viernes, 8 de noviembre de 2019

Razas de noche: el gran salto mortal de Clive Barker



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Hoy os traigo esta pequeña contribución: un artículo sobre Cabal, una de las obras más icónicas de Clive Barker. El simbolismo de Barker me apasiona, por eso he decidido dedicarle estas palabras. Para tod@s vosotr@s:



Lo que el tiempo no nos roba ante nuestras narices, lo roban las circunstancias. Era inútil esperar otra cosa, inútil esperar que de algún modo el mundo te deparase algo bueno. Cualquier cosa de valor, cualquier cosa a la que te aferrases por tu salud se consumiría o te sería arrebatada a largo plazo, y el abismo se abriría tras de ti... 

  
  ¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida sentimientos tan demoledores como los de Aaroon Boone, nuestro protagonista? ¿Qué afortunado ser no ha pensado jamás en abandonarlo todo? Son estas, sin duda, unas líneas reveladoras que preparan al lector para lo que está por venir: un magnífico relato plagado de horribles crímenes, personajes de compleja moralidad y seres mitológicos increíbles. Una obra que a pesar de estar catalogada dentro de las mil variantes del terror y fantástico logra convertirse en algo que va un poco más allá. 

  Para los lectores más avezados y conocedores del género no es necesario que diga el título de la obra que procederé a diseccionar. Se trata, nada más y nada menos, de Cabal, la mítica novela de Clive Barker editada en el año 1988, un libro rico en matices que se ha ganado por derecho propio la categoría de mítico. 

  Antes de seguir profundizando en la historia que nos ocupa, conviene realizar un pequeño inciso para repasar la trayectoria de su autor. Decir que Clive Barker es una estrella es quedarse corto, ya que sus libros están entre los más alabados dentro del ámbito terrorífico. Es más, el tipo de emociones que ofrece se entienden como una redefinición de la literatura de género. A nivel argumental e iconoclasta, el terror y el dolor van de la mano; se trata de una simbiosis que extrañamente conduce al placer. El propio Sade realizó esta afirmación: «Es siempre por el dolor que uno llega al placer», y no fue el único que expuso pensamientos filosóficos al respecto. Precisamente éste es el concepto que logra la originalidad del universo de Barker, un universo remarcadamente sexual con connotaciones sadomasoquistas que cuenta ya con traducciones en más de veinte idiomas. Aunque en este artículo mi pretensión es centrarme en Cabal, en sus protagonistas, en su fondo y en su adaptación cinematográfica, me gustaría repasar algunas de las obras más relevantes de Barker: 

  Su primera novela, El juego de las maldiciones (1985), ganadora del Bram Stoker Awar, se centra en la psicología de Marty Strauss, un preso a quien le conmutan la condena a cambio de vivir supeditado al mandato de otra persona, Joseph Whitehead, quien le termina contratando como guardaespaldas aprovechándose de un programa de reinserción. Este segundo personaje tal vez pudiera pasar por un simple “villano” ávido de poder, pero no, resulta bastante convincente y complejo. De otra parte está el personaje secundario de esta historia, aunque totalmente necesario; para quienes conozcan la novela huelga decir que estoy hablando de Mamoulian, el misterioso jugador de cartas diabólico que se cobrará salvajemente un tributo a cambio de sus favores. Los sentimientos de nuestro protagonista, Strauss, están representados de una forma profunda, agónica y convincente, tanto que logra transmitir al lector un pretendido efecto empático. Lo que comienza siendo la historia de un pacto diabólico a cambio de poder, acaba convirtiéndose en relato salvaje repleto de torturas, humillación y, como suele ser común en el universo de Barker, un festín de perversiones sexuales. Aunque hay quien la califica de excesiva y barroca, no es más que una proyección del Barker más tradicional y aclamado. 

