viernes, 22 de febrero de 2019

Historias de Dämon Schwarze and Opal Mond Volumen 3




¡Por fin! hacía varias semanas que no disfrutábamos de un buen relato y más con un tándem de lujo. Regresa la tercera parte de la colección Historias de Dämon Schwarze and Opal Mond, por obra y gracia de nuestro querido Sergio Vargsson (Conversaciones con un vampiro). Y para más inri os lo traemos acompañado de una preciosa ilustración de la sinpar Líneas Sinmás (Líneas Sinmás ilustraciones). ¿Puede haber mejor plan?




¡Buenas noches, seres nocturnos! Vuelvo a ser yo, Dämon Schwarze, quien desde una lápida mohosa y agrietada con el nombre borrado por la lluvia va a proceder a contaros una nueva historia... una historia sobre hembras peligrosas....


  Fue a mediados de agosto del año 1995 cuando ocurrieron estos hechos que marcarían mi vida para siempre. A decir verdad, mi existencia hasta entonces se reducía a la triste y gris rutina de una empleada de codificación de datos informáticos contratada por una gran firma de seguros. Antes de comenzar, procuraré hacer todo lo posible para que el lector comprenda lo que puede suponer a nivel psicológico descubrir que tu herencia genética no es, para nada, común.

  Como ya os dije antes, mi vida era triste, fría y monótona. Hasta donde puedo recordar, siempre fue así. Nací en una pequeña comunidad rural de Massachusetts llamada Arkham. Se trata de una de esas pequeñas agrupaciones de labradores, cerrada a los forasteros y anclada en sus tradiciones que subsisten aún en la nueva Inglaterra de hoy. 

  Cuando tuve edad para optar a una carrera universitaria, mis madre se afanó en enviarme a uno de los mejores centros de pago. Pero a pesar del esfuerzo económico que aquello suponía para ella y de mi amor por el aprendizaje, me negué a permanecer en un lugar donde no me sentía querida. Mis compañeras, de elevada posición social, me despreciaban llamándome pueblerina hasta que un desgraciado enfrentamiento con una de ellas propició que me expulsaran para siempre. Jamás logré acceder a estudios superiores y opté por aprender codificación informática, que me serviría para conseguir mi actual trabajo.

  En cuanto a mis relaciones sentimentales, siempre han venido marcadas por el abandono de mis parejas, que prefieren alejarse de lo que supone un compromiso.

  Si hay algo que me fascina de toda la vida, es la luna. Cuando salgo a pasear sola bajo la luz de la luna llena, me siento completa y realizada. De pequeña, me encantaba salir de noche y permanecer bajo su brillo hasta que despuntaba el alba. Mi madre me decía, con una extraña sonrisa en los labios,que tenía espíritu de gato.
  Mi madre era muy hermosa, atractiva y lánguida. Ella me legó esta curiosa languidez. Jamás la vi ponerse otra joya que no fuese una cadena de plata cuyos cierres terminaban en una suerte de trenzas hechas con cabello humano. De estas trenzas pendían unas figuritas exóticas que representaban a una especie de deidad desconocida con cuerpo de lagarto bípedo, alas de murciélago y el rostro lleno de tentáculos. En los ojos de cada una de las figuras se habían incrustado sendas amatistas de un hipnótico color violeta. Estas piedras preciosas destacaban sobre el brillo lunar y blanquecino del metal. Como decía, no vi jamás a mi madre llevar otra joya. Cuando le preguntaba acerca de su origen, no solía responder. Una vez, cuando era mayor, decidió hacerlo y me contó que era herencia de su madre y que también debía pasar por mis manos.

  Mi padre, en cambio, era un sujeto gris y sin personalidad propia que desapareció sin dejar rastro un verano, cuando yo tenía diecinueve años.

  Como decía, mi vida era anodina hasta aquella noche de agosto del año 1995. Recuerdo que e cielo estaba iluminado por una extraña y rojiza luna llena. El calor me hizo salir de mi apartamento y caminar sola por las calles de Nueva York, hasta llegar a Central Park. Allí me detuve en un claro, bajo un grupo de árboles, y me quedé extasiada mirando el cielo. En mi interior notaba que pronto algo iba a cambiar. De repente, atisbé una figura cerca de mí y giré la cabeza. vi una silueta difusa que iba ganando corporeidad mientras avanzaba hacia mí.

  Me estremecí por un momento al pensar que estaba en una de las zonas más peligrosas de la ciudad, pero conforme la figura se iba distinguiendo, una extraña tranquilidad pareció calar en mi espíritu. La persona que se acercaba era un varón blanco de tez muy pálida y cabello rubio. Vestía completamente de negro, incluyendo la gabardina que ondeaba movida por el cálido aire nocturno. Un estremecimiento placentero me recorrió al ver su altura y la anchura de sus espaldas. El desconocido se acercó a mí sigiloso, parecía no tocar la hierba, y alargó su mano. Su tacto era extrañamente frío, pero no desagradable. Tras mirarme fijamente a los ojos, soltó mi mano y me entregó un estuche de terciopelo negro que sacó del bolsillo. Cuando lo recogí, simplemente me dijo...

—¡Tu madre se ha ido... !

  Efectivamente, al abrir el estuche pude comprobar que en su interior descansaba la antigua joya que tantas y tantas veces había admirado.

  Me sorprendí al comprobar que mi corazón no se sentía destrozado por la triste noticia y, mientras me sentía extraña, el hombre de negro continuó hablando...

