viernes, 26 de enero de 2018

Operación Gunnerside





  
  El célebre Albert Einstein advirtió al gobierno de los Estados Unidos sobre la posibilidad de que la Alemania nazi lograse fabricar su propia bomba atómica. Para ello, los estadounidenses se pusieron manos a la obra e iniciaron el llamado Proyecto Manhattan, que estuvo bajo la dirección del físico Robert Julius Oppenheimer.

  Pero los aliados no solo trabajaron para tener su bomba atómica antes que los alemanes. También planificaron una serie de trabas que permitirían retrasar los progresos de los alemanes.

  Los servicios secretos británicos estaban al tanto de los esfuerzos alemanes en su proyecto atómico. Corría el año 1942, en la Noruega ocupada, los alemanes estaban incrementando la producción de agua pesada. Todo ello atrajo la atención de los británicos hacia la fábrica de agua pesada en Vermork, situada en la región de Telemark. Dicha instalación había sido inaugurada por la compañía Norsk Hydro en 1934. Con la invasión alemana de Noruega en 1940, la planta terminó cayendo en poder de las fuerzas germanas.

  El agua pesada es un elemento fundamental en la elaboración de una bomba atómica, pues permite moderar los procesos de fisión nuclear. De ahí que la fábrica de agua pesada atrajese la atención de los británicos. Así pues, los británicos eran conscientes del peligro que representaba la posibilidad de un arma atómica en manos de los nazis, por lo que se pusieron manos a la obra para sabotear los esfuerzos alemanes.

  Inicialmente, el primer ministro británico Winston Churchill propuso un bombardeo aéreo sobre la fábrica de Vermork. Sin embargo, la resistencia noruega advirtió de los peligros que entrañaba un ataque de los aviones de la Royal Air Force. Existía la posibilidad de que las bombas no alcanzasen su objetivo y terminaran diezmando la cercana población de Riukan. El gobierno noruego en el exilio salió en defensa de sus compatriotas y logró que los británicos descartasen la opción del bombardeo.

  Rechazada la propuesta de un ataque aéreo, se decidió enviar un grupo de comandos para destruir las instalaciones de Vermork. Para semejante cometido, los británicos dispondrían de la ayuda de Einar Skinnarland, que había trabajado para la compañía Norsk Hydro. Skinnard, saltó en paracaídas sobre la Noruega ocupada e informó de todo cuanto acontecía en Vermork. Las noticias que enviaba Skinnard a los británicos desataron todas las alarmas, pues avisaban de importantes cantidades de agua pesada preparadas para ser enviadas a Alemania.

  Los británicos reaccionaron y pusieron en marcha la Operación Grouse. El 19 de octubre de 1942, cuatro comandos noruegos saltaron en paracaídas sobre Noruega. Desafortunadamente, aterrizaron muy lejos de su objetivo, por lo que tras reunir todo el material con el que habían sido lanzados, se pusieron en marcha hacia Riukan, atravesando los gélidos glaciares y lagos. Después de tres semanas lograron alcanzar su objetivo. Sus órdenes eran preparar la llegada de un nuevo contingente de comandos británicos.

  El 17 de noviembre de 1942 despegaron de Escocia los bombarderos que debían remolcar a los planeadores. La meteorología adversa provocó que dos planeadores terminasen estrellándose. Los supervivientes de tan abruptos aterrizajes terminaron siendo capturados por los alemanes y fueron fusilados. La Operación Freshman había resultado ser un rotundo fracaso. Para mayor desgracia de los aliados, los alemanes se percataron de las intenciones británicas de destruir la planta de Vermork, por lo que reforzaron las defensas en torno a tan importante instalación.

  Londres se negó a tirar la toalla. Se planificó la Operación Gunnerside, un ataque de comandos a la fábrica de Vermork. Esta incursión sería llevada a cabo por comandos noruegos. Por fin, el 16 de febrero de 1943 seis noruegos, liderados por Knut Haukelid saltaron de un bombardero Halifax. Tras cuatro días de búsqueda, lograron reunirse con los cuatro noruegos que habían tomado tierra en octubre de 1942. Así pues, ya totalizaban diez hombres para el ataque a Vermork.


