viernes, 8 de diciembre de 2017

Dieppe: El elemento Enigma


Máquina Enigma de cuatro rotores


Hoy en Caosfera, David López Cabia, novelista especializado en género bélico, nos habla de la fascinante máquina Enigma y del intento por parte de los aliados de hacerse con ella durante la segunda guerra mundial. Esto es historia, guerra, espionaje, inteligencia y fuerza bruta, esto es Dieppe. 


Es 19 de agosto de 1942 y estamos en las playas de Dieppe. No hay a dónde ir, los guijarrales de la ciudad portuaria francesa se han convertido en un holocausto. Los soldados de la 2ª División de Canadá son literalmente triturados por el fuego alemán. El tableteo de las ametralladoras alemanas es incesante, las descargas de los bien parapetados soldados teutones resultan letales para los infantes canadienses. 

Los francotiradores germanos, desde sus excelentes posiciones de tiro, disparan a placer, no hay ni un solo metro de playa que escape a su campo de visión. Sus víctimas predilectas son los zapadores y los operadores de radio. Los canadienses no deben perforar las defensas de la playa. El alambre de espino y los muros de hormigón tienen atrapados en una ratonera a los maltrechos canadienses. 

Avanzar es inútil, los destellos que brotan de las MG alemanas atraviesan los cuerpos de los jóvenes canadienses. Los guijarrales se convierten en el escenario de un espectáculo apocalíptico. Ni tan siquiera los recién estrenados carros de combate Churchill pueden doblegar las defensas alemanas. Los blindados se convierten en el blanco de los cañones y los guijarros no son precisamente el terreno más apropiado para las fortalezas reptantes, que terminan por quedar reducidas a amasijos metálicos envueltos en humo. 

Ante el incesante reguero de muertos que están dejando los canadienses, llega el momento de retirarse. La palabra clave que anuncia el repliegue suena en las radios Vanquish. Bajo el fuego enemigo, los canadienses no tienen más remedio que dar media vuelta y correr en dirección a las lanchas que acuden a su rescate. 

El resultado, una carnicería. De los alrededor de seis mil hombres que integraban la fuerza que debía atacar Dieppe, cerca de mil han muerto y el total de bajas (heridos, desaparecidos y prisioneros) ronda los cuatro mil trescientos hombres. Unas pocas horas de combate han bastado para dejar fuera de combate a toda una división. 

Pero ¿cuáles eran las razones que había detrás de esta operación fallida? Tradicionalmente se ha dicho que los objetivos eran capturar y destruir un puerto estratégico, probar la capacidad de reacción alemana, ganar experiencia de cara a futuros desembarcos y aliviar la presión sobre el frente ruso. 

Sin embargo, tras años de investigación, trabajando con documentos históricos que han tardado décadas en ser desclasificados, el historiador canadiense David O’Keefe descubrió algo realmente revelador. El ataque aliado a Dieppe tenía un propósito muy diferente del que sostienen las versiones tradicionales: robar una máquina de cifrado enigma de cuatro rotores. 

El dominio de los mares es algo que siempre ha preocupado a Gran Bretaña. A lo largo de su historia, el poderío naval ha sido un factor que le ha permitido triunfar en numerosas guerras. Pues bien, los submarinos alemanes estaban equipados con máquinas de cifrado enigma y lograr descifrar los códigos alemanes se convirtió en una prioridad para los aliados. Estos no podían permitir que los U-Boote campasen impunemente por las aguas del Atlántico causando estragos entre los buques aliados. 

En Bletchley Park, un complejo conformado por casas victorianas y barracones, situado a unos ochenta kilómetros al norte de Londres, los más brillantes descifradores de códigos trabajaban para la Inteligencia británica. Matemáticos, lógicos, criptógrafos y traductores ponían su talento al servicio de Gran Bretaña. Entre los más célebres descifradores sobresale el profesor Alan Turing, que es considerado el padre de la computación. 

Estos cerebros, durante sus extenuantes jornadas de trabajo lograron descifrar los códigos alemanes. Otro hecho que contribuyó notablemente fue la captura de un suculento botín el 9 de mayo de 1941 en el submarino alemán U-110. Los británicos lograron confiscar una maquina Enigma, así como documentación para dicho dispositivo de cifrado. 