    —En el momento en que aceptes esta joya arcana, tendrás que estar dispuesta a aceptar tu destino. No debes fijarte ningún tipo de límite ni sujetarte a más leyes morales que las que tú te marques...

  Y sin decir más, retrocedió dando la vuelta para perderse en el interior de una extraña niebla que pareció surgir del suelo. Después de mirar por última vez aquel objeto que descansaba entre mis manos, cerré la tapa del estuche y volví a mi piso con la cabeza extrañamente ligera.

  Cuando me levanté para ir a trabajar, todavía seguía pensando en los extraños sucesos de la noche anterior. Hice una pausa para tomar café y fui abordada por George, el joven diseñador de la sección de proyectos. Era el típico rompecorazones que siempre se veía atraído por mi físico. Puedo parecer engreída, pero sé que mi mirada verdosa y el rojo fuego de mi cabellera, hacen que no pase desapercibida. Pero no soy idiota, también tenía muy claro que George sólo buscaba sexo fácil conmigo. Yo significaba sólo otra marca más que añadir a su agenda, ya que tenía la peor fama de conquistador de toda la empresa. Hasta ese día lo había rechazado sistemáticamente, pero esta vez, no sé por qué fue diferente. Me contoneé levemente ante él y quedamos en su apartamento para cenar.

  Notaba mi cuerpo excitado sin encontrar una explicación lógica. Llegué a casa y empecé a prepararme. Me bañé sensualmente usando las sales de baño que compré antes de llegar y me puse ropa interior de color negro, un ligero y unas medias caladas. Ceñí mi cuerpo en el interior de un vestido negro ajustado y abrí el estuche, para sacar la antigua joya de plata, que parecía relucir con un extraño brillo. Me la puse sin pensar.

  En el acto pude notar cómo el mundo adquiría una extraña dimensión, era como si conociese todo de nuevo por primera vez. Mis pezones se endurecieron sin motivo alguno. Con esa extraña sensación todavía flotando en el ambiente, tomé mi bolso y acudí a mi cita.

  Llegué al apartamento de George a última hora de la tarde. Él había preparado una cena ligera que tomamos a la luz de unas velas. El ambiente estaba milimétricamente preparado para seducirme, en aquel momento me pareció perfecto.  Las horas fueron avanzando y mientras pasaba el tiempo hablamos mucho sobre cada uno de nosotros. Me contó que no estaba satisfecho con su actual relación, que pensaba terminarla y que creía sinceramente que nosotros podíamos tener un futuro juntos.

  Escuchaba sus palabras envuelta en una bruma rosada de algodones. Después, puso una música suave e incitante y nos pusimos a bailar estrechamente abrazados. Poco a poco, nuestras manos iniciaron los ritos previos al encuentro amoroso. Con mucha suavidad, me despojó de la parte superior de mi vestido y acarició con lascivia mis turgentes pechos, ahora completamente libres de la opresión del vestido. Tras besarnos con ansia procaz durante un rato, pasamos al dormitorio donde él me hizo sentarme en su cama. Una vez allí, me insinuó que me iba a enseñar a experimentar sensaciones nuevas y, recostándome de espaldas, procedió a encadenarme las muñecas con unos grilletes que tenía dispuestos en la cabecera del lecho. Sin preocuparse en absoluto de mi bienestar, desgarró mis braguitas y me usó de forma cruel y desconsiderada para su propio placer.

  Rebajada a la condición de mero objeto de placer, George se levantó de la cama y, soltando las esposas, dejó libres mis muñecas. Recogió mi vestido y me lo tiró encima mientras me decía con tono frío...

¡Ahora puedes vestirte y largarte... zorra!

  En mi interior fueron incubándose lentamente un odio frío y una ira que parecía abrasar mis entrañas. Mientras él entraba dándose una ducha en el cuarto de baño, me acerqué a la ventana con los brazos cruzados sobre el pecho y los ojos llorosos. Contemplé el cielo nocturno y allí, por encima de las azoteas de los edificios, observándome como un enorme ojo perlado, estaba ella... la luna... en un precioso plenilunio que parecía iluminar las cosas con un halo sobrenatural, creando un universo fantástico.

  Se abrió la puerta del baño y George salió de la ducha mientras secaba con una toalla su cuerpo desnudo. Sus músculos destacaban poderosamente y el largo cabello húmedo empapaba sus hombros. Con una sonrisa sardónica dijo...

      —¡Vaya, vaya, putita! ¿Aún estás aquí...? ¿Es que no has tenido suficiente...?

  Avancé hacia él contoneándome y, mientras mis pupilas lanzaban unos sospechosos destellos verdosos, le dije con voz más ronca de lo usual...

       —¿Te has planteado que quizás... me haya gustado...?

  Con su masculino ego por las nubes, amplió su sonrisa y me dijo con voz cínica...

       —¡Si es que todas las tías sois iguales, mucho quejarse y mucho gritar pero en el fondo sois unas guarras que buscáis siempre los mismo! ¡Venga, pasa a la cama...!

  Avancé hacia él de forma sinuosa y mi figura pareció ondular y cambiar al contraluz, fluyendo como el mercurio. Por un momento, pude ver el terror en sus ojos cuando clavé mis uñas en sus hombros y le obligué a arrodillarse... Luego, todo se volvió negro...

