viernes, 10 de enero de 2020

Amaltea y Gritos sucios: una antología muy especial




El pasado 8 de enero, la web Filmtropia dio a conocer los ganadores de los II premios Amaltea, iniciativa de esta web cultural para insuflar bríos y visibilidad a obras de género alumbradas por editoriales independientes. Este fue el resultado:


  • Martín Felipe Castagnet, Premio Amaltea de ciencia ficción como autor de Los cuerpos del verano, libro publicado en España por Sigilo Editorial y por Editorial Pesopluma en Perú.

  • Nieves Guijarro Briones, Premio Amaltea de terror como coordinadora de Gritos sucios, una antología splatterpunk, libro publicado por Ediciones Vernacci.

  • Beatriz García Guirado, premio Amaltea de fantasía como autora de La tierra hueca, libro publicado por Editorial Aristas Martínez.

  • Alberto Chessa, Premio Amaltea Los otros autores, como traductor de El pescador (John Langan), libro publicado por La biblioteca de Carfax.


Estar entre los ganadores es un auténtico honor. Gracias por este maravilloso reconocimiento.

   Gritos sucios ha sido una auténtica aventura de principio a fin. Por eso voy a hablaros, sin dilatarme mucho, de su proceso de creación.

  La idea llegó por dos cauces principales: El primero, un relato que me encantaba pero que no tenía la extensión suficiente para ser publicado como novela, me refiero a Amor de dioses, de Bob Rock, incluido finalmente en la antología. El segundo, que este relato perteneciese al género splatterpunk, lo que me llevó a recordar una antología precisamente de este género que tuvo un importante éxito a nivel europeo: la italiana Juventud Caníbal. Pese a la tentación inicial de proponer una reedición de dicha antología, una charla con el editor Rafael Lindem me convenció de que éste sería un proceso demasiado farragoso, y que la edición de una nueva obra que siguiera la senda de la original (y que incluso fuese más allá en algunos aspectos) podía resultar mucho más interesante. Por supuesto, la inclusión del mencionado relato estaba asegurada, pero era necesario encontrar compañeros de viaje que supiesen adentrarse en este subgénero tan desconocido todavía por muchos. Para este fin decidí organizar una convocatoria que me permitiese seleccionar lo que terminaría convirtiéndose en el resto del volumen. Este cuerpo estaba compuesto por once relatos de diferentes temáticas pero unidos por una misma sensibilidad. La que buscábamos. La que necesitábamos. 

  Después llegaron las revisiones y el proceso de diseño. Fue un camino largo, sujeto a modificaciones de todo tipo para que las piezas acabaran encajando en el mismo puzzle. Gracias, Rafael Lindem, por tu gran labor y tus consejos en este campo. 

  Precisamente fue Rafael quien, conociendo mi apego por la obra del reconocido cineasta Robert Morgan, se puso en contacto con él para que aceptara diseñar la cubierta de la obra. Robert aceptó de buena gana y facilitó mucho todo el proceso. Gracias, Robert Morgan, por portarte tan bien con nosotros y por este pedazo de cubierta.

  La cuestión prólogo/epílogo era otro frente. Fue una verdadera aventura dar con el texto adecuado, que nos llevó a contactar con gente realmente interesante en el mundo del terror tanto literario como cinematográfico. Tras muchos dimes y diretes, fue el escritor y editor Alberto Ávila Salazar el encargado de afrontar el encabezamiento de la obra, demostrando su amplio conocimiento del género.  Gracias por tu ayuda, Alberto. Y gracias también al autor del epílogo, Vicente Garrido Genovés, uno de los criminólogos más prestigiosos de España, que se lanzó sobre el proyecto sin pensarlo.

  Pero todavía necesitábamos una guinda. Soraya Murillo Hernández se encargó de proporcionarla. Sabíamos de su amistad con el desaparecido Jack Ketchum y de las largas conversaciones que había mantenido con él durante sus últimos años de vida. La idea de incluir un pasaje sacado de una de estas conversaciones nos sedujo profundamente. El pasaje procede de la última conversación, y en ella, el malogrado genio de Nueva Jersey nos define lo que es para él el miedo. Gracias por tu generosidad, Soraya.

  Y por supuesto, gracias a las vísceras de la obra: Bob Rock, Francis Novoa, Lou Wild, Juan Díaz Olmedo, Sergi Soler Blanch, Ariel S. Tenorio, Fran Mateu, Jose Ángel conde, Francisco Negrete y Tetsuo Kochi. Gracias por vuestra febril imaginación y vuestro trabajo. 


GRACIAS A TOD@S DE CORAZÓN.



  

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