine John Millius.

  El rodaje fue excesivamente complicado y el presupuesto se disparó. Se necesitaron tres réplicas de la criatura que fueron diseñadas por el director de arte Joe Alves y creadas por un equipo de más de cuarenta expertos en fx supervisados por Bob Mattey, famoso por construir también el calamar gigante que aparece en la película Veinte mil leguas de viaje submarino, fechada en el año 1954


Imagen sujeta a derechos de autor.



  Lamentablemente, el empeño de Spielberg por rodar en medio del mar fue el origen de los muchos problemas de la producción, comenzando por la avería de cámaras mojadas, la aparición de barcos que se colaban en las tomas y las constantes averías de los tiburones mecánicos que, además de necesitar catorce personas para ser accionados, se hinchaban constantemente debido a que la espuma de neopreno que los revestía absorbía el agua. Este factor fue crucial durante todo el rodaje, pues el director se vio forzado a modificar varias escenas en las cuales la presencia del escualo aparecía de forma sugerente. Lejos de estar descontento con este detalle Spielberg, hizo unas positivas declaraciones al respecto: El tiburón averiado fue un regalo del cielo, hizo que me pareciese más a Alfred Hitchcock y a Ray Harryhaussen.

  No hace falta añadir que ninguno de estos múltiples inconvenientes, ni otros más graves como el peligro que corrió Shaw de ser decapitado por una hélice, la constante rivalidad entre Dreyfuss y el propio Shaw o el mareo de parte del equipo por el movimiento de los barcos entre muchos otros, impidieron que Tiburón se convirtiese en una obra memorable, avalada por una recaudación de más de 450 millones de dólares. La magnífica banda sonora del compositor John Williams terminó por rematar el éxito, ya que logró que la producción ganase un Oscar.





  Poco más puedo decir ya que no se haya dicho de esta producción de alto rango, no disfrutar de ella al menos una vez al año es pecado mortal para cualquier amante del cine que se precie, del CINE con mayúsculas, quiero decir...



NIEVES.






sábado, 11 de diciembre de 2021

Moby Dick: de mares y venganzas

 





Llega el fin de semana y, como siempre, llega una nueva entrada. Hoy os traigo literatura y cine con mayúsculas, hoy os hablo de una de mis obsesiones: Moby Dick, una de las obras más completas jamás escritas que, a su vez, cuenta con una de las adaptaciones cinematográficas más épicas de todos los tiempos. ¿El por qué de mi obsesión? Motivos desde luego tengo, y os los explico en el siguiente artículo. Espero que disfrutéis de esta entrada tanto como yo con su escritura.



Si existe una novela que, por decirlo de algún modo, predijo el destino que su autor, sin duda esa es Moby Dick. Todo, absolutamente todo en ella es sobrecogedor, desalentador y terrorífico. Todo en ella es exceso, quizá por eso se ha convertido para muchos en una de las obras más farragosas de leer a lo largo de la historia. Escrita por Herman Mellville en el año 1849, y creada a través de las experiencias del autor durante un largo viaje a Europa, supuso para el autor un claro fracaso además de su descrédito literario. Las páginas de Moby Dick están compuestas por una temática diversa que va desde la ciencia hasta la política, pasando por la venganza e incluso la religión. Toda esta amalgama de cuestiones pudo ser, fácilmente, la culpable de su estrepitoso fracaso. Acuciado por las deudas, Melville hubo de vender la granja donde vivía en una pequeña localidad de Massachussets. Granja que, por cierto, se encontraba a pocos metros de la residencia de otro grande la literatura universal: el autor Nathaniel Hawthorne, con quien el escritor compartió una gran amistad. Tras la venta del terreno se trasladó a Nueva York, donde malvivió gracias al empleo de inspector de aduanas. Su final fue triste, llegó en el año 1891, tras arrastrar varios problemas físicos y psíquicos llegados a causa del suicidio de uno de sus hijos. Paradójicamente, incluso su nombre fue escrito de forma errónea en la tumba donde descansa junto a su esposa. Su legado es extenso y gracias a sus fans, actualmente es considerado como uno de los más valiosos dentro del ámbito literario.


Herman Melville. Imagen sujeta a derechos
de autor.




  Pero si hubo algo que transformó la travesía del ballenero Pequod en un hecho mítico, sin duda fue la versión cinematográfica llevada a cabo por el aclamado director John Huston en el año 1956. Cabe recordar que ya existían versiones anteriores. La primera de ellas, muda, del año 1926 titulada The sea beast