   Desperté en mi apartamento y, al principio, creí que todo había sido un sueño, pero al mirarme las manos pude comprobar que estaban teñidas por un espeso y carmesí líquido que no daba lugar a confusión. Con extraña y placentera indiferencia, me desperecé sensual y gatunamente. Lamí mis manos con intención de limpiarlas. Mientras me dirigía a la ducha, pensé que jamás nadie volvería a tratarme de forma tan despreciable. Por cierto, me habría gustado ver la cara de la persona que encontró el cuerpo de George sobre su cama, con la garganta semi devorada. Pero lo más divertido fue la licencia "artística" que me tomé. Le clavé los grilletes de tal forma que atravesaron su cuerpo justo por debajo del esternón para asomar por la columna vertebral. Tal era mi bestial fuerza en aquel momento, ¡no podía creerlo! Se podría decir que  había encadenado su alma para siempre...

  Con una mueca maliciosa me complací en recordar la sonrisa truncada de George y su expresión cuando descubrió que la vulnerable mujer a la que había humillado,se había transformado en una bella, sensual y mortífera... pantera negra.



  ¡Bueno... bueno... bueno...!

  Parece ser que a partir de ahora tendrás que mirar muy de cerca con quién te acuestas, no vaya a ser que intentes meter una “gatita” en tu alcoba y luego te des cuenta que en lugar de eso, has metido en tu cama una verdadera fiera...

  ¡Salvo que quieras acabar como George, claro...!

  Y ahora me despido. El sol empieza a asomar por encima del horizonte y aunque estoy muy cómodo aquí, aún me quedan muchas cadenas de plata que repartir... ¡Buenas noches, queridos monstruos...!




Dämon Schwarze







viernes, 15 de febrero de 2019

Caos-Magick






Por Frank Escandell

Miembro de la Sociedad Teosófica de América (EE.UU.) 

Miembro de la Sociedad Europea para el Estudio del Esoterismo Occidental (Holanda)

 Miembro de la Sociedad de Investigación del Rito Escocés (EE.UU.)




La libertad es una maldición para el tosco y el ignorante.

Albert Pike Moral y Dogma de la Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado



La Ley Universal es para los siervos…el contexto, para los reyes.

Capitán Gabriel Lorca, Star Trek Discovery





Magia del Caos. Dos palabras que juntas son un escándalo, para prosélitos y para detractores; por separado, su mal uso es todavía peor.

  La palabra ‘magia’ proviene de μαγεία (mageía) o “teología mágica” y ésta de moghan, lengua avestaní antiquísima de raíz indoeuropea. A estos Μάγοι (magoi) los menciona Heródoto. Es lamentable tener que defraudar a los creyentes de un cuento infantil medieval relacionado con los denominados ‘Reyes Magos’, mencionados en el Evangelio de Mateo. En todos los casos, la definición de magia es la del arte de poder manipular la realidad, desde uno mismo, de forma sobrenatural.

  La magia del caos comenzó en una librería en la década de los 80s. Pese a que gran parte del concepto central de la magia del caos se remonta al siglo XIX, no se convirtió en algo real hasta que un chico que trabajaba en una librería en Inglaterra se cansó de asistir a rituales idiotas. En 1980, Peter Carroll se mudó a Sydney, Australia y fundó la orden Illuminates of Thanateros, una organización dedicada a las aplicaciones prácticas de grupo con la magia del caos. No obstante, el IOT se derrumbó puesto que empezó a parecerse a las hermandades jerárquicas de las que tanto habían luchado para distinguirse al principio. Independientemente de cómo terminó el grupo, se crearon muchos conceptos interesantes en esos primeros siete años.

Peter J. Carroll

  El mundo de la magia del caos es en parte ciencia ficción y en parte ciencia, salpicado con algo de coaching emocional. Podemos decir que es una vía alternativa a la dicotomía del ‘Camino de la Mano Derecha’ e Izquierda, aunque filosóficamente tiene una relación estrecha con algunas de las metas de esta última. 

  Cuando la gente piensa en magos, piensan en cucos, o en ilusionistas, o en Harry Potter. La Magia del Caos es increíblemente difícil de entender en una primera lectura, y lleva años dominarla. Es un verdadero escándalo para la forma en que la mayoría de las sociedades iniciáticas desarrollan su trabajo: es profundamente individualista, anárquica, egoísta, orgullosa, desvergonzada y políticamente incorrecta, y no es recomendable para voluntades pusilánimes. 


  Si os molesta esta breve descripción, es mejor dejar de leer. La magia consiste en un magisterio, la maestría de uno mismo. 



¿Qué es la magia del caos? 

  De acuerdo con el libro Caos Condensado de Phil Hine (una obra muy recomendada), la magia del caos es una forma primordial de práctica que ayuda a cambiar tus circunstancias poniendo las estructuras sociales en segundo plano, para "esforzarse por vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad personal en desarrollo". 

  La magia del caos se basa en el uso de energía enfocada para irrumpir en el proceso de lo universal, digamos que para causar un efecto deseado sobre la turbulencia natural del mundo físico. Para simplificar en exceso el concepto: la vida es irregular y caótica, si se pone una energía específica y enfocada en un objetivo claro, se podría influir en ese caos como se desee o por lo menos esa es la idea. 


Reglas y Rituales 

  La mayor diferencia entre la magia del caos y la magia más tradicional del camino de la mano izquierda/derecha es que, con el caos, no hay límites establecidos. Con otras formas de magia, son más estrictas las pautas. Gran parte de la magia tradicional se compone de una cantidad infinita de rituales, algunos extraños y hasta ridículos, dependiendo de los denominados linajes, en los que se puede entrar si se desea. Un mago del caos no los considera esenciales. 