 Sin duda, El juego de las maldiciones es una clara predecesora de la obra que voy a tratar en este epígrafe. En el año 1986 aparece The Hellbound Heart, primera novela perteneciente a la mítica saga Herraiser y finalista en el año 1987 al Premio Mundial de Fantasía. Pero si hay algo que, evidentemente, ha hecho famoso el manuscrito ha sido, sin duda, la reconocida adaptación cinematográfica escrita y dirigida por el propio autor en ese mismo año. Consideradas obras de culto, tanto el film como la novela cuentan la historia de Frank Cotton, un hombre ávido de nuevas emociones que compra en Marruecos una misteriosa caja negra adornada con filigranas doradas. A través de este objeto Cotton introduce en esta dimensión a una especie de seres “diabólicos”, los cenobitas. Denominados en la novela original como «los teólogos de la orden de la incisión o hierofantes», estas entidades representan el cuestionamiento moral sobre los métodos para la obtención del placer sexual. De ahí su representación sadomasoquista y perversa. Cotton pide a estos seres perversos la experimentación de nuevos placeres y sensaciones, sin sospechar el alto tributo que deberá pagar a cambio. Este tributo pierde cualquier tipo de ambigüedad con el terrible instrumental de los demonios, garfios y cadenas, que despedazará a Cotton. Poco tiempo después de estos hechos, Rory Cotton, hermano de Frank Cotton, decide irse a vivir a la misma casa donde sucedió todo junto a su nueva mujer, Julia, y su hija, Kirsti. Lo que Rory desconoce es la breve aunque intensa aventura amorosa que su mujer tuvo con Frank, una aventura que, a pesar de consistir en meros encuentros de índole sexual, parece haber marcado profundamente a Julia. Cuando, sin pretenderlo, Julia vierte su propia sangre sobre el suelo del desván, lugar donde acaeció el triste final de Frank, provoca que el espíritu condenado de su cuñado abandone el plano de los cenobitas para buscar un recipiente carnal. Sin restarle importancia a la versión cinematográfica, me gustaría recalcar que The hellbound heart es una obra íntima, ambiciosa y descarnada que trata temas implícitos en su título: el amor que llega y se va, la desesperación por abandonar una vida anodina y poco gratificante, la incapacidad para aceptar la propia naturaleza y, por supuesto, una deliciosa sátira religiosa camuflada bajo la apariencia de las entidades protagonistas. Un complejo drama que puede parece mucho más sencillo a través de su icónica plasmación en pantalla, que, repito, aún estando considerada una obra de culto, se aleja de su profundidad original. 




  La segunda entrega de la mítica saga, The Scarlet Gospels (2015), no tuvo tanta fortuna. Es fácil también comprender el porqué: Pinhead, el cenobita protagonista de la saga, asesina a unos hechiceros y roba un libro de conjuros. La trama sigue perdiendo el norte mucho más cuando aparece en escena un detective privado y un viaje de nuestro protagonista cuyo motivo es un encuentro con Lucifer. Como puede verse, aquí se rozan los límites de lo esperpéntico, lo bizarro y lo incongruente. Por otra parte sus diálogos están carentes de chispa y sólo sirven para llenar la obra de páginas inútiles. Es triste, pero aquí no puedo postularme de otra manera porque lo único que puede encontrarse en sus páginas es un batiburrillo decepcionante. Tampoco creo que esperar el cierre de la saga con Hellraiser, the toll, vaya a aportar demasiado. Personalmente me quedo con la primera de ellas para evitar recordar la acritud y mal sabor de boca que The Scarlet Gospels ha “regalado” a los fans de la saga. 

  Volviendo a terrenos más apetecibles, ni que decir tiene que una de las obras que más valía y personalidad ha dado a Barker, a parte de la que vamos a diseccionar, es la colección de relatos Libros de sangre (1984, 1985). Se trata de una serie de antologías brutales donde los dilemas morales, la depravación sexual, el climax sobrenatural y la presencia de una fauna perturbadora actúan como telón de fondo para historias con una doble y profunda lectura. Por supuesto, algunas de estas historias encontraron adaptación cinematográfica y además con bastante fortuna. Tal es el caso de Dread (2009), un film bien resuelto que narra la historia de unos estudiantes de la facultad de filosofía que se embarcan en un ambicioso proyecto relacionado con el mundo de las pesadillas. Otro de esos casos extraordinarios es el de The Midnight Meat Train (2008), la historia de un fotógrafo, León Kauffman, contratado para plasmar la realidad social de Nueva York. Lo más destacable de esta obra es la presencia de un genial Vinnie Jones como el asesino y la fidelidad al relato original, que se nota más que nada en el cuarto final de la película. También es bastante afortunado el último de los ejemplos que voy a nombrar: Book of Blood (2009), un película que habla de la comunicación con el más allá y sus peligros. Su protagonista femenina, la investigadora Mary Florescu, conoce a un estudiante que afirma poder comunicarse con los muertos. Bien interpretada, bien escrita y estilísticamente fantástica, Book of Blood es un claro ejemplo de cómo llegar a un público surtido sin perder el norte ni incurrir en tópicos. 

  Resulta paradójico que la novela editada un año antes de la que da título a este artículo sea, precisamente, una de las que se identifican como más alejadas de la forma y el fondo habitual de Barker. A pesar de que Weaverworld (1987) es una obra con un clímax entretenido, es cierto que en ocasiones su lectura se torna complicada y pretenciosa. Más cercana a la fantasía que al terror, se trata de una obra que habla de la magia, de los sueños y de la salvación de un mundo donde las fuerzas del bien y del mal se debaten en un pulso continuo. En esta ocasión parece que la pluma de Barker falla con el retrato de algunos de los personajes, también retrata situaciones que parecen forzadas e incluye determinadas características que la harían pasar por una obra con un fondo religioso, aunque no tanto como en su novela Imajica, donde redefine la fantasía con la presencia de mitología mística y cierto toque pretencioso. A pesar de estos inconvenientes hay que ser justos, sus más de seiscientas páginas son relativamente ágiles y están dotadas de un halo experimental cuanto menos curioso. 

  Huelga decir que la trayectoria de Barker es inmensa y por ello me resulta imposible analizar más pormenorizadamente cada una de sus obras. Al hilo de lo que comentaba al inicio de este artículo, voy a ceñirme a la que es, junto con The Hellbound Heart y Books of Blood, una de sus obras más laureadas: Cabal, una obra narrada en veinticinco capítulos, agrupados a su vez en cinco, y narrados en una tercera persona omnisciente. Un libro que parte de un simple hecho cotidiano como el de un paciente que necesita ayuda psicológica: 

  Las espantosas pesadillas de Aaron Boone le hacen llegar al convencimiento de que es autor de unos crímenes aberrantes. Para terminar de rematar esta convicción su psicólogo, el doctor Decker le convence de que no son pesadillas, sino imágenes reales de crímenes que ha cometido. Aquí comienza la penitencia de Boone que, creyéndose destinado al infierno, busca su sitio en un legendario lugar llamado Midian, donde otros seres también repudiados, las razas de noche, encuentran su lugar en el mundo. Resulta obvio que son muchos los temas que subyacen bajo este curioso envoltorio de sangre y criaturas fantásticas, entre ellos están el miedo a la aceptación y los problemas para adaptarse en la sociedad de ciertos colectivos, la sátira religiosa o la recuperación del amor perdido. Como vemos temas constantes en la literatura de Barker. Creo que estaría bien comenzar con un pequeño análisis de los protagonistas de la obra: 

  Por un lado, como ya hemos dicho, tenemos a Aaroon Boone, un hombre con graves problemas psicológicos. Es un hombre que vive paralizado por el miedo y que, para sorpresa del lector, experimentará una evolución constante que le dejará marcado. 

  Pero si hay alguien que soporta realmente el peso de la trama esa es su mujer, Lori, quien se niega a creer en la frialdad y la psicopatía de Boone. Este personaje no sólo soporta el tratamiento de Boone sino que viajará hasta las mismísimas entrañas de la tierra para recuperarle. En mi caso, aún siendo Boone el protagonista, debo decir que Lori y su fuerza de voluntad han tenido más calado. La magia de “los buenos” contra “los malos” es también un recurso constante en las historias de Barker y un muy buen aliado. 




  Aunque estos son los personajes principales y más interesantes, existen otros secundarios también maravillosamente perfilados y fascinantes: 

  El doctor Decker y su frivolidad son claves en esta historia, él es quien convence a Boone de su culpabilidad y su demencia, pero, muchas veces, las cosas no son lo que parecen... 

  Narcisse es quien convence a Boone de que su lugar está en Midian. Se trata de una aparición ambigua, enigmática y sin rostro. El detalle característico de sus dos uñas plateadas resulta curioso. 

  Lylesburg gobierna en Midiam y es una especie de dios para las razas de noche. Su aspecto es, quizá, algo prototípico: rostro delgado y enjuto, ojos grandes y hundidos. Aunque pueda parecer una suerte de Nosferatu, este personaje tiene también giros brillantes e inesperados. 

  Junto con Jackie, Peloquin es una criatura antropomorfa con ciertos rasgos reptilianos, una de tantas que pertenecen a la extrañas razas de noche. 

  Otros personajes como el banquero Curtis, Shunna Sashi, la mentirosa Sherly Ann o el capitan Eigerman terminan de dar forma a esta compleja obra. 

  Cabe decir que cuando Cabal vio la luz en el año 1988 no llegó sola, sino que fue editada dentro del sexto volumen de la antología Books of blood de la que, si mal no recordáis, he hablado en párrafos anteriores. Al igual que sucede a lo largo de la trayectoria literaria de Barker, no sólo se da tratamiento a ciertos temas comunes como la religión, los tabúes, el sexo o la inadaptación de ciertos sectores, sino que los diferentes tipos de fauna descritos por su creador realizan cameos en prácticamente todas las novelas y en algunas de las historias cortas. Todo encaja a la perfección, como las piezas de un puzzle. 

  Al igual que sucedió con The Helbound Heart, Cabal encontró su versión cinematográfica en el año 1990 con el título Nightbreed (Razas de noche). A modo de curiosidad cabe recordar que 5 años antes se estrenó el film titulado Underworld, una idea original de Barker en la que un médico, el doctor Savar, crea una raza de seres tullidos que viven en el subsuelo. Un claro precedente de lo que estaba por llegar. 

