domingo, 7 de diciembre de 2025

La larga marcha: camina o muere

 




Hace algunos años, por motivos de tiempo y otras cosas de mucho interés para mi vida, decidí cerrar este blog no sin antes, por supuesto, dar un comunicado en redes. Lo cierto es que me costó muchísimo trabajo, pero también reconozco que estaba agotada, la falta de material me causaba ansiedad y no tenía tiempo para ver todo el cine que me gustaría. Las cosas han cambiado, y he decidido que ha llegado el momento de volver a abrir este blog con amor, sin prisas, y con el fin más bonito que existe: seguir alimentando mi pasión por el cine. En resumen: ¡Nieves ha vuelto! Y aquí la tendréis de vez en cuando, sin prisas, para hablar de cine y de todo lo que le apetezca. Y dicho esto, es hora de que Caosfera arranque:


Reconozco que el Señor King nunca ha sido santo de mi devoción, y sé bien que al decir esto me estoy ganando que unos cuántos -y cuántas- fans del género se me tiren encima cual horda de perros zombies famélicos. No importa, mi misión es hacer honor a la verdad. ¿Por qué me pasa esto? Pues porque muchos de sus libros se alargan cual chicle, con algunas escenas interminables e innecesarias y, aún a pesar de que muchas de sus premisas son interesantes, acaban soterradas por cientos y cientos de palabras que no aportan nada a las tramas. Sin embargo, he de reconocer que cuenta con algunas historias que son lo que deben ser: crudas, interesantes y breves. Es el caso de dos obras firmadas bajo el pseudónimo Richard Bachman fechadas en la década de los setenta: Rabia (1977) y La larga marcha (1979), que recientemente ha tenido una versión cinematográfica a cargo de Francis Lawrence.

    La larga marcha es una cinta de ciencia ficción en la que se nos presenta un futuro distópico donde priman la pobreza y la inseguridad económica. En este contexto, nos encontramos con una competición, o concurso, en la que los participantes deben atajar una caminata sin fin, hasta llegar al límite de sus posibilidades físicas. Solo uno podrá llegar al final y formular un deseo, el resto serán ejecutados sin compasión.

    Y con semejante premisa, ahora llega la pregunta del millón: ¿la producción alcanza altas cotas de crueldad? Sí, las alcanza, es una película dura, no apta para pusilánimes. Sin embargo, está muy lejos de poder catalogarse como una simple película de terror basada en una única premisa: camina o muere. Si algo me ha gustado de esta cinta es que va mucho más allá de eso, porque estamos ante una oda a la amistad, un guion que explora la importancia de la solidaridad y un canto al amor más incondicional. Una cinta que, a pesar de tomarse ciertas licencias narrativas, cumple con el espíritu del original de King llegando a tocar el corazón del público más curtido.

    La cinta está dotada de un alto valor narrativo y presenta, sin cortarse un pelo, situaciones terribles, incómodas, escatológicas e, inclusive, humorísticas, muy bien conseguidas gracias al excelente trabajo del elenco. Y es que nos encontramos con nombres de la talla de Cooper Hoffman (Licorice Pizza), David Jonsson (Alien: Romulus), Charlie Plummer (El asesino del nudo), Roman Griffin Davis (Jojo Rabbit), Garrett Waering (El coro) o el archiconocido Mark Hamill, que no necesita presentación. Sí, estamos ante una obra coral con un último tramo que resulta prodigioso y cuasi poético.

    En resumidas cuentas: La larga marcha me ha demostrado -tampoco sería la primera vez- que menos es más. Una obra minimalista, bastante alejada del cine-espectáculo al que nos tiene acostumbrados Francis Lawrence (Los juegos del hambreConstantine), que se apoya en una verdad devastadora: la crueldad como espectáculo normalizado, el verdadero germen de lo inhumano.

    Como os habréis dado cuenta, Nieves ha disfrutado muchísimo este estreno, mucho más disfrutable si estáis en buena compañía. Espero que esta reseña os haya gustado y que os apetezca seguir leyendo las opiniones de una servidora -que no se va a cortar un pelo- en Caosfera.


Os quiere:


NIEVES G. BRIONES