  Para lograr la maximización de todos estos factores, el mago en la práctica puede necesitar varitas, túnicas, visualizaciones, sistemas simbólicos, sigilos, oraciones en lenguas muertas (oraciones bárbaras), rituales y otros medios para alterar los estados mentales normales, o solamente sentado tranquilamente en una silla. 


Un Espacio Tranquilo y una ‘Bitácora’ 

  Primero, se necesita un espacio para practicar el oficio. Gran parte de la magia del caos trata de enfocar la energía, por lo que el silencio es necesario. 

  Después de eso, la parte más importante de cualquier ritual es la documentación que viene después. Es importante tomar notas en cada sesión para recordar el progreso logrado. Ante todo, el mejor ejercicio psicológico es el de conocerse a uno mismo, sin dejar nada en la memoria. 


El Uso del Sexo como Energía 

  Los sigilos podrían ser la cosa más mágica del caos. Son símbolos que un individuo diseña como una manera de enfocar su energía en un objeto o concepto de su deseo. Cada sigilo es completamente único, por lo que cuando cumple su función, puede deshacerse de él y seguir adelante. 

  El concepto del sigilo es manifestar conscientemente el proceso de deseo y dejar que la energía caótica del mundo haga el trabajo por uno. Para hacer un sigilo, todo lo que se debe hacer es escribir qué se desea, distinguir las letras únicas (generalmente solo las consonantes) y luego crear una imagen a partir de esas letras. Algunas personas dicen que se debe ocultar el sigilo (o sigilos) durante al menos una semana para que se pueda olvidar lo que significan, y luego "cargar" los sigilos con energía.

  La respuesta entonces es sí. Hay personas que se masturban con la imagen de sus propios sigilos porque, supuestamente, la energía generada vía sexual es la más poderosa. Hay también quienes optan por bailar, gritar, hacer ejercicio, cantar una canción, siempre que haya una descarga emocional. En este punto recuérdese a Aleister Crowley. 


Una forma de Gnosis 

  La gnosis en sí es el estado de consciencia (con S, por favor) requerido para efectuar un cambio en el mundo. Esta es la naturaleza misma de la iniciación, que es necesariamente espiritual, sea cual sea la denominación religiosa o laica que se tenga. 


Liberación del condicionamiento social 

  En otro de los libros obligados, como Liber Null & Lo Psiconauta, el pionero Peter J. Carroll, lo llama "cambio de paradigma mágico". Carroll analiza el concepto de ruptura con el condicionamiento social de la religión, ya que en la misma todo lo que se hace es simplemente un patrón. Parte de esta ruptura con lo convencional, en el espacio privado de la práctica, consiste en usar la misma ritualística, sigilo o creencia más de una vez sólo si sirve para ese momento y objetivo en concreto. La magia del caos es exasperante. 


El Peligro de La Magia 

  Por supuesto que es peligrosa, al 100%. Aquí lo que se llama a controlar es la propia psique. Por ello, la disciplina es el principio de la libertad y eso es profundamente iniciático. Es mejor comenzar poco a poco, tomando nota de cómo y qué parece funcionar. Se debe ser constructivo, disciplinado y enfocado. 

  De esta manera, podría afirmarse que Jung fue el primer ‘mago del caos’, de ahí su proceso de Individuación, como se conoce en círculos académicos. 

Carl Gustav Jung



La ilusión Controlada 

  Esto es probablemente lo más importante que se debe recordar a medida que se avanza. El mundo en el que vivimos no es realmente el mundo, es una ilusión creada por miles de millones de personas que perciben que el mundo es como es. Como mago del caos, depende de uno cambiar la propia percepción del mundo. 

  Los acontecimientos de los que no se tiene control alguno (guerras, etc.) suceden porque hay una dinámica que es ajena al no iniciado y de allí que no se comprenda por qué suceden. 


La Magia del Caos y la Riqueza 

  Uno de los principios de la magia del caos es que "lo similar atrae a lo similar", es decir, las personas que son financieramente exitosas ponen esa energía en el mundo y atraen aún más riqueza para sí mismas. Por eso existen los grandes filántropos, porque saben materializar ese deseo. El sabio español del siglo XIII, Ramon Llull, lo sentenció así: “Para crear oro, debes tener oro”.

  He aquí el peligro de burdos manuales como El Secreto, de Rhonda Byrne. Este libro es prácticamente una mala copia de muchos de los conceptos expuestos y probados en clásicos como Piense y Hágase Rico, de Napoleón Hill. Sentarse a esperar en la habitación dibujando sigilos todo el día, lleva sólo a la decepción y el autoengaño. La riqueza se manifiesta actuando. 


Magia del Caos y el Sexo 

  La mayoría de las personas piensan que usar magia para tener pareja es como una poción de amor, volviendo locos a hombres o mujeres. La realidad es otra y es mucho menos exótica. 

  La confianza de sí mismo que resulta del autoconocimiento es el principal atractivo sexual, se tenga el físico que se tenga. Al no haber reglas, el practicante puede darse contra las paredes para ver si una top model o un Adonis se presenta a la puerta. 


La Magia del Caos y la Creatividad 

  La magia del caos, se ha dicho, consiste en usar la mente subconsciente para crear resultados observables en el mundo real. El desbloqueo del subconsciente –aquí vuelve a triunfar Jung como ninguno– convierte a una persona en alguien más creativa e inteligente, capaz de reconstruir su vida tangiblemente. 

  Peter Carroll lo resume mejor cuando dice: “Las partes previamente insospechadas de nuestro cerebro pueden ser incluso más creativas que las partes conscientes, y ningún mensaje de los dioses, sin importar cuán extraordinarios y abrumadores, debe tomarse como prueba de cualquier cosa más allá de nuestros poderes extraordinarios, incluso si están acompañados por milagros.” 

  Este ha sido un resumen –bastante somero– de lo que es la Magia del Caos y en qué consiste. En este tipo de prácticas, en las que se supone que la persona es adulta y con un buen estado mental, también se requiere de cierta sofisticación filosófica e incluso psicológica. Un mago del caos debe ser una persona instruida e informada, no un ermitaño ni un irresponsable. El motor se encuentra dentro de nuestro perímetro craneal y es un entrenamiento para lo que llamamos ‘mente’.



viernes, 8 de febrero de 2019

Lovecraft y Robert Bloch: una herencia literal

                                                                                                                           



Nuestro colaborador José Ángel Conde regresa a Caosfera, y en esta ocasión nos habla, nada más y nada menos, que de dos de los autores más valorados de la literatura de terror contemporánea. Una entrada muy completa que hará las delicias de los más fervientes aficionados del género. Recordad que podéis seguir las interesantes publicaciones de Jose Angel en su página de facebook Josef A, y en su web oficial




Howard Phillips Lovecraft (1890, Providence, Rhode Island-1937, ibídem) y Robert Bloch (1917, Chicago-1994, Los Ángeles) nunca se conocieron en persona. Y, sin embargo, casi un siglo antes de la existencia de las redes sociales, los dos autores mantuvieron una relación estrictamente literal, es decir, basada en las letras. Una breve pero fructífera correspondencia y una espontánea trilogía de relatos sirvieron para marcar la transición entre las dos edades más recientes de la literatura de género anglosajona: por un lado, la crisis del terror gótico y el advenimiento del horror cósmico, propiciadas ambas por la fascinante mitología y ambigua idiosincrasia del gigante de Providence; por el otro, la cristalización de la weird fiction y el progreso de la literatura de género hacia su consideración como vía de expresión adulta y su consiguiente éxito comercial, hechos que ayudó a impulsar con su prolífica y heterogénea obra el autor de Psicosis.




Robert Bloch recogiendo un galardón



El “Círculo de Lovecraft” 

  1921 se recordará como el año en que Lovecraft se abrió al mundo. Dos hechos servirán como detonante: la muerte de su posesiva madre, Sarah Susan Phillips, recluida en un psiquiátrico al final de sus días y que tanto influiría en su personalidad introvertida y su voluntario aislamiento; el segundo hecho trascendental fue la posterior ruina de su familia, que le decidirá a volcarse de lleno con la escritura para proporcionarse su sustento, aunque con los desiguales resultados y las penurias de sobra documentadas en sus numerosas biografías. En 1917, a la edad de 27 años, Lovecraft había publicado ya su primer relato fantástico, "Dagon", en la revista pulp mensual Weird Tales y será precisamente en torno a esta mítica publicación que comenzará a ampliar su vida social, aunque, todo hay que decirlo, de forma exclusivamente epistolar, ya que empieza a mantener correspondencia con un grupo de admiradores, escritores y artistas que, profundamente interesados por sus relatos, se reúnen en torno a su figura. Dicho grupo, que se irá ampliando con el transcurso de los años, dará lugar a una suerte de foro literario, prácticamente un movimiento de escritores interesados en la fantasía y lo sobrenatural que se autodenominará el “Círculo de Lovecraft”. De su intenso intercambio erudito y creativo será de donde surja lo que se ha dado a conocer como “Mitos de Cthulhu”, denominación acuñada a posteriori por August Derleth, uno de sus miembros originales y que servirá de etiqueta a la obra colectiva de relatos y novelas basada en el colosal arco temático esbozado en origen por Lovecraft. Aunque los “Mitos”, oficialmente inaugurados en 1921 con el relato del maestro La ciudad sin nombre (The nameless city), aún siguen siendo ampliados por escritores y admiradores de todo el planeta, sus “padres fundadores” serían, por supuesto, el propio Howard Phillips Lovecraft, August Derleth, Frank Belknap Long, Donald Wandrei, Clark Ashton Smith, Virgil Finlay, Robert E. Howard y el representante más joven del grupo, Robert Bloch. 