  A esta seguiría otra del año 1930 con el mismo título. Sin embargo, ninguna de ellas contaría con el profundo calado de la obra de Huston, que además de director fue productor ejecutivo de su propio film. Esto fue lo que le dio la libertad para trabajar el guion junto a otro de los más grandes autores contemporáneos: Ray Bradbury, quien leyó el libro ocho o nueve veces antes de completar este guion. Como apunte curioso, cabe añadir que los escenarios elegidos para su rodaje fueron la bahía de Las palmas de Gran canaria y la playa de Las Canteras. La elección del reparto para dar vida a la tripulación del Pequod pasará a los anales de la historia como una de las más acertadas: Como bien es sabido, en el papel protagonista, el obsesionado capitán Ahab, cuya pierna ortopédica estaba construida con la mandíbula de un cachalote, tenemos al gran Gregory Peck, convertido ya en un icono a pesar de ser considerado por muchos como un actor de registro limitado. Richard Basehart adquirió el rol de Ismael, el marino mercante que narra esta historia. El resto del multicultural cónclave, como los arponeros Quequeg, Tasthego y Daggoo, amén de Starbuck, Stubb o Peleg, llegaron encarnados por Friedrich Von Ledebur, Tom Clegg, Eric Connor, Leo genn, Harry Andrews, y Mervyn Johns entre otras muchas estrellas del momento. 





  Evidentemente, si nos fijamos en el interminable simbolismo de esta novela, acertaremos al comprender que el ballenero, cuyos pescantes están conformados por huesos de estos cetáceos, representa el género humano en el amplio sentido de la palabra. Sin embargo, esto no fue un problema a la hora de plasmar el espíritu de la obra en la gran pantalla. Sí lo fueron otras cuestiones, como la poca popularidad del argumento, las críticas al actor principal, catalogado como un Ahab demasiado joven, su altísimo presupuesto para la época, y un guion que toma un carácter más épico para alejarse de la carga filosófica de la obra. Su director, John Huston, hizo unas declaraciones al respecto:

  Se ha discutido demasiado sobre el sentido último de Moby Dick, al que se prefiere considerar como un libro secreto, enigmático. Pero en lo que a mí concierne se trata, negro sobre blanco, de una gran blasfemia. Ahab es el hombre que ha comprendido la impostura de Dios, ese destructor del hombre, y su búsqueda no tiende más que a afrontarle cara a cara, bajo la forma de Moby Dick, para arrancarle la máscara. (...) La película era una blasfemia extraordinaria. No creo que ningún crítico escribiera la palabra blasfemia, pero, no obstante, es el tema central del filme. (...) Esta película representa sencillamente la más importante declaración de principios que yo haya hecho nunca. Es más, diré que Moby Dick es mi película más importante. Melville se distingue por la afirmación de una filosofía que no tiene igual en ninguna otra narrativa. Moby Dick es una blasfemia. Estoy estupefacto de que nadie haya protestado. Pero la blasfemia es tan esencial en el relato que es preciso aceptarlo forzosamente. Ahab es el hombre que odia a Dios y que ve en la ballena blanca la máscara pérfida del Creador. Considera al Creador como un asesino y se encuentra en la obligación de matarle.


  Y lo cierto es que esta idea provocó que la censura no tuviese piedad. Recordemos ese famoso pasaje del libro en el cual Ahab, a punto de usar el arpón, pronuncia una formula contraria al bautismo: Ego non baptizo te en nomine Patris, sed in nomine diaboli. Es decir, Yo te bautizo no en el nombre del padre, sino del diablo. Evidentemente, este contrasentido era intolerable en la época, por lo que no apareció en la película. Igualmente, el hilo argumental se centró más en la obsesión del viejo lobo de mar que en otras cuestiones más ideológicas o biológicas. También ciertas escenas de corte sangriento que aparecían en la novela, no lograron pasar la criba.

  Sin embargo no hay nada, absolutamente nada que impida que esta superproducción se haya convertido en una epopeya inolvidable, firmada por el espíritu del mejor Huston, que ganó el Oscar a mejor director, impregnada por la gélida y desoladora atmósfera del gran fotógrafo Oswald Morris y llena de sentimientos que logran que el espectador se deje llevar por la ira,  el dolor y la obsesión de su protagonista. Una joya épica repleta de momentos dignos de gloria.




NIEVES.




sábado, 4 de diciembre de 2021

Valkiria, versión traducida

 



¡Nueva entrada! Como ya sabéis, Samir Karimo es uno de los colaboradores de Caosfera que más ha apoyado este proyecto y ha estado presente desde los inicios del mismo. Habéis podido disfrutar aquí de sus relatos, y de las noticias de todos sus lanzamientos literarios. Hoy Caosfera trae una buena noticia: llega la versión, traducida a inglés, de uno de sus últimos trabajos. ¡Muchas felicidades por esta proyección internacional y buena suerte en esta aventura! Sin duda, es una gran noticia.

    Aquí tenéis el enlace y la información de este último lanzamiento:

    

Dumpster Fire Press is proud to present the English translation of graphic horror novel sensation VALKIRIA...behold ancient supernatural erotica creatures and their drug addled consumption of the innocent.
Auras inhabiting robot bodies to rescue lost souls. Adam and Eve team up and a flying coffin spaceship!
Everything you ever wanted in this pornographic grindhouse biblical tale of suspense!

Samir Karimo (Autor), Mike Zone (Redactor), Miguel Angel Sanchez (Ilustrador), Dumpster Fire Press (Colaborador), Felipe Arambarri (Traductor)


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