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Esta semana Caosfera se complace en contar con la colaboración de Jorge Ríos Corral, director del programa Informe Enigma, investigador paranormal y colaborador en diversos medios. Jorge nos da su visión acerca de la realidad que se esconde tras el fenómeno de las casas encantadas.
La portentosa imaginación del ser humano no tiene límites. Nos fascina lo misterioso, lo inescrutable, lo grotesco, lo prohibido…, y, sobre todo, lo terrorífico. Porque cualquier elemento que no encaje dentro de lo “habitual” se convierte inmediatamente en un reclamo utilísimo para quienes confeccionan los ratings de audiencia.
Esta realidad la vemos a diario, cada vez que prendemos nuestra televisión y nos vemos atrapados por ese demonio insidioso y corrupto que nos arrastra, casi siempre, sin demasiado esfuerzo: el morbo. Los medios de comunicación, claro está, cuentan con esto y lo alientan sin el menor escrúpulo. Basta una mirada a esos programas de prensa rosa o crónica negra que abundan a cualquier hora. Pero hay otros modos de despertar el morbo del espectador, y casi todos recurren también a otra emoción tan poderosa —o más— que el morbo: el miedo. Las historias sobre casas encantadas ocupan el primer podio, junto a otros miedos también de orden doméstico.
Pero, ¿qué hay de verdad en estas edificaciones supuestamente malditas? Creo que es el momento de desmentir ciertos aspectos que suelen darse por ciertos.
Una casa encantada, maldita o embrujada, es sencillamente una casa como la de usted o la mía. Paredes, techos, ventanas, suelos, puertas y un largo etc. Su apariencia convenientemente lúgubre sólo es un ingrediente sacado del cine de terror, que ha pervertido durante años con fines económicos la realidad que se esconde tras este fenómeno. La realidad es bien distinta. Ninguna edificación actual o antigua está exenta de sufrir fenómenos anómalos; desde un pequeño comercio a nuestros hogares, desde un centro médico a una escuela. Cualquier lugar es propicio si las circunstancias así lo requieren. El origen de estos fenómenos siempre está en una mezcla de factores, ajenos a la creencia implantada por la industria del entretenimiento que sitúa los prodigios en rincones mancillados por alguna muerte violenta o hecho análogo.
La muerte es inevitable, y para entenderla primero debemos comprender la definición de vida, pero esto da para otro tema. Debemos comprender que la vida y la muerte son aleatorias, y que cuando nuestros corazones dejan de latir no hay ningún designio superior que nos obligue a permanecer cargados de cadenas en este mundo. En realidad, cuando se suceden situaciones paranormales de esta naturaleza, lo que hay detrás es un mensaje que de una manera u otra se nos intenta transmitir. El mensajero, por norma general, tiene sus propios motivos para aferrase a nuestro plano terrenal, bien la protección de su hogar y seres queridos, bien un hecho o circunstancia desafortunada que pide solución, o el total desconocimiento de su propio fallecimiento.
El impacto de estos fenómenos, para sorpresa del lector, suelen ser bastante sutiles, casi imperceptibles, excepto para nuestros equipos de medición y grabación. La ausencia de conocimiento, la persuasión de los shows telebasura y la búsqueda de adrenalina, instan en algunas ocasiones a esperar de estos lugares un repertorio de elementos clásicos del canguelo: susurros, posesiones, objetos que se desplazan de un lado a otro, manifestaciones de entidades desconocidas, demonios, espectros o deidades primigenias…
Puede que mis palabras supongan un soplo de aire fresco dentro de un concepto tan manido —y atractivo— como el que tratamos, o puede que consigan todo lo contrario. No obstante, a pesar de situarme durante el primer tercio de este texto en una posición más bien incrédula y poco inclinada a la popularización innecesaria del fenómeno, no puedo negar tampoco su existencia, aunque subrayaré una vez más su relativa intensidad.