Lovecraft junto a algunas de sus amistades literarias




  Robert Bloch, que vivía por entonces en Wisconsin, era un fervoroso lector de Weird Tales. Se sentía especialmente fascinado con los relatos del casi desconocido autor de Providence, así que se decidió a escribirle su primera carta el 5 de abril de 1933, en su 16 cumpleaños, expresándole su admiración y pidiéndole información sobre otros relatos. El 22 de noviembre del mismo año le responde un entusiasmado Lovecraft comprometiéndose a enviarle él mismo sus relatos. Se iniciaba así una breve pero intensa correspondencia de cuatro años. Las cartas de Lovecraft han sido recopiladas en el libro H. P. Lovecraft letters to Robert Bloch, editado por David E. Schultz y S. T. Joshi en 1993, aunque la parte de Bloch no se ha conservado. Lo que comienza como un intercambio de información e inquietudes sobre el campo de la literatura pronto se irá convirtiendo en una auténtica relación entre maestro y discípulo. En su cuarta carta Lovecraft expresa: “Hay algo en su forma de escribir que me hace pensar que quizá usted estaría interesado en dedicarse a esto mismo. ¿Le gustaría escribir historias? Me alegraría poder comentarlas”. Bloch no lo duda y comienza a enviarle entonces sus propios textos, acompañados en muchos casos por ilustraciones a petición de Lovecraft, que consideraba reforzaban el carácter visual de la escritura del joven. Los consejos narrativos del maestro se revelarán concienzudos y constructivos, con un gran sentido crítico muy propio de la analítica mente del genio, y por ello serán sin duda una poderosa influencia en la formación literaria de Bloch. Como resultado del proceso de perfeccionamiento muchos relatos y argumentos quedarán en el camino, hasta que el de Wisconsin consigue publicar en 1934, en Weird Tales, su primer relato, "The secret of the tomb", con tan sólo 17 años. A partir de ahí se convertirá en asiduo colaborador de la publicación pulp y en uno de los miembros más activos del “Círculo de Lovecraft”, hasta el punto de ser el autor que más contribuyó con sus historias, junto con August Derleth, en la expansión del universo de los “Mitos de Cthulhu”. 


Una de las mejores interpretaciones gráficas de la obra
de Lovecraft, por Alberto Breccia


El “Ciclo Robert Blake” 

  En 1935 Robert Bloch pide permiso a Lovecraft para matarle. De esta forma el joven autor quería expresar su admiración por el maestro, ya que tenía la intención de asesinarle de forma espantosa en una de sus narraciones. 

  Este tipo de juego metaficcional era bastante habitual entre los escritores del “Círculo de Lovecraft”. Probablemente la práctica empezó con la broma de usar sus nombres reales para construir pseudónimos que luego se aplicarían a personajes de sus historias. Lo cierto es que en muchos de los relatos de los “Mitos” encontramos figuras que o bien se inspiran en la personalidad de los escritores reales, o bien incluyen directamente a estos mismos, sin ningún tipo de filtro, como parte de la trama. Precisamente fue Lovecraft uno de los que utilizó este recurso con más entusiasmo. Prueba de ello será su inspiración en August Derleth para crear al Conde d'Erlette (alias que servirá para bautizar al autor del libro ficticio Cultes des Goules) y otros personajes como Danforth (En las montañas de la locura) o Albert N. Wilmarth (El que susurra en la oscuridad). Es muy probable también que el escultor atormentado de "La llamada de Cthulhu", Henry Anthony Wilcox, sea un trasunto del no menos maldito Clark Ashton Smith. Por todo ello no es de extrañar que HPL accediera a la petición de su discípulo, a la que replicó de esta original forma en una carta fechada el 30 de abril de 1935: 



A quien pudiera interesar:

Certifico que el señor Robert Bloch, Esq., de Milwaukee Wisconsin, EEUU —reencarnación de Mijnheer Ludwig Prinn, autor del DE VERMIS MISTERIIS— queda plenamente autorizado para retratar, matar, aniquilar, desintegrar, transfigurar, metamorfosear, o maltratar al abajo firmante, en el cuento titulado, EL VAMPIRO ESTELAR.

Firmado. H.P. Lovecraft.




  Al pie de la misiva se acompañaban las testificaciones de Abdul Alhazred (escritor del Necronomicón), Friedrich Von Juntz (autor del Unaussprechlichen Kulten, el Libro de los Cultos sin Nombre), Gaspar du Nord (traductor del Libro de Eibon) y el Lama Tcho-Tcho de Leng, dando fe del documento con sus vistosas y ficticias firmas.


  Una vez concedido el permiso aparecería en Weird Tales, en septiembre de 1935, El vampiro estelar (The shambler from the stars). El relato comienza con una dedicatoria a Lovecraft y narra en primera persona la ambiciosa búsqueda de un joven escritor, obsesionado por la perfección y la exploración de nuevos temas, que acabará carteándose con “un místico de Nueva Inglaterra” cuyas características no dejan lugar a dudas sobre su identidad. A través de este llegará al conocimiento de diversos libros arcanos y malditos, entre ellos el inevitable Necronomicón, pero sobre todo De Vermis Mysteriis, ("Misterios del Gusano"), grimorio escrito en latín en el siglo XIII por el caballero cruzado alemán Ludwig Prinn mientras esperaba en prisión a ser quemado por brujería. He aquí la primera entrada en escena de una de las contribuciones más celebradas de Robert Bloch a la mitología lovecraftiana. Tras hacerse con un ejemplar en una librería de anticuario, el iluminado artista se cita con “el eremita de Providence” en su casa para que se lo traduzca, pero cuando este pronuncia un fragmento del texto en voz alta invoca involuntariamente a una entidad del espacio exterior que acaba desmembrándole y succionando su sangre. Aunque su identidad es patente, Bloch se cuida mucho de no utilizar el nombre de Lovecraft. Lo mismo ocurre con el narrador, que aun así tampoco esconde sus evidentes elementos autobiográficos. Pero el juego no acabaría aquí.