Pero el 1 de febrero de 1942, los problemas volvieron a reproducirse para los aliados. La Kriegsmarine alemana introdujo un cuarto rotor en la Enigma. Esto suponía multiplicar por 26 las posibles combinaciones de los mensajes alemanes. En ese dramático momento, Bletchley Park se quedó a ciegas. 

Una terrible amenaza se cernía sobre Gran Bretaña, con los U-Boote alemanes campando a sus anchas por el Atlántico, el dominio de los mares estaba en peligro. Los descifradores de códigos de Bletchley Park, desquiciados por lo impenetrable de los códigos alemanes, afirmaron que la única posibilidad que les quedaba “era dar un palo”. Esta expresión coloquial de “dar un palo” fue utilizada en su acepción de robar, por lo que los cerebros de Bletchley Park estaban admitiendo que su única esperanza era robar una máquina Enigma de cuatro rotores. 

Así pues, desde la Inteligencia Naval británica se propuso la creación de una unidad de comandos para el robo de material de inteligencia. Para ello se creó la denominada 30ª Unidad de Asalto. Precisamente, el historiador O’Keefe descubrió el historial de esta unidad, que se desconocía por completo. Una frase llamó la atención de O’Keefe: “en cuanto a las capturas, la parte que afecta a Dieppe, no ha alcanzado su objetivo”. 



Historial de la 30ª Unidad de Asalto que afirma que las capturas de material de cifrado y documentos
de inteligencia fracasaron en Dieppe. Este documento desencadenó la investigación de David O’Keefe.


Desconcertado, O’Keefe continuó investigando sobre la 30ª Unidad de Asalto. Los orígenes de esta unidad se remontan a marzo de 1942. El profesor O’Keefe halló un nuevo documento: se trataba de la propuesta de creación de la 30ª Unidad de Asalto. Precisamente, en la propuesta de creación de la 30ª Unidad de Asalto se recoge que su cometido es capturar documentos y material de cifrado. Curiosamente, aquel documento estaba redactado nada más y nada menos que por el célebre Ian Fleming.


Seguramente muchos conozcan a Ian Fleming como el autor de las novelas de James Bond, pero en la Segunda Guerra Mundial trabajó para la Inteligencia Naval británica. Fleming era Asistente del Director de Inteligencia Naval, el almirante Godfrey, así como miembro del Comité Conjunto de Inteligencia, la Ejecutiva de Guerra Política, la Dirección de Operaciones Especiales y el Servicio Secreto de Inteligencia. 

Fleming también formaba parte del Departamento Topográfico, que el 5 de abril de 1942 realizó un informe exhaustivo sobre Dieppe. Así pues, tras entregar aquel informe a los máximos responsables de la Inteligencia Naval, el Jefe de Operaciones Combinadas, lord Louis Moutbatten, autorizó el ataque a Dieppe. 


Ian Fleming, con el uniforme de la Royal Navy


Los británicos disponían de informes sobre Dieppe que situaban el Cuartel General alemán en el Hotel Moderne, ubicado en el número 21 de la calle Vauquelin. Precisamente allí, los comandos liderados por el teniente Peter Huntigton-Whiteley debían asaltar dicho edificio, robar la Enigma y los libros de códigos.



Propuesta de creación de la 30ª Unidad de Asalto,
que estaba encargada del material de cifrado y documentos de inteligencia.



Informe que describe el Hotel Moderne, Cuartel General Alemán en Dieppe.



Bien es cierto que la 30ª Unidad de Asalto no figura entre las unidades que atacaron Dieppe, pero indagando en el Plan de Búsqueda de la Operación Jubilee (nombre en clave del ataque a Dieppe), encontramos el nombre de Huntington-Whiteley, integrado en el 40º Comando de los Marines Reales, cuyo objetivo era asaltar el Hotel Moderne.



Plan de búsqueda para la incursión en Dieppe.
El nombre de Huntington-Whiteley aparece vinculado al Hotel Moderne.



Precisamente, el 40º Comando de los Reales Marines debía internarse en Dieppe a bordo de la cañonera Locust. Una vez accediesen al interior del puerto, los comandos tomarían tierra y estarían muy cerca del Hotel Moderne. Pero no solo los comandos de Huntington-Whiteley estaban allí por motivos de inteligencia. Los soldados del regimiento Essex Scottish debían avanzar hasta el puerto y capturar los libros de códigos y documentación de los barcos alemanes atracados en Dieppe. 


