viernes, 16 de agosto de 2019

Algún día se encontrarán VoI 2


Imagen sujeta a derechos de autor


Os traemos, por fin, la segunda parte de Algún dia se encontrarán, un relato splatterpunk del autor José Martínez Moreno. No os perdáis este brutal desenlace y, por supuesto, no olvidéis votar al final del post. Vuestra opinión es importante.





Tras otro mes caminando sin prisa alguna llega a Chelyabinsk, donde acaba con dos vampiros más y con una maléfica bruja de gran poder. Desde allí parte hacia Moscú, donde llegará casi tres meses después para establecerse de manera definitiva. 


Moscú; año 1747. 

  Ha pasado casi medio siglo desde que Bolkoi despertara. En todo ese tiempo ha follado de forma esporádica con vivos y muertos y ha derrotado a infinidad de criaturas malignas, en su mayoría vampiros y hombres lobo. La ciudad es como una enorme despensa de maldad y se sorprende de la cantidad de seres oscuros que pueblan el subsuelo de la urbe. Aun así, en muchas ocasiones se ha alejado de ella para explorar las ciudades vecinas, movido por la curiosidad. Debido a eso ha pasado largas temporadas sin cruzarse con ningún ser de oscuridad, pero ha aprendido a controlar su hambre hasta el punto de poder aguantar años sin alimentarse. 

  El tiempo no hace mella en él y su aspecto es el mismo de siempre, pero su fuerza, destreza y habilidad han aumentado debido a ese entrenamiento que lleva a cabo desde el principio de su aventura. Ha progresado de tal manera que ha vencido a grandes manadas de lobos y también ha salido victorioso de emboscadas vampíricas perpetradas por más de diez monstruos. Su vida en los últimos años transcurre en una monótona sucesión de cacerías que afronta con paciencia.

  Es medianoche y Bolkoi se pasea por unas callejuelas solitarias cuando de pronto percibe una señal que le avisa de una presencia maligna cercana. Es tan intensa que se detiene en seco. Nunca hasta ahora en esos casi cincuenta años ha sentido el mal con tanta intensidad. Se mete con rapidez en una calle situada a su izquierda y, tras callejear un rato, la señal le lleva hasta un lóbrego edificio abandonado, frecuentado por vagabundos y gente sin hogar. Nada más entrar encuentra el primer cadáver. Un desgarro brutal en el cuello deja ver hasta las vértebras, pero ni pizca de sangre alrededor. Hay una expresión de total horror en los ojos del muerto, cuyo cuerpo lívido parece desmadejado, roto, como si una mano enorme lo hubiera exprimido hasta romperle todos los huesos. 

  Encuentra siete cuerpos más en idénticas condiciones; guiñapos humanos de gesto horrorizado, desangrados, vacíos, rotos. Bolkoi tiene una clara idea de quién lo ha hecho: un vampiro. Pero no uno cualquiera. Esto es obra de uno muy especial. Sabe que aquel al que sus siervos llaman El Creador, un ente mil veces más poderoso que cualquiera de ellos; un ser que en tiempos de Jesucristo ya llevaba miles de años ejerciendo su maldad sobre la faz de la Tierra. Pero a pesar de ese poder inmenso está seguro de vencerle, es otra de esas cosas que le dice su voz interior, aunque también sabe que no será nada fácil y que si se confía y no toma las debidas precauciones, podría morir en el intento. 

  Bolkoi siente que la señal se ha debilitado de repente. El Creador ya no se encuentra allí. Ha percibido que el vampiro también le había detectado y aunque no ha creído adivinar temor en el no muerto, sí ha sentido grandes cantidades de cautela, respeto... y odio. Por lo visto, hoy no es el día de enfrentarse a él. Quizá más adelante... 


Dos semanas después. 