Workart perteneciente a una colección de
láminas enmarcadas de De Vermis Mysteriis





  Lovecraft quedaría encantado con la historia y su respuesta no se haría esperar. En noviembre del mismo año escribe "El morador de las tinieblas" (también traducido como El que acecha en la oscuridad, del título original The haunter of the dark), que no se publicará en Weird Tales hasta diciembre de 1936. El maestro hace valer el quid pro quo encabezando el texto con una dedicatoria directa a su discípulo y el siguiente prefacio:




Yo he visto abrirse el tenebroso universo

Donde giran sin rumbo los negros planetas

Donde giran en su horror ignorado

Sin orden, sin brillo y sin nombre.


Némesis



  Una apertura que nos prepara para una narración imbuida de genuino horror cósmico, pero en la que además Lovecraft se atreverá a llevar aún más lejos la inclusión de elementos tomados de la realidad dentro de la propia ficción. Para empezar la trama gira en torno al narrador sin nombre de "El vampiro estelar", bautizado ahora como Robert Harrison Blake, denominación en la que puede reconocerse el nombre del propio Robert Bloch. Pero la identificación no acaba ahí: el personaje se nos presenta como un escritor e ilustrador de Milwaukee y cita como su domicilio la dirección real de Bloch por aquel entonces. “Soy Blake: Robert Harrison Blake. Calle East Knapp, 620; Milwaukee, Wisconsin. Soy de este planeta”, afirma en un fragmento de su diario al final del relato. Lovecraft retoma los hechos de "El vampiro estelar" y narra cómo, tras la brutal desaparición de su avatar literario, Blake se muda a Providence siguiendo una inexplicable e irresistible atracción. Según afirma Robert M. Price, estudioso de la obra lovecraftiana, el apartamento donde se aloja el artista es descrito de forma idéntica al hogar donde Lovecraft pasó sus últimos años. A partir de aquí el campo está allanado para que el maestro del horror despliegue todo su poder psicogeográfico en la pintura de la ciudad que tan bien conoce. Así nos va introduciendo en las calles de la ciudad de Nueva Inglaterra hasta llegar a la iglesia abandonada en la colina de Federal Hill, donde una secta conocida como la “Sabiduría de las Estrellas” celebraba sus rituales hasta finales del siglo XIX. En las sombras del chapitel del templo Blake descubre el Trapezoide Resplandeciente, primera aparición de este icono de los “Mitos de Cthulhu”. La piedra arcana, tallada en el planeta Yuggoth antes de la llegada de los Primordiales a la Tierra, sirve de puerta de entrada a la entidad conocida como el “Morador de las Tinieblas”, que es liberada por Blake, provocando que la ciudad sea arrasada por una terrible tempestad y en última instancia causando su propia muerte.




  El denominado “ciclo de Robert Blake” aún tendría que completarse con una tercera entrega, "La sombra que huyó del chapitel" (The shadow from the steeple), aunque esta llegaría ya en forma de homenaje póstumo en septiembre de 1950, trece años después de la muerte de Lovecraft. En esta ocasión Bloch relata la investigación de la muerte de Robert Blake llevada a cabo por su ficticio amigo epistolar Edmund Fiske y se permite romper la continuidad de la saga para introducir otra vuelta de tuerca al discurso metaficcional. Esta consistirá en el establecimiento de una nueva línea temporal en la que el genio de Providence no murió a manos del vampiro estelar, sino que siguiendo su biografía real vive para escribir "El morador de las tinieblas", el cual servirá de ayuda a las pesquisas de Fisk: “La mayor parte de las circunstancias que concurrieron en la muerte de éste y algunas de las conjeturas que entonces se hicieron fueron recogidas por Lovecraft en su relato “El Morador de las Tinieblas”, que se publicó año y pico después de haber muerto el joven Blake”. Bloch se refiere también al “Círculo de Lovecraft”, a través del que Fiske habría conocido previamente al desaparecido Robert Blake. A partir de ahí su prosa ágil nos introduce en una intriga sobrenatural con tintes de espionaje en la que el mismísimo Nyarlathotep se esconde detrás de la escalada atómica internacional, con lo que el autor se hace eco de la histeria propia de los tiempos de la Guerra Fría. 



La herencia 

  La última carta de Lovecraft a Bloch llegaría el 25 de enero de 1937. Cuando él y August Derleth, ambos de Wisconsin, se disponían a visitar al genio en su residencia de Providence les llega la triste noticia de su muerte por causa de un cáncer intestinal, cuando contaba tan sólo con 46 años de edad, el 15 de marzo de 1937, un año después que el otro mago del pulp, Robert E. Howard. Según Sprague de Camp recoge en su estudio biográfico de referencia, "Lovecraft: Una biografía (Lovecraft: A Biography)", Robert Bloch llegó a decir que “si hubiera sabido del estado de Lovecraft, me hubiese arrastrado a gatas si fuera necesario hasta llegar a su lecho de muerte”

  Las circunstancias de la muerte del maestro afectaron profundamente a su discípulo: “…las noticias de su destino me llegaron como un golpe devastador; sobre todo porque la mayor parte del mundo ignoró su marcha. Sólo mis padres y unos pocos corresponsales parecieron sentir mi conmoción y mi sensación de que una parte de mí había muerto con él”. No es de extrañar, pues, que gran parte de su producción literaria posterior se centrara en el universo lovecraftiano. Primero con los relatos que August Derleth incluyó como parte de las antologías colectivas tituladas como "Los mitos de Cthulhu", a lo largo de la corta vida de la editorial Arkham House, y que en 1981 se recopilaron por primera vez en un volumen individual con el título "Mysteries of the Worm (Misterios del Gusano)". En 1978 llegaría la novela "Strange Eons" (título traducido al castellano como "El horror que nos acecha"), un interesante esfuerzo en el que se especula de nuevo en la ficción con la verosimilitud de los relatos reales de Lovecraft para desarrollar un argumento con todos los elementos propios de su universo. Aquí el trasfondo de su obra sirve de base para una visión cercana al ideario de lo que se ha dado en llamar “teoría de la conspiración”, en donde los Primordiales habrían desarrollado su propio concepto de “granja humana” en la Tierra con el transcurso de los eones.