Cañonera Locust


Mientras se desarrollaba la batalla, Ian Fleming, a bordo del destructor HMS Fernie, debía aguardar la llegada de los comandos de Huntington-Whitley con la codiciada Enigma. Una vez recibido el botín, Fleming tenía orden de regresar al puerto británico más cercano. 

Una fuerza de asalto constituida por la 2ª División de Canadá, los comandos británicos y un puñado de rangers estadounidenses partió hacia Dieppe. Al frente de la 2ª División de Canadá se hallaba el mayor general Hamilton Roberts. Por su parte, los alemanes defendían Dieppe con elementos de la 302ª División de Infantería, que contaba con el apoyo de las baterías de artillería Hoess y Goebbels. Puede que los alemanes no tuviesen a sus mejores tropas para defender Dieppe, pero estaban bien fortificadas y disponían del armamento adecuado para detener un desembarco. 


La Operación Jubilee estaba en marcha. Unos seis mil hombres marchaban rumbo al matadero. Pues bien, llegó el 19 de agosto de 1942 y en la Playa Azul, a dos kilómetros al este de Dieppe, el Real Regimiento de Canadá se retrasó diecisiete minutos y perdió el factor sorpresa. En la Playa Azul se vivió el episodio más sangriento de la batalla de Dieppe. De haber salido bien el desembarco en la Playa Azul, el Real Regimiento de Canadá habría podido tomar la playa para avanzar hacia el acantilado oriental de Dieppe y neutralizar las defensas que cubrían el acceso al puerto. De ese modo, los hombres del Real Regimiento de Canadá hubieran dejado expedito el paso a la cañonera Locust, que transportaba a los comandos que debían capturar la Enigma.

Pero con el Real Regimiento de Canadá masacrado, la cañonera Locust se enfrentó a una vorágine de fuego. Los comandos de los Reales Marines intentaron entrar a través del puerto en repetidas ocasiones. Por desgracia, no lograron penetrar en el puerto
.


Capturar la Enigma era vital. Logrando descifrar los códigos alemanes, los británicos podrían conocer los movimientos del enemigo y contar con una decisiva ventaja estratégica. La misión del comando dirigido por Huntington-Whiteley era el elemento central de la incursión en Dieppe. Por ello y pese a los fracasos en los intentos de entrar a través del puerto, se decidió reembarcar a los comandos de los Marines Reales en lanchas y enviarlos hacia la playa principal.

A medida que las lanchas se acercaban hacia las playas de Dieppe, comenzaron a desencadenarse géiseres entre las embarcaciones de tonalidades grisáceas. Las piezas alemanas se empleaban a fondo contra los transportes de los Marines Reales. Los aterrorizados comandos se encogían en sus embarcaciones mientras el agua marina llovía sobre sus cascos. Sabían que se dirigían inexorablemente hacia una matanza. El teniente coronel Picton-Philips, consciente de la situación, se expuso igualmente al fuego. Más tarde agitó sus brazos para indicar que debían dar media vuelta. La flota que transportaba los comandos de los Marines Reales obedeció sus instrucciones, pero el valiente oficial de comandos resultó alcanzado por el fuego alemán y pereció mientras ordenaba la retirada. 

La 2ª División de Canadá quedó aniquilada como fuerza de combate y los comandos de Huntington-Whiteley no lograron robar la Enigma ni los libros de códigos. La operación había sido un rotundo fracaso. El propio Fleming, desde la cubierta del destructor HMS Fernie, a tan solo seiscientos metros de las playas de Dieppe, contempló el desastroso espectáculo y tuvo que regresar a Inglaterra con las manos vacías.


Teniente Huntington-Whiteley


Los principales jefes militares de la operación, como leales servidores públicos y obligados por la Ley de Secretos Oficiales, guardaron silencio sobre los secretos que escondía la incursión en Dieppe. Por su parte, los descifradores de códigos de Bletchley Park, lograron desentrañar los códigos alemanes meses después de la sangrienta Operación Jubilee. 

Pero no todo acaba aquí. El trabajo realizado por el historiador David O’Keefe, quien ha revelado este secreto de guerra, ha ido más allá de la publicación de su libro “One day in august”. Las investigaciones de O’Keefe han gozado de un gran reconocimiento en Canadá y tras la publicación del libro, miles de documentos confidenciales sobre Dieppe han sido desclasificados.




Bibliografía: "One day in august", de David O´Keefe. Editorial Knopf, Canadá.

Web del autor, aquí







  








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