  Nightbreed llegó por obra y gracia del productor Morgan Creek y del propio Clive Barker, quien la dirigió además de escribir el guión. Al igual que en la novela, la película narra las aventuras del traumatizado Aaroon Boone y su descenso a los infiernos. Se trata de una obra con un importante calado visual que no fue bien recibida en taquilla, pese a contar con un, nada desdeñable, despliegue creativo y de colaboraciones que incluían al legendario diseñador de producción Ralph McQuarrie (Star Wars, Cocoon…). 

  A pesar de su exiguo calado el paso de los años logró darle la merecida categoría de película de culto. 

  Dotada de un presupuesto mínimo que bien puede advertirse en el metraje, no deja de ser una película al más puro estilo Clive Barker. Muy en contra de lo que sucede en este tipo de producciones de serie B, sus personajes están trabajados y bien interpretados. El plantel protagonista está muy bien seleccionado y cuidado; por un lado tenemos a Craig Sheffer (Fire in the Sky, A River Runs Though It) como nuestro protagonista, Aaron Boone. El segundo personaje principal, Lori Winston, está encarnado por la actriz Anne Bobby (Baby of the Bride, Beautiful Girls) y no podemos pasar por alto la aparición de Dough Bradley, sobradamente conocido por su interpretación del cenobita Pinhead en la saga Hellraiser, como el maestro de ceremonias Dyrk Lylesberg. Tenemos también, encarnando al enigmático Narcisse, a un veterano con una amplia carrera, como es el caso de Hug Ross, que ha participado tanto en producciones cinematográficas como televisivas y, por supuesto, como guinda del pastel, al gran David Cronenberg en el papel del psicólogo Phillip Decker. 

 Los diseños de las criaturas son magníficos, tanto que buena parte del atractivo de la película radica en su poder visual. En todo lo demás su calado es sensiblemente inferior al de al novela, tal y como sucedió con la adaptación de The Hellbound Heart. También es cierto que existen ligeras variaciones como la inclusión de la criatura conocida por Baphomet, o el profeta. Sus connotaciones sexuales y la crudeza de la trama tienen una representación mucho más intensa que en la novela. Un claro ejemplo de ello es la masacre de Midian a manos de la policía. A este respecto cabe añadir que a la 20 Century Fox no le gustaron demasiado ciertas escenas de violencia y decidió cortar unos 45 minutos del metraje original. Obviamente, Clive Barker se mostró reacio a esta censura y respondió dejando un poco de lado el mundo del cine. 

  Otro punto fuerte del film es la maravillosa banda sonora a cargo de Danny Elfman. Reconocido como el compositor favorito de Tim Burton, Elfman no necesita presentación, pues en su haber se encuentran piezas como las utilizadas en Pesadilla antes de navidad, Batman o Beetlejuice. Las piezas utilizadas en este film tienen el sonido propio del autor y son tan dignas como las de cualquier otra producción de género. Haría especial hincapié en el tema que cierra los créditos, tal vez el más característico en cuanto a sonido. A modo de curiosidad me gustaría añadir que al principio de la escena en que el doctor phillip K. Decker se reune con Sheryl Ann suena una rara versión country del tema Skin, de la banda de Danny Elfman, Oingo Boingo. 

  Por todas estas características, el film ganó adeptos con el paso del tiempo. Tras escuchar al vox populi, Morgan Creek Productions puso a la venta el DVD y el Bluray Nightbreed-The Director´s Cut, titulado más tarde Nightbreed-The Cabal Club. Varias son las versiones comercializadas: 


Nightbreed versión cine, con 102 minutos de duración y un único DVD 

Nightbreed, the director´s cut, con 120 minutos de duración y 2 discos. Uno de ellos contiene la película y el otro el making off y una entrevista con Clive Barker, amén de muchos otros extras. 

Nightbreed, The Director´s Cut Limited Edition. Contiene un disco más que la anterior edición, lleno de escenas eliminadas, sesiones de maquillaje y entrevistas. 

Nightbreed, The Cabal Club. Esta última pendiente de edición y de contenido desconocido. 

  Al igual que en el caso de Hellraiser, recomiendo disfrutar la novela, mucho más profunda y trabajada. Si bien es cierto que el film merece un hueco en la videoteca de todo buen aficionado al género, no deja de ser un divertimento, aunque más que digno. Como apunte final, señalaré su salto confirmado (o eso dicen) a la pequeña pantalla en forma de teleserie. Mientras tanto, qué mejor que disfrutar con la lectura de la obra original, y de un Clive Barker en estado puro. 






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