viernes, 17 de abril de 2020

Ted Bundy: enamorada de un asesino






La piel del asesino es fascinante. Navegar hacia la comprensión de conductas monstruosas puede ser un viaje capaz de sumergirnos en la más profunda abyección. Se ha especulado mucho en torno a este tipo de conductas, abundan los estudios, las autoridades en la materia, los métodos de investigación en base a entrevistas con los propios criminales. Reconocemos que todo esto es justo y necesario, así como también nos damos cuenta de que en cada titular de prensa, en cada exposición de los hechos y en cada composición televisiva y/o cinematográfica, el asesino es siempre el protagonista. Vaya por delante que, en mi opinión, mientras que cualquier tipo de documental está sujeto a periodos de estudios y contrastado por expertos, los biopics son únicamente exposiciones ficticias que, aunque basadas en hechos reales, dejan mucho que desear. Para no pillarme los dedos diré que hay excepciones, pocas, y se distinguen por un tratamiento especial (como por ejemplo, que el entorno más cercano del asesino dé el visto bueno y reconozca los hechos reflejados en la producción como exactos, cosa que no suele ocurrir). Es por esto que prefiero dejar a un lado la crítica de biopics en pos de productos como al que voy a referirme a continuación, más en sintonía con mi capacidad de análisis.

   Si hay una figura explotada hasta la saciedad, sin duda es la de Ted Bundy, uno de los asesinos más carismáticos del conocido como siglo de la vanguardización (siglo XX). De por sí, los juicios de Bundy fueron un claro ejemplo de circo mediático que llegaron incluso a causar furor entre toda una masa capaz de restar protagonismo a los terribles suplicios de sus muchas víctimas (cuyo número exacto jamás se conocerá). La estela de Bundy pareció difuminarse levemente cuando el 24 de enero del año 1989 se le aplicó la pena de muerte, a pesar de que sus abogados trataron por todos los medios de conseguir una nueva prórroga de tres años a cambio de la confesión de todos sus crímenes. Como no podía ser menos, al igual que sucedió durante los juicios, su ejecución se convirtió en un espectáculo gracias al "buen hacer" (ironic mode on) del vulgo enfervorizado, más preocupado en entonar consignas medievales que en mirar la paja en su propio ojo. Así es y así será por los siglos de los siglos...

  Dado que todo lo que rodea a Bundy es puro oro sensacionalista, la todopoderosa distribuidora de contenido audiovisual Netflix, logró impulsar en 2019 un proyecto documental de cuatro únicos episodios con la figura de este carismático asesino como protagonista, su título Conversation with a killer: Ted Bundy tapes. Las entusiastas críticas provocaron una nueva oleada de fervor hacia su figura, por lo que la propia Netflix sintió la necesidad de pronunciarse y mostrar su preocupación ante tales reacciones. Por supuesto, y no ajena a la rentabilidad de este tipo de proyectos (y también al interés, que todo hay que decirlo), la plataforma rival Amazon Prime video se puso las pilas y en enero de este mismo año decidió abarcar la figura de Bundy desde otra perspectiva diferente. Para ello, ha contado con el entorno más próximo del asesino, así como  con algunos de los familiares y amigos de las víctimas, que han ofrecido sus testimonios, escalofriantes en algunos casos y de carácter especialmente íntimo en otros. Todos y cada uno de ellos son interesantes, aunque me han resultado especialmente impresionantes las palabras de Elizabeth Kloepfer (más conocida como Elizabeth kendall en su faceta de escritora), quien mantuvo una relación sentimental con Bundy desde que se conocieron allá por el año 1969, y su hija Molly, quien todavía permanece profundamente impresionada por el macabro descubrimiento. Ambas sufrieron un fuerte shock psicológico que derivó en problemas de alcoholismo. El propio hermano de Bundy también hace acto de presencia con una actitud que refleja humildad y un profundo rechazo ante los bestiales hechos, a pesar de haber mantenido una estrecha y profunda relación fraternal. Otros testimonios más escalofriantes son los de Karen Sparks, superviviente de un bestial ataque de Bundy en el año 1974; o Carol DaRonch, que escapó arrojándose al asfalto con el coche en movimiento, mientras el asesino conducía hacia una carretera de Utah. Como digo, estos son algunos de los testimonios más impresionantes que pueden encontrarse, junto a otros algo más neutros, como el de Diane Smith, amiga de Carol Boone, quien contrajo matrimonio con él ante la opinión pública durante una de sus mediáticas sesiones judiciales, o de profesionales de gran calibre como Kathleen McChesney, quien ocupó varios puestos importantes en en la Oficina Federal de investigaciones del FBI y llevó a cabo una investigación sobre varios casos de asesinato relacionados con Bundy; Barbara Grossman, la primera reportera senior en Salt Like City que, además, tuvo la oportunidad de entrevista a Bundy cara a cara; la abogada Polly Nelson, miembro del último equipo de defensa de Bundy amén de la Historiadora Barbara Winslow, aunque esta última redunda  más en la historia del activismo femenino.

   Cabe recalcar que este documental está centrado en la figura de la mujer, puesto que las víctimas de Bundy eran femeninas. Es por ello que las principales entrevistadas son mujeres, y se debate, principalmente, la situación del sexo femenino a lo largo de la historia y durante los años en los que acontecieron estos hechos criminales, dejando claro que la posibilidad de defensa de las víctimas era prácticamente nula y entraba en la convicción popular el que no se defendiesen ante una agresión sexual si deseaban conservar la vida. Aquí entra en juego la figura de Py Bateman,  fundadora de la Unión Feminista de kárate de la Universidad de washington, quien impartió clases de defensa a un sinnúmero de alumnas. 

     Otro de los puntos claves a tratar es el de la pena de muerte, donde podemos advertir varias posturas. De un lado, algunos de los testigos se manifiestan a favor de la ejecución de Bundy, aunque cabe resaltar que son los menos, mientras que otros manifiestan un claro rechazo. Muy en contra de lo que se pueda pensar, cobran especial relevancia las palabras de Vivian Winters, madre de una de las víctimas, que además de mostrarse en desacuerdo con la decisión del estado, insistió en ponerse en contacto con la madre de Bundy por considerar que ambas eran dos madres desconsoladas que habían perdido a sus hijos. El extracto de esta conversación es, sin duda alguna, uno de los más emotivos que podemos encontrar en la serie documental. Winters, por cierto, fue entrevistada hace algunos meses en relación al estreno de Extremely wicked, shockingly, evil and vile, film presentado en el año 2019 por el director Joe Berlinger, que contó con el protagonismo de Zac Efron en el papel de Bundy, y que mostró su disconformidad en torno al enfoque del film dado que recibió comentarios acerca de la glorificación del asesino por parte de su director. No en vano, afirmó no haberla visto. 

     Puesto que éste no es un producto morboso, no lo recomendaría a espectadores más interesados en la visión introspectiva del asesino o los detalles de sus crímenes. Tiene un alto bagaje humano, por lo que tiene fácil calado entre el público más sensible, sobre todo entre el femenino, debido a sus características. Por otro lado, su acabado técnico es más que sugerente y presenta la información de manera acertada, sin provocar fatiga o desinterés en el espectador. Merece la pena sentarse y dedicarle unos minutos de nuestras vidas. Ellas perdieron mucho más.


Algunas de las víctimas confirmadas de Ted Bundy. Imagen sujeta a derechos
de autor


      
  

FDO: NIEVES GUIJARRO

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