Saboteadores del ataque a Vermok.



  La fábrica de agua pesada estaba ubicada en una elevación de terreno rocoso, en un valle flanqueado por montañas. El acceso no iba a ser sencillo. Solo había dos formas de penetrar en las instalaciones. La primera era a través de un puente que salvaba una caída de doscientos metros, mientras que la segunda consistía en descender un barranco hasta llegar al río y después ascender la pared contraria hasta llegar a las vías del tren. 


  Finalmente, el 25 de febrero de 1943, los comandos noruegos abandonaron su guarida ataviados con uniformes blancos, y marchando sobre sus esquíes recorrieron una distancia de 70 kilómetros. Instalados en una cabaña abandonada próxima a Riukan, ultimaron los detalles del sabotaje. 

  La noche del 27 de febrero, tras descender un barranco, vadear el río y escalar un precipicio, alcanzaron la puerta de la fábrica. Valiéndose de una cizalla, lograron penetrar en las instalaciones de Vermork. Una vez en el interior de la fábrica, llegaron hasta la planta de electrólisis. Allí se toparon con un empleado que cooperó de manera entusiasta.

  Los comandos noruegos se encargaron de colocar los explosivos en las cámaras de electrólisis de agua pesada. Para evitar represalias entre la población civil, se decidió dejar un subfusil británico. De ese modo, los alemanes creerían que se trataba de una operación exclusivamente británica.

  Los explosivos estallaron. A continuación se desencadenó el estridente sonido de las alarmas y las tropas alemanas salieron en su búsqueda. Pero para entonces, los comandos noruegos habían huido hasta la vía del tren. Una vez llegaron a la vía férrea, descendieron la pared de piedra, vadearon el río, ascendieron la pared contraria y huyeron valiéndose de sus esquíes.




  
  El sabotaje de los comandos noruegos había sido un éxito, pero los teutones, rápidamente comenzaron con los trabajos de reparación. Seis meses después, las instalaciones volvían a estar operativas.

  Los alemanes, aprendiendo de sus errores, procedieron a reforzar la seguridad en Vermork, instalando obstáculos en las carreteras que llevaban a Riukan y colocando más minas en los campos próximos a la pequeña localidad. Para camuflar las tuberías de alimentación se plantaron árboles a su alrededor, de tal manera que dificultase la visibilidad de los aviones de la Royal Air Force.

  La reconstrucción de la fábrica de Vermork fue una mala noticia para los aliados, que se percataron de que una operación de comandos no era suficiente. Tenían que arrasar la fábrica. Para ello, Vermork debía ser bombardeada desde el aire. Así pues, el 16 de noviembre de 1943, las llamadas fortalezas volantes, los B-17, volaron hacia Noruega. Un total de 143 bombarderos despegaron para arrasar la planta de la Norsk Hydro. El bombardeo no fue muy preciso, pero las bombas que lograron impactar en el objetivo consiguieron destruir la fábrica de agua pesada.

  Los daños causados por las fortalezas volantes provocaron que los alemanes decidiesen dar por finalizada la producción de agua pesada y enviar a Alemania todas las reservas de tan codiciado elemento. Nada más y nada menos que 14 toneladas de agua pesada estaban preparadas para ser transportadas hasta Alemania. Winston Churchill, percatándose de la importancia de semejante cargamento, optó por su destrucción.

 El trayecto que debía seguir la valiosa mercancía presentaba una excelente oportunidad para los aliados. En el lago Tinn, no era posible transportar por ferrocarril los barriles de agua pesada, por lo que el cargamento debía ser transportado en un ferry. La opción de los aliados pasaba por volar el ferry, hundiéndolo con su preciada carga.

  El 20 de febrero de 1944, los saboteadores noruegos lograron colocar explosivos en el ferry. Las cargas estallaron en el transbordador SF Hydro y la embarcación se fue a pique con las existencias de agua pesada. Desgraciadamente, un total de catorce civiles fallecieron en este acto de sabotaje.


Transbordador SF Hydro

    El sabotaje al SF Hydro supuso el epílogo a la denominada “Batalla del Agua Pesada”, que concluyó con la victoria de los aliados, mientras que la Alemania nazi no pudo conseguir su propia bomba atómica.


David López Cabia, escritor de novela bélica y redactor de artículos bélicos y economía. Para saber más:


o en Caosfera:




BIBLIOGRAFÍA:

-Raids y comandos, Pere Romanillos, Editorial Robinbook 

-Operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial, Jesús Hernández, Editorial Nowtilus

-Operaciones especiales de la Segunda Guerra Mundial, Manuel J. Prieto, Editorial La esfera de los libros






viernes, 19 de enero de 2018

German Angst





Título original: German Angst

Nacionalidad: Alemana

Año de producción: 2015

Directores: Jörg Buttgereit, Andreas Marschall, Michal Kosakowski




En los últimos años el cine de terror europeo ha conseguido labrarse un merecido lugar de prestigio en el panorama internacional, llenando así de forma oportuna el hueco dejado por el desgaste de las filmografías japonesa y estadounidense, agotada ya la supuesta novedad de la primera y empantanada la segunda en una recurrente política de remakes y reboots. Hechos como el torbellino que supuso el regreso triunfal de Francia al género con su Nouvelle Horreur Vague o el florecimiento de una nueva cantera hollywoodiense de realizadores demuestran que el viejo continente es el nuevo punto de referencia tanto en renovación estética como en éxito comercial.

  Alemania, sin embargo, en franca contradicción con su papel de locomotora económica europea, es uno de los países que se ha quedado fuera de este “milagro europeo”. Cuesta creer que una de las cinematografías que más contribuyó a la formación de la narrativa del séptimo arte en general y a la del género fantástico en particular, parezca sumida ahora en una aparente sequía. Lo cierto es que en la industria germana actual el horror no resulta especialmente rentable. Por un lado la taquilla sufre el perenne monopolio del mercado norteamericano y por el otro su legislación ejerce una gran censura en el terreno de la violencia, hasta el punto de que muchas películas ven algunas de sus escenas cortadas para poder ser emitidas por televisión.



  No obstante su escasa repercusión, el terror alemán siempre ha estado ahí. Al margen de algún que otro éxito de taquilla que, eso sí, no ha transcendido fuera de sus fronteras (Anatomía), es necesario reconocer que su presencia ha sido más llamativa y fructífera cuando se ha alejado por completo de los cánones del más puro mainstream. Como ocurre en otros géneros los realizadores teutones muestran su verdadera valía en terrenos más intimistas y arriesgados, en los peligrosos abismos por los que se asoma la experimentación formal y en los oscuros túneles de sus propios universos personales. Hoy como ayer sus fotogramas se proyectan mejor en esa “pantalla demoníaca”, término emblemático que Lotte H. Eisner acuñó para referirse al cine expresionista de los orígenes.



  Los directores de German Angst reivindican precisamente una vuelta a esos comienzos y su punto de partida para hacerlo es la plasmación de sus propios estilos en un proyecto colectivo por partida doble: por su formato de película de episodios y por su financiación a través del sistema crowdfunding. Dos modalidades en extremo arriesgadas, puesto que sobran ejemplos de proyectos similares con resultados más que decepcionantes. El cómputo final tiene algunos de los defectos propios de este tipo de producciones, por otra parte bastante inevitables, y ciertas virtudes que terminan generando una obra de gran interés.

  La división en capítulos con diferentes realizadores genera algún que otro problema de ritmo y cierta dispersión narrativa, pero luego la fuerza del contraste entre cada tramo se convierte en una de los mayores alicientes de la película, sobre todo en el plano estético. El espectador tiene en frente a tres pesos pesados, tres auténticos “autores” que han desarrollado muchas de sus producciones (por lo menos las más destacadas) al margen de los códigos del cine comercial al uso, en los terrenos paralelos del underground y del arte y ensayo. Por lo tanto, el combate no se desarrolla con los manidos códigos del slasher, ni la pantalla rebosa de sangre para poner a prueba los límites visuales del gore. Lo que ha dado al terror alemán la fama de perverso y extremo es la experimentación con nuevas temáticas y el recurso de la dimensión psicológica en sus historias. Eso no significa que estos señores tengan algún tipo de escrúpulo a la hora de mostrar. Son artesanos de la provocación que más que demandar al espectador un estómago preparado lo que buscan es apelar a su fro
ntera ética. Pero, ¿quiénes son los cirujanos y cómo son sus disecciones?


  
  El encargado de abrir fuego con Final girl es nada más ni menos que Jörg Buttgereit, cuyo nombre muchos ni recordarán, pero que posee el prestigio de ser uno de los creadores del denominado ultragore alemán. A finales de los 80 se convirtió en todo un abanderado de la transgresión al parir una de las obras más inevitablemente polémicas de la historia del cine, la saga Nekromantik, donde se servía del tema tabú de la necrofilia para remover conciencias e investigar nuevos terrenos. Lo cierto es que después Buttgereit ha desarrollado una filmografía que roza lo experimental y con más profundidad artística de lo que viene siendo habitual, películas de vocación profundamente iconoclasta (El rey de la muerte, Schramm), entre la performance y el manifiesto de la crueldad. El maestro demuestra con su episodio que, aunque su estilo ha evolucionado hacia el manierismo estético y la sensorialidad, sigue siendo indefectiblemente brutal, en una historia de situación que juega a romper el punto de vista tradicional de las historias de asesinatos.


  El segundo tramo, Make a wish, es con toda claridad el más flojo de los tres. Su autor de origen polaco, Michal Kosakowski, es una importante figura del competitivo panorama artístico alternativo de Alemania que, aunque ha desarrollado una sólida carrera en diferentes medios (video instalaciones, cortometrajes, documentales, cine experimental), tan sólo cuenta con un largometraje en su haber, Zero killed, una polémica fusión de ficción y documental en torno al tema de la muerte. En todas sus manifestaciones, Kosakowski busca siempre agitar conciencias con una clara orientación hacia los temas sociales, de la que no está exento su episodio en German Angst, una fábula moral que parte de lo sobrenatural para especular sobre los roles de víctima y verdugo en un contexto dominado por la violencia. Las intenciones son buenas pero no están suficientemente bien expresadas, y tampoco ayuda el recurso de las escenas gore, resultando las mismas algo forzadas, como si el director buscara no desentonar con el tono general de la presente antología. Aún así cuenta con momentos ciertamente divertidos.



  Por último, tenemos el mejor capítulo de la trilogía, Alraune, nombre emblemático que alude a uno de los relatos más recurrentes de la iconografía teutona, el mito de la Mandrágora, la mujer vampiresa creada artificialmente y capaz de materializar los mayores terrores internos. Con ello el realizador Andreas Marschall pretende entroncar con la tradición del cine expresionista y simbólico, y lo cierto es que consigue rememorar con bastante acierto su espíritu, incluso en la técnica, al renunciar en gran parte a lo digital y apoyarse en los efectos visuales, con resultados sorprendentes. Marschall es otro nombre bastante desconocido pese a haber realizado varios filmes de muy interesante factura y conseguir superarse en cada nueva entrega. Gran dominador del montaje, desde su primera película, la limitada pero interesante Tears of Kali (Lágrimas de Kali), este polivalente cineasta demuestra una clara y sana tendencia al terror sobrenatural, con un estilo propio que aúna la psicología jungiana de los mitos y el inconsciente colectivo con la obsesión por los colectivos tan propia del cine social de su patria. Después de emular el giallo italiano en Máscaras, con Alraune nos demuestra su madurez y la facilidad que posee para pintar atmósferas de perversión sin desdeñar ningún recurso.




  German Angst, analizada en conjunto, también posee esa apariencia promocional y de producto inacabado propia de los filmes basados en contribuciones, caracterizados por ideas originales y arriesgadas de las que da la impresión que se podría haber extraído más jugo, como es el caso de Iron sky. Si en verdad tuviera alguna finalidad publicitaria esta sería precisamente uno de sus méritos, ya que en definitiva lo que consigue es erigirse como una suerte de antología que reivindica para el cine mundial los méritos desconocidos del terror germano. En realidad es el portafolio cinematográfico de tres interesantes creadores y renovadores del género, y sólo eso ya la convierte en una película necesaria y de visionado obligado para todo cinéfilo.



Josef A





Para saber más:

-Jörg Buttgereit, más allá del gore

http://negromancia.blogspot.de/2011/05/jorg-buttgereit-mas-alla-del-gore.html

- o en Caosfera:



- Podrán seguir leyendo a Josef A en:

https://www.josef-a.com/




viernes, 12 de enero de 2018

Vibraciones satánicas




Hace poco Caosfera os presentó un curioso microrrelato del escritor Samir Karimo; hoy nos sorprende con su faceta de guionista de cómics. Os presentamos Vibraciones satánicas, una breve tira cómica a medio camino entre el terror y el humor absurdo.

viernes, 5 de enero de 2018

Lo salvable del 2017




Nuestro colaborador, Redrum, nos habla de las doce películas de terror imprescindibles para entender el año que acaba de marcharse.



Antes de empezar con esta peculiar lista, me gustaría añadir que he tratado de hacerla lo más variopinta posible y que hay muchísimos títulos que me he dejado en el tintero, unos igual de destacables pero que por motivos de espacio no pudieron ser incluidos y otros que no me gustaron nada, como la muy popular Verónica, de Paco Plaza. Así mismo, quedaron por visionar “Tragedy girls”, “Thelma”, “It comes at night” y “47 meters down”; el tiempo dirá si habrían merecido formar parte de esta pequeña selección o no. De momento, aquí están las elegidas, en una escala que nos llevará de una buena película prescindible, a la que considero esencial en la retina de todo buen aficionado.

12.- Freehold




Incluyo este título únicamente por su concepción de rareza. A nivel cómico es interesante; la historia es teatral, basada de hecho en un ballet con el mismo título. Pero me gusta y merece estar aquí por el trabajo de Javier Botet: un genio que nos ofrece una maravilla de actuación, repugnante, inquietante, divertida y muy sorprendente. Definición en una palabra: asquerosa.

11.- It



¡Gran trabajo de Andy Muschietti! Película correcta y muy entretenida. Sin entrar en comparaciones con un libro que no he leído, ni pienso leer a corto-largo plazo, sólo puedo echar mano de la anterior adaptación de los noventa, de la que rescato especialmente el tratamiento que recibió la parte infantil, muy superior al horrible, muy horrible, tramo adulto. Ambas cintas, sin que alcancen el sobresaliente, han logrado engancharme, aunque esta última versión cuenta además con la mejor fotografía del año en una película de terror. Definición en una palabra: entretenida.

10.- Raw



Pese a sus detractores, "Raw" merece formar parte de cualquier lista de lo mejor del año, ante todo por su concepción puramente biologicista del comportamiento humano. No deja de ser un tema manido dentro de las ciencias de la salud pero con un enfoque mucho más grotesco y artístico porque esta vez la biología determinista de la que habla Ducornau te convierte en un animal. Definición en una palabra: sórdida. 

9.- Bitch



No os imagináis lo mucho que me gusta esta película, es posible que sea de sus mayores defensores. Es la comedia del año sin precedentes. "Bitch" es la cosa más vulgar que he visto este año y ya sólo por eso merece un lugar en el TOP. Es una sátira sobre la sumisión de la mujer frente al hombre y la inequidad de los roles domésticos. Una crítica a la ama de casa superwoman que trabaja, recoge a los niños de la escuela, ayuda a los niños con los deberes, plancha, cocina, limpia, friega y satisface las necesidades sexuales de su marido. Definición en una palabra: burra.

