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¡Buenas noticias! Nuestro colaborador David López Cabia regresa a Caosfera, con uno de sus excelentes artículos sobre operaciones secretas y otras curiosidades bélicas. Ya lo echábamos de menos. En esta ocasión, nos habla de una de las ofensivas Alemanas más bizarras jamás vistas: la Operación Stösser. Y lo cuenta muy bien, así que no os lo podéis perder.
A finales de 1944 la catástrofe se cernía sobre Alemania. Los aliados acechaban el Reich desde el oeste mientras que los soviéticos avanzaban desde el este. Desesperado, Hitler decidió jugar una de sus últimas bazas para dar un vuelco a la guerra. El Führer había planeado una contraofensiva en Las Ardenas, Bélgica.
El plan consistía en concentrar el grueso de las fuerzas alemanas sobre Las Ardenas, el sector más débil de los aliados. Arrollando a los estadounidenses, llegaría hasta la estratégica ciudad portuaria de Amberes y dividirá a los ejércitos aliados. Creía Hitler que, si lo lograba, podría pactar una paz por separado con los aliados y volcarse contra su gran enemigo ideológico: la Unión Soviética.
Como parte de la contraofensiva de las Ardenas, los alemanes echaron mano de sus fuerzas especiales, lo que incluía a los paracaidistas. Uno de sus más destacados hombres era el coronel Friedrich August von der Heydte, un audaz aristócrata alemán cuyas pasiones en la vida eran la aventura y el lujo.
Así pues, Von der Heydte fue convocado por el mariscal de campo Von Rundstedt. Se le comunicó que debía saltar en paracaídas sobre Bélgica, tras las líneas aliadas. Para ello dispondría de 1.200 hombres, de los cuáles solo una reducida tenía experiencia en saltos de combate.
Von der Heydte |
El objetivo asignado a Von der Heydte era una encrucijada estratégica en Baraque-Michel. Debía tomar dicha encrucijada para cortar la retirada estadounidense y después enlazaría con las tropas de la 12ª División de las SS.
Para sembrar el desconcierto entre los estadounidenses, estaba previsto lanzar maniquíes sobre Stavelot. Este alocado plan recibió el nombre de Operación Stösser.
En una gélida noche del 17 de diciembre de 1944, los hombres de Von der Heydte despegaron desde Paderborn. La operación tenía muy escasas posibilidades de éxito, pero el ánimo de los paracaidistas alemanes era bueno y entonaban cánticos a bordo de los aviones.
Entonces, el fuego enemigo acechó a los Ju 52 alemanes. Los inexpertos pilotos, se desviaron para esquivar las descargas antiaéreas. El lanzamiento resultó desastroso y los hombres de Von der Heydte cayeron muy diseminados.
Ateridos, pequeños grupos de hombres trataban de reunirse en medio de un mar de nieve, abetos y pinos. Para colmo de males, en medio de tan aciago y brutal salto, eran muchos los paracaidistas que se habían fracturado algún hueso. De hecho, el propio Von der Heydte tenía un brazo roto.
El coronel Von der Hedyte, después de dar con seis de sus hombres, caminó hacia un cruce de caminos entre Eupen, Malmédy y Vervier. Los americanos, al verlos, creyeron que se trataba de soldados amigos, por lo que no dispararon.
El minúsculo grupo de Von der Heydte era insuficiente para entablar combate, por lo que se ocultaron en la espesura de un bosque. Pasaron las horas y a media mañana del 18 de diciembre de 1944, Von der Heydte solo disponía de 300 hombres.
Todo lo que le quedaba era tender pequeñas emboscadas a los estadounidenses, llevando a cabo una guerra de guerrillas. Si dichos ataques no causaron grandes daños, sí que sembraron el pánico entre los norteamericanos, que creían estar combatiendo a grandes contingentes de paracaidistas alemanes.
Pero la falta de alimento, el frío y la escasez de armas y municiones jugaban en contra de los hombres de Von der Heydte. Exhaustos, los paracaidistas germanos se dividieron en pequeños grupos para regresar a Alemania.
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Un extenuado Von der Heydte logró alcanzar la localidad de Monschau. Estaba herido, enfermo y aterido. Acogido por Herr Bouschery, cayó profundamente dormido. Poco importaba que Monschau estuviese controlado por las tropas estadounidenses, pues Von der Heydte estaba demasiado débil para proseguir la lucha.
Un día después, entregó una nota al hijo de Herr Bouschery en la que presentaba su rendición a los norteamericanos. El muchacho dijo a Von der Heydte que era miembro de las Juventudes Hitlerianas. A pesar del entusiasmo del muchacho, el aristócrata, muy debilitado físicamente, ya no tenía fuerzas para continuar combatiendo. Mientras tanto, las unidades estadounidenses patrullaban la zona en busca de los temidos paracaidistas alemanes.
Más tarde, dos oficiales del ejército de Estados Unidos acudieron a la casa de Herr Bouschery para arrestar a Von der Heydte. Encontraron al macilento oficial alemán aquejado de principio de neumonía y congelación en los pies. Tras ser interrogado, recibió asistencia sanitaria.
Así concluía la desastrosa Operación Stösser, que, si bien no había logrado alcanzar sus objetivos militares, sí que había contribuido a sembrar el terror y el desconcierto entre los estadounidenses.
BIBLIOGRAFÍA
La guerra secreta, Charles Whiting
Los héroes de Hitler, Jesús Hernández
La batalla de las Ardenas, Michel Herubel
Ardenas 1944: La última apuesta de Hitler, Antony Beevor
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