  

  Arkham House marcaría la transición ya comentada al principio entre el horror gótico y el ascenso comercial del género, ya que de su factoría saldrían no sólo las primeras obras de Robert Bloch, sino las de autores tan esenciales como Briam Lumley, Ray Bradbury o Ramsey Campbell, también herederos de pleno derecho de la obra de Howard Phillips Lovecraft e iniciadores de la nueva era de la literatura de terror contemporánea. Por su parte, Bloch aún publicaría con Arkham su primer libro de relatos, "The opener of the way" (1945). Pronto llegaría su primera novela, "The scarf" (1947), y a partir de ahí se iniciaría una prolífica y exitosa carrera literaria con 30 novelas y cientos de historias cortas que haría compatible con su faceta como guionista en Hollywood, tanto en cine como en televisión, sobre todo tras el éxito de la adaptación fílmica de su novela "Psicosis" (Psycho, 1959) en el clásico de Alfred Hitchcock. Aunque se puede afirmar que su estilo narrativo ágil y visual dista mucho de la solemnidad atmosférica de Lovecraft, lo cierto es que la huella del genio quedará presente en espíritu en la obra de Bloch. No se puede olvidar que él fue el que le hizo amar y entender el horror, permitiéndole bucear con rigor en sus mecanismos y recursos para luego poder trascenderlo y contribuir a establecer subgéneros tales como el suspense y el psychothriller, sobre todo a raíz de la trilogía Psicosis (de la que nunca está de más recalcar que no tiene nada que ver con las posteriores secuelas fílmicas). De los monstruos cósmicos y sobrenaturales Robert Bloch pasará a introducir la temática de los monstruos modernos, la figura mucho más humana pero no menos terrible del asesino psicópata. Otros tiempos, otros temas, pero las intenciones narrativas serían exactamente las mismas. 



  De una u otra forma, Lovecraft siempre le acompañaría. Los siguientes dos textos prueban hasta qué punto esto fue verdad. El primero de ellos es un fragmento del relato de Lovecraft "The picture in the house" (1920) con el que Robert Bloch abre las primeras líneas de su escrito "The shambles of Ed Gein" (1962), un texto de no ficción centrado en la figura del célebre psicópata y que en 2008 la Library of America incluirá en una retrospectiva de 200 años de crímenes en EEUU. El caso de Gein, que vivía a unos pocos kilómetros de su casa en Wisconsin, siempre impactó al escritor, hasta el punto de servirle de inspiración para el personaje de Norman Bates en Psicosis. Las líneas de Lovecraft serán un perfecto preámbulo para la descripción real de la casa del macabro asesino que constituye el tema central del artículo: 


  “Los aficionados al horror suelen buscar los sitios llenos de misterio pero lejanos, como las catacumbas de Ptolomeo o los magníficos mausoleos de tantas partes. Preferentemente a la luz de la luna, se entregan a trepar a las ruinosas torres de los castillos del Rhin o a transitar tambaleantes entre las lóbregas escaleras repletas de telarañas que aún subsisten entre los restos de algunas ciudades asiáticas. Sus templos son los bosques encantados o las montañas inaccesibles y sus reliquias están dadas por los horribles monolitos que se levantan en islas despobladas. Sin embargo, para el verdadero sensual del horror, aquél que ante un estremecimiento nuevo puede llegar a sentir justificada toda una existencia, las viejas y solitarias granjas de Nueva Inglaterra son particularmente atractivas, puesto que es allí donde se produce la combinación precisa de elementos tales como la fantasía, la soledad, lo ignorado y la presencia de fuerzas sombrías que en conjunto pueden producir altas cumbres de lo tenebroso.”


  El último texto está tomado de "Carta abierta a H.P. Lovecraft" (Open letter to H.P. Lovecraft), un homenaje a Lovecraft escrito por el propio Robert Bloch que sirve de introducción a la antología colectiva de relatos de horror "El legado de Lovecraft" (Lovecraft's legacy, 1990). Este fragmento en concreto se refiere precisamente a la cuestión del proceso de construcción de la ficción: 


  “Al comienzo fue el estilo lo que atrajo imitadores. Muchos jóvenes escritores yo mismo incluido, intentamos escribir relatos tipo Lovecraft, frecuentemente usando conceptos de los Mitos con tu pleno y generoso permiso. Pero con el paso del tiempo la mayoría de nosotros acabamos comprendiendo, cada uno a su manera, que el auténtico secreto de tu genio no estaba en la adjetivitis, las referencias a deidades extrañas mencionadas en extrañas obras de referencia o el fiarse de las cursivas y los signos de admiración para enfatizar ciertos pasajes. El auténtico secreto de un buen relato de Lovecraft radicaba en su habilidad para crear una suspensión temporal de la incredulidad. Su capacidad de conseguir que lo increíble pareciese creíble hizo que esos relatos poseyeran una vida literaria que ha perdurado hasta el día de hoy”.