A miles de kilómetros, en plena Siberia, algo turba la superficie del lago Baikal. En su lado norte, ocurre un hecho inusual. Sus aguas se agitan desde hace rato y burbujean como si hirvieran en un área circular de varios metros de diámetro. Unos pocos minutos después de comenzado el burbujeo, la tierra tiembla y los animales que se encuentran en las cercanías del lago huyen espantados. El cielo está encapotado y un formidable rayo rasga la negrura nocturna impactando muy cerca de allí. Cientos de peces muertos salen entonces a flote; acompañan a un enorme bloque de hielo que emerge desde las profundidades del Baikal y ve la luz por primera vez desde hace eones. El iceberg presenta un aspecto inquietante; posee múltiples aristas, su color es una mezcla heterogénea de rojos y negros, de tal manera que semeja una enorme brasa incandescente, siendo tan oscuro que resulta imposible ver lo que oculta en su interior. Porque, en efecto, algo esconde en sus entrañas. Algo que muy pronto va a despertar. 



*** 


  Bolkoi descansa tumbado sobre la cama cuando abre los ojos de pronto, con todos los sentidos alerta. Algo de una maldad extraordinaria y enorme poder destructivo ha hecho acto de aparición en la Tierra. Siente que él y ese ente desconocido están conectados de alguna manera y piensa que tal vez haya llegado el ansiado momento. 

  Siente una necesidad imperiosa de salir a la calle. Se viste con rapidez y sale al exterior. Callejea sin rumbo fijo por las calles de Moscú, sintiendo en su mente un eco pulsátil, como una alarma que se ha activado debido a la aparición de esa entidad. De pronto se detiene al pasar por delante de un parque. En la portada de un periódico que alguien ha dejado abandonado sobre un banco lee una noticia que le llama la atención de inmediato: «El cometa que se puede observar desde hace una semana —desconocido hasta ahora y recién catalogado por la ciencia—, ha emitido un peculiar e inusual destello rojizo durante unos cuantos segundos, justo cuando ha pasado por su punto de máximo acercamiento a la Tierra, y...» 

  Bolkoi no necesita leer más, pues ya tiene la respuesta que estaba buscando. Desde que despertó en la orilla del lago Baikal tenía la certeza de que estaba destinado para una misión de suprema importancia y que su naturaleza le sería revelada llegado el momento. 

  Ese momento ha llegado por fin. 

  La información acude a su mente de golpe y entonces todo cobra sentido. Cuando él hizo su aparición en este mundo un cometa fue la señal de su despertar. Ahora sabe que ese otro cometa anuncia el advenimiento de un ser con características muy especiales, porque se trata de su antagonista, su opuesto, su némesis: El Otro. 

  Bolkoi comprende que su meta es partir en busca de ese ser que acaba de resurgir desde el más remoto pasado y destruirlo. Debe aniquilarlo. Es una cuestión de supervivencia, pues sabe que su rival tiene la misión de destruirle a él. Son dos polos opuestos y es imposible que ambos puedan coexistir a la vez en el mismo mundo. 

  Él es un guerrero, único en su especie. El Otro es único también, aunque no es un guerrero, sino algo indefinible, rebosante de oscuridad y maldad. Un ente pernicioso hasta límites impensables, pero al mismo tiempo una fuente de alimento para él si consigue derrotarlo. Hace una eternidad mantuvieron en otro lugar una pugna feroz que quedó en tablas. Sin que logre recordar el motivo, se produjo un indefinido suspenso en su lucha, una incomprensible pausa espacio-temporal que acabó con ambos en las profundidades del Baikal, sumidos en un profundísimo letargo que tuvo efectos amnésicos en Bolkoi. 

  En estos momentos Bolkoi siente que ha llegado la hora de que esa batalla concluya, aunque hay un factor que le preocupa: ¿Por qué despertó tantos años antes de que su enemigo apareciera? ¿Acaso no es tan poderoso como él y por eso necesitana un «entrenamiento» exhaustivo para matar criaturas? No lo sabe con seguridad, tampoco le importa. Se siente preparado para la lucha, dispuesto para un combate que desconoce cuándo o dónde tendrá lugar. Lo que sabe con certeza es que será una batalla épica y definitiva, mortal para uno de los dos... o puede que para ambos. Pero eso no le asusta, es su destino. Lo tiene claro y por eso, con el firme propósito de eliminar a su enemigo, parte en su búsqueda. 

  Sabe que algún día se encontrarán.

2 comentarios: