viernes, 2 de octubre de 2020

Érase una vez un vampiro: La noche en la que todo cambió para siempre (parte1)

 



Imagen sujeta a derechos de autor




¡Nuestro nuevo fichaje vuelve a la carga! Dahlia de Vargsson nos trae otra de sus historias vampíricas. Esperamos disfrutar de su compañía durante muuucho tiempo...



Todo comenzó un viernes por la noche después de una semana muy larga y complicada en el trabajo. Se dejó convencer por sus amigas para salir a cenar a su restaurante de ramen favorito: después una copa, unas buenas risas y a casa, pensó Sira, pero esa misma noche la vida o el destino tenían pensados para ella unos planes diferentes... 

   La cena fue genial, no había vivido una “noche de chicas” como esa desde hacía meses, lo necesitaba realmente. Después de la cena una de sus amigas dijo que conocía un sitio guay de copas donde ponían muy buena música y no esa mierda que pinchaban en la mayoría de los garitos. Así que tras unos muy merecidos “mochis” pagaron y cogieron un taxi. 

  Llegaron al sitio y cuando entraron casi no se veía nada, todo estaba deliberadamente oscuro. Allí, en la barra, lo vio: un tío alto, fuerte, de ojos muy penetrantes que la miraba fijamente. Ella se sintió un poco extraña pero no sabía por qué. La camarera les encontró una mesa cerca de la pista de baile y trajo una botella de cava. Aquella noche iba ser tranquila pero, al parecer, las chicas necesitaban guerra. 

  Después de la segunda botella levantó la mirada y, aunque se dio cuenta que el hombre de la barra la seguía mirando, decidió no darle importancia y seguir divirtiéndose junto sus amigas. Pero su subconsciente la llevaba a otear con disimulo y comprobar si aquellos ojos la seguían observando. Cada vez que espiaba al extraño se encontraba con sus ojos profundos e intrigantes... 

  Se sentía atraída por él, había algo que cautivaba su espíritu. tanto que al final cogió dos copas de cava, las llenó hasta la mitad y se acercó a la barra. Le ofreció una y brindó con él... 

  Erik, que así se llamaba el extraño, la miraba un poco sorprendido y a la vez orgulloso de sí mismo. Sonrió con malicia.

  Le encantaba ver cómo los humanos y sobre todo las humanas se sentían atraídas por su presencia, cómo sentían la necesidad de acercarse a él sin saber por qué. Pero con ella experimentó algo diferente, desconocía el motivo pero no podía negar que aquella chica ejercía sobre él un gran magnetismo. 

  Estuvieron hablando el resto de la noche y ella se olvidó de sus amigas, de su semana complicada en el trabajo, de todo. Lo único que le interesaba en esos momentos era él, un completo desconocido que la había conquistado con una sola mirada. 

  Sus amigas se acercaron para llevarla a casa, pero insistió en que se quedaría un rato más hablando con Erik y que después cogería un taxi. 

  Eran las 5 de la madrugada, la oscuridad de la noche no era habitual en aquella época del año. La pobre se vio deambulando por la calle sin saber dónde se encontraba ni cómo había llegado hasta allí. Sintió dolor en la garganta, tenía mucha sed y mucho hambre. Estaba mareada y no recordaba el momento en que había salido del local con su atractivo acompañante. 

  Buscó desesperadamente el teléfono para llamar un taxi y mirar la hora. Alguien pasó por su lado de manera tan rápida que apenas se percató, pero sintió una brisa helada y se asustó. Continuó caminando rápido, mirando a su alrededor, atemorizada.  Y de repente se topó con él, era Erik que la observaba con esos ojos profundos y misteriosos. No sabía si sentir alivio o terror... 

  A medio camino entre el llanto y la confusión y le preguntó: 


  —¿Qué me pasa? Que me has hecho? 


  Erik se acercó, tomó el femenino rostro entre sus manos y espetó: 


  —Amor, solo te he dado la oportunidad de que te conviertas TODO lo que siempre has deseado ser, depende de ti si la quieres aprovechar... 


  Y riéndose, la besó. Después la condujo hasta su coche y le abrió la puerta. 


   Se despertó y se dio cuenta de que estaba en una habitación grande con las cortinas cerradas, permanecía tumbada en una cama ancha y bastante cómoda. Erik estaba sentado en un sillón al lado del lecho: 


   —Buenos días amor, ¿qué tal has descansado? Imagino que tendrás muchas preguntas, así que mientras desayunas podrás preguntar lo que quieras y yo te responderé. Después serás tú quien decida si seguimos adelante o no.


CONTINUARÁ...




ENLACES DE INTERÉS






No hay comentarios:

Publicar un comentario