Pd: Termino con una frase de la película de ficción —rozando, casi, la comedia— The Amityville Horror, pronunciada por su protagonista, George Lutz: «Las casas no matan a las personas, las personas matan a las personas».
PARA SABER MÁS:
CASAS ENCANTADAS EN LA
FICCIÓN. 20 PELÍCULAS IMPRESCINDIBLES. (POR NIEVES GUIJARRO Y RAFAEL LINDEM)
1. Al
final de la escalera (1980, Peter Medak): Tras perder a su familia,
el compositor John Russel decide mudarse a una casa
solitaria. Allí descubre una terrible historia sobre un niño
asesinado. Pocas peces algo me ha inspirado tanto terror como una
pelota...
2. House,
una casa alucinante (1986, Steve Miner): Un escritor atormentado y
divorciado se muda a la casa de su tía fallecida para escribir una
novela acerca de sus experiencias en Vietman. Monstruos
alucinantes, brujas y puertas a otros mundos son los ingredientes de
esta nostálgica comedia.
3. Sinister (2012, Scott Derrickson): Al igual que en el caso anterior, el
protagonista es un novelista que se muda junto a su familia a una
casa donde sucedió un horrendo crimen. Estéticamente fabulosa
cuenta con la inclusión de un escalofriante video en formato super
8 y una banda sonora ideal a cargo de proyectos como Agasth, Sun o o
Ulver.
4. Hellraiser (1987, Clive Barker): Frank Cotton muere despedazado tras invocar a
unas extrañas entidades mediante una caja negra que adquiere en
Marruecos. Años más tarde su familia se muda a la casa donde todo
sucedió. Una historia de perversión, visiones sangrientas y
entidades terribles que se graba en la retina del espectador como
pocas.
5. El
maligno (2006, Tiago Guedes, Federico Sierra): Singular película
que narra la historia de un padre de familia que decide trasladarse
junto a su familia a una casa en el norte de Portugal. La vida en la
sierra está llena de superstición y fervor religioso y la familia
va degenerando lentamente. Su conclusión es terrible.
6. Insidious (2010, James Wan): Josh y su esposa Renai se trasladan a una casa
junto a su hijo Dalton. Este tiene un accidente y, tras pasar un
tiempo en el hospital, es trasladado de nuevo a la casa, todavía en
coma. Comienzan a suceder fenómenos extraños y violentos que
logran que el matrimonio se mude, pero los fenómenos, lejos de cesar, empeoran. Terrorífica.
7. Expediente
warren (2013, James Wan): En el año 1971 el matrimonio Warren
ayuda a carolyn Perron y a su marido a desentrañar el misterio de
los terroríficos fenómenos que se suceden en su vivienda, una
granja en Harrisville. Basada en hechos reales.
8. The
Amityville horror (1979, Stuart Rosenberg): George y Kathie Lutz se
mudan a una residencia sobre la que pesa la historia de un terrible
asesinato. Un clásico que no puede faltar en un ranking de cine
sobrenatural.
9. I
am a ghost (2012, HP Mendoza): El atormentado espíritu de Amy vaga
errante por el que un día fue su hogar. Sólo puede entablar
contacto con Sylvia, una medium que intenta hacerle encontrar el
camino. Película complicada, insufriblemente lenta y no apta para
todos los paladares.
10. Beetlejuice (1988, Tim Burton): Tras comprar su nueva casa, Adam y Barbara
mueren en un accidente de coche. Poco después la casa es adquirida
por un matrimonio y su hija. Los espíritus de los primeros
propietarios recurren a los servicios de una especie de fantasma
cutre. Sin duda, si hay una casa divertida es esta. Un fabuloso
trabajo estético.
11. El fantasma del convento (1934, Fernando de Fuentes): Un delicioso pastiche, a ratos ingenuo, en otros no pretendidamente cómico, pero con un diseño de producción y un sabio aprovechamiento del limitado presupuesto de quitarse el sombrero. Un perfecto ejemplo de la buena salud que tenía por entonces el fantástico mexicano.
