viernes, 31 de enero de 2020

Richard Matheson: la increíble historia de un mito creciente




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Aquel junio en el que se nos fue uno de los autores de género más consagrados, todos nos sentimos un poquito huérfanos. Y es Richard Matheson nos regaló historias increíbles amén de horas y horas  de entretenimiento. Pero sin duda su mayor mérito fue lograr que enraizase en nuestro interior el amor por la literatura y el cine. Es por eso que me sentí muy honrada de poder homenajearle en este artículo publicado originalmente en el número 3 de la revista La cabina de Nemo. Disfrutad





El 23 de junio del año 2013 se nos fue una de las personalidades más carismáticas, influyentes, prolijas y queridas de la literatura de género: ni más ni menos que Richard Matheson. La relevancia de este escritor ha sido más que importante, y su huella trascendió el mundo literario, alcanzando altas cuotas de calidad en medios tan competitivos como el cine y la televisión, bien como autor adaptado o desempeñando él mismo el rol de guionista. Fue calificado por el propio Ray Bradbury como “uno de los escritores más importantes del siglo XX”, y otros autores de la talla de Stephen King o Harlan Ellison lo reconocen como una de sus principales influencias. No en vano, ha recibido reconocimientos de la talla del Premio Mundial de Fantasía en tres ocasiones o el Premio Stoker. Por desgracia, aún a pesar de ser todo un referente para el aficionado, el autor estadounidense no ha podido disfrutar de su fama como merecía, pues algunas de sus obras o contribuciones más importantes han pasado a la gloria sin que se prestase la merecida atención al nombre que las firmó. Por este motivo y por mi profunda admiración, me siento honrada de poder homenajear su trabajo tanto a nivel literario como cinematográfico. 

  Sus inicios fueron en la sección de relatos cortos en el periódico Brooklyng Eagle y la revista Magazine of Fantasy and Science Fiction. Precisamente, fue gracias al primero de estos relatos que consiguió un agente literario: Se trata de Nacido de hombre y mujer, un relato firmado en el año 1950, que narra la historia de un niño mutante encadenado y maