sábado, 30 de octubre de 2021

Ofensiva sobre Hong Kong: mafias, sabotajes y saqueos.

 


Ataque japonés a la base naval de Pearl Harbor


¡Mañana como siempre tendréis entrada especial de Halloween! Pero mientras tanto, vamos a desconectar un poquito y a tomar una ración de historia. Como siempre, nos llega a través del gran David López Cabia, que nos cuenta en esta ocasión el apoyo de la mafia china a los japoneses, en su afán por conquistar Hong Kong. Un episodio que no debemos olvidar...



Ya antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, China y Japón estaban enzarzadas en la Segunda Guerra sinojaponesa que había comenzado en 1937. Mientras tanto, Hong Kong, como colonia británica, se mantenía neutral, aunque lo cierto es que, a través de su puerto, se abastecían las fuerzas nacionalistas chinas de Chiang Kai-shek.

  A medida que transcurrían los años, Japón fue dando prueba de sus ansias expansionistas. Los británicos eran conscientes de la amenaza que se cernía sobre sus posesiones en Hong Kong, pero disponían de escasas fuerzas para defender la colonia. Doce mil soldados británicos, los voluntarios del Cuerpo de Defensa de Hong Kong y tres mil guerrilleros comunistas chinos engrosaban las filas aliadas en Hong Kong. A pesar de que los nacionalistas chinos de Chiang Kai-shek les ofrecieron ayuda, los arrogantes británicos la rechazaron. Y es que, temían que Chiang Kai-shek y sus nacionalistas aprovechasen la situación para recuperar Hong Kong.

  Mientras tanto, los japoneses optaron por sacar beneficio del sentimiento antibritánico que reinaba en un importante sector de la colonia. Así, los japoneses afincados en Hong Kong les proporcionaron información sobre las defensas británicas. Incluso reclutaron de manera una fuerza paramilitar para llevar actos de sabotaje en la colonia británica. Hasta tal punto llegaban los planes japoneses que estaban dispuestos a recurrir a la ayuda de las tríadas, las temibles mafias chinas que controlaban el juego, la prostitución y la extorsión.

  El origen de las tríadas se remonta al siglo XVII y, desde entonces, habían estado presentes en todas las capas de la sociedad china. Precisamente fue el comercio legal del opio fue lo que llevó a las tríadas a un enclave como Hong Kong, donde su poder era manifiesto. De ahí que los nipones quisieran ganarse el apoyo de aquellas temidas organizaciones criminales.

  Para poder contar con el apoyo de la mafia china, los agentes japoneses sobornaron a sus miembros. De este modo, terminaron creando una fuerza de unos diez mil hombres provistos de revólveres y granadas que se denominó Grupo del Cielo y Grupo de ayuda.

  Por su parte, el primer ministro británico Winston Churchill sabía que, si los japoneses atacaban Hong Kong, la colonia no tardaría mucho en caer. La intención británica consistía en mantener la posición hasta ser evacuados por la marina estadounidense.


Soldados canadienses en Hong Kong


  Los temores británicos no tardarían en hacerse realidad. El 7 de diciembre de 1941 los japoneses atacaban Pearl Harbor y un día después las tropas niponas iniciaban su ofensiva sobre Hong Kong.

  Cuando los japoneses atacaron, los barcos británicos recibieron órdenes de poner rumbo a Singapur. Para mayor desgracia de los defensores, no solo perdieron el apoyo naval, sino que también se quedaron sin cobertura aérea.

  No cabía duda de que los japoneses estaban logrando sacar partido del sentimiento antibritánico que mostraba buena parte de la población de Hong Kong. Los policías chinos e indios abandonaron sus puestos, al igual que los conductores chinos que trabajaban para el ejército británico. Resultaba evidente que un amplio sector de la población local no estaba dispuesto a derramar sangre por defender los intereses coloniales británicos.

  En este desastroso escenario, las tríadas irrumpieron dedicándose al sabotaje y al saqueo. Sin dudarlo un instante, los británicos ofrecieron suculentos sobornos a las tríadas para ganarse su favor. Tras reunirse con los jefes de las tríadas en el Hotel Cecil, les ofrecieron colosales cantidades de dinero para poder llegar a un acuerdo. A pesar de ello, a medida que la situación militar británica se deterioraba en Hong Kong, las tríadas fueron cambiando su lealtad, apostando finalmente por los nipones.

  Mientras los británicos perdían terreno, cientos de quintacolumnistas fueron ejecutados en las calles de Hong Kong. Prueba de ello es la matanza del callejón sangriento, donde doscientos prisioneros fueron fusilados, mientras que los hombres del almirante nacionalista chino Chan Chak acabaron con la vida de seiscientos colaboracionistas.


Almirante Chan Chak


  Las tríadas y las fuerzas paramilitares hostigaban a los británicos, hacían de guías para los japoneses y recurrían a astutos ardides, izando banderas niponas para hacer creer a los británicos que ciertas posiciones habían sido tomadas por el enemigo.

  A medida que transcurrían los días, la situación militar británica en Hong Kong se tornaba insostenible, pues el agua potable escaseaba. En vista de ello, el 25 de diciembre de 1941, el general Maltby y el gobernador Mark Aitchinson Young se reunieron con el general Sakai en el Hotel Penísula para formalizar la rendición de Hong Kong.


Famosa reunión en el hotel Península


  A la rendición británica le sucedieron saqueos, asesinatos y violaciones. Las propiedades de los europeos eran asaltadas y saqueadas. Las tríadas se sumaron al pillaje y los soldados japoneses deambularon por las calles cometiendo toda clase de atrocidades.

  Uno de los capítulos finales de la batalla de Hong Kong lo compone la épica huida del almirante Chan Chak. Pensando que los nipones no tendrían piedad, Chan Chak decidió escapar con setenta y dos oficiales británicos y varios soldados chinos a bordo de una serie de lanchas torpederas. A pesar de que las lanchas fueron atacadas y hundidas, los náufragos fueron rescatados por guerrilleros comunistas chinos y trasladados a territorio seguro.





BIBLIOGRAFÍA

-Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial, Jesús Hernández

-Eso no estaba en mi libro de la guerra del Pacífico, Rubén Villamor

-Los ejércitos del dragón, Rubén Villamor

-La Segunda Guerra Mundial, Antony Beevor




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