8.- Most beautiful island



¡Una película muy dura! Ana Asensio es una mujer con un par de cojones, mira que hay montones de momentos en los que el intento podría haber fallado pero este pedazo de actriz salva la película de forma portentosa. Es de esas películas que demuestran que con empatía y cuatro situaciones cotidianas se puede hacer una maravilla. ¡La angustia está servida! No dejo de lamentarme por las vivencias de la pobre Luciana. Definición en una palabra: trágica.

7.- Im pretty thing that lives in the house



En todos los TOPS de fin de año hay cabida para este tipo de películas contemplativas, unos optarán por “A ghost story” de David Lowery , yo prefiero una película de terror. “Im pretty thing that lives in the house” no es una película de fantasmas al uso, sino algo mucho más sutil. Con rescursos más bien líricos, nos recuerda que esas puertas que se cierran aparentemente solas en casa, el sonido de cuerdas tensándose o las manchas misteriosas que se extienden en suelo o paredes, no son otra cosa que señales de la cosa bonita que vive en nuestra casa, y que nos observa mientras dormimos o nos despierta cada mañana. La única que puede verlo todo, lo que sucedió y lo que está por venir, y que al mirarse al espejo no ve absolutamente nada. Definición en una palabra: escalofriante.

6.- Colossal



Bizarra e incomprendida. Quizás, "Colossal" sea de los filmes más completos, originales, y con mejor ritmo de la lista. Además de abordarnos temas tan interesantes como las desdichas del alcohol y la asquerosa envidia del ser humano. En fin… un trabajo fascinante que pienso ver muchas más veces. Definición en una palabra: apoteósica.

5.- Radius



Para mí esta película es la sorpresa del año, y me resulta incomprensible que haya pasado de puntillas sin llamar apenas la atención. "Radius" es una mezcla de sci-fi con thriller y algunos elementos de nuestro querido cine de terror que os dejará con ganas de repetir. Es de esas historias que te enganchan y te mantienen en vilo sin dejarte pestañear una sola vez. Imprescindible, no puede faltar en ningún TOP del año. Definición en una palabra: aditiva.

4.- The untamed (La región salvaje)



¡Viva el puto Lars Von Trier por crear Antichrist y viva Lovecraft!, gracias a estos genios se crean obras como "La región salvaje". Tan brutales, tan bonitas, tan fascinantes, tan sinceras… películas que te muestran las cosas como son. Primitivas, raras, hedonistas, llenas de odio, prejuicios y miserias. Porque el ser humano es un ser sexual, que necesita de plenitud sexual para ser feliz, muy lejos de las cohibiciones sexistas. Definición en una palabra: bella.

3.- El sacrificio de un ciervo sagrado



Al igual que me pasa con "Radius" la comento de soslayo porque no le quiero chafar a nadie la obra maestra que se esconde bajo este título. Como en el caso de al cinta “Miss Violence” se trata de uno de esos dramas tan crudos que dan más miedo que muchas películas de terror. Su guión tiene un diseño brutal, digno de la clásica malevolencia griega. La historia conseguirá intrigarte poco a poco y a mitad de camino te lanzarán una bomba; justo cuando hayas creído digerir semejante locura te soltarán otra perla que te dejará agonizando el resto del camino. Definición en una palabra: brutal.

2.- Get out



El clásico por excelencia. Es una lástima que una de las mejores películas de este año vaya a ser recordada porque nadie sabía lo que era. Ni su director sabe ya si es un thriller, una película de terror o sólo un drama social. Es muy deprimente que hasta su creador reniegue de cualquier influencia del cine de terror. Pero indistintamente de lo que piense acerca del asunto, es una buena película. Me encanta ese tono Hitchcock, las imágenes surrealistas, los giros de la trama, el protagonista… Es casi la película perfecta. Definición en una palabra: hipnótica.

1.- Super dark times



Han pasado 3 meses desde que la vi y aún sigo sin poder quitármela de la cabeza. Esos minutos finales me helaron la sangre, me desvirgaron como hacía mucho tiempo que no lo hacía otra película del género. Un coming-to-age que dejará huella en nuestro querido cine de terror por mucho tiempo; quizás la mejor película de este año. Definición en una palabra: impactante.