12. 13 Ghosts (1960, William Castle): Sin que estemos ante una gran película, sí que podemos otorgarle el ser una de las primeras en tratar este género como una explotation palomitera (en 3d además). Claro que con William Castle al timón, la intención de divertir (acertada o no) estaba servida.
13. House of Usher (1960, Roger Corman): También de manos de un experto en eso de la explotación cinematográfica, como lo era Roger Corman, nos llegó el mismo año esta adaptación del relato de Edgar Allan Poe, guionizado por Richard Matheson. En esta ocasión, sin embargo, estanos ante una serie B con formas y líneas bien cuidadas, dirigidas a compensar el escaso presupuesto con talento y creatividad. Sus bases literarias y la atmósfera pretendidamente gótica de la película dan a la experiencia de su visionado cierta sensación de predictibilidad, pero el viaje es memorable.
14. The inocents (1961, Jack Clayton): Acertada adaptación del clásico literario de Henry James, Otra vuelta de tuerca, con una dirección de actores magistral y una fotografía (Freddie Francis) a la altura. Tuvo varias nominaciones importantes y se ha convertido por meritos propios en un ejemplo de lo que debe ser una cinta de terror psicológico.
15. The Haunting (1963, Robert Wise): Un verdadero cásico que reúne todos los ingredientes de un Robert Wise en estado de gracia. La mejor adaptación que ha tenido jamás Shirley Jackson y piedra angular del género.
16. El libro de piedra (1968, Carlos Enrique Taboada): Otro clásico del cine mexicano. Para algunos es una de las películas más terroríficas de la historia, para otros una copia del inmortal relato de Henry James, Otra vuelta de tuerca; para mí una gran película de fantasmas en la que se incluyen ciertos elementos “mágicos” que no diluyen la atmosfera inquietante de la obra y la complementan.
17. The Legend of Hell House (1974, John Hough): Roddy McDowall, Pamela Franklin, Michael Gough, Clive Revill ponen la guinda a un equipo mayúsculo que contaba también en sus filas con el mismísimo Richard Matheson, encargado de adaptar su propia novela (Hell House). El resultado es de visionado obligado para cualquier amante del género, y del buen cine en general.
18. The Shining (1980, Stanley Kubrick): Kubrick hizo suyos los infinitos pasillos del Hotel Overlook y consiguió meternos el miedo en el cuerpo. Jack Nicholson, Shelley Duvall y un pequeño Danny Lloyd hicieron el resto. Un clásico del terror que nada o poco tienen que ver con la novela que adaptó pero que es hoy en día pura cultura popular.
19. Poltergeist (1982, Tobe Hooper): Puro cine palomitero de los años ochenta. Puede ser tachada de ser algo artificiosa y de estar al servicio del tipo de espectáculo que solía buscar el público por aquel entonces en las salas de cine, pero sería injusto no ver el resto. Poltergeist adapta el capítulo Little Girl Lost de la mítica Twilight Zone, pero consigue darle la vuelta y crear algo nuevo, un verdadero cuento de hadas, con una princesa secuestrada por las fuerzas del mal, bufones diabólicos, árboles embrujados, una bruja buena y un caballero andante (su propio padre), capaz de ir hasta el otro lado para rescatarla. La magnífica banda sonora de Jerry Goldsmith, las interpretaciones, y, claro está, la ILM de George Lucas en plena adolescencia, sirvieron para terminar de redondear este clásico.
20. Hereditary (2018, Ari Aster 2018): Un nuevo clásico. Elegante y orquestada como si de un poema sinfónico se tratase, llena de imágenes bellísimas y perturbadoras, con una banda sonora de Colin Stetson que trae a mi memoria los experimentos espirituales de la gran banda musical Popol Vuh, Hereditary ha sido todo un descubrimiento, no tanto por su muy discutible originalidad como por la muy poco discutible calidad de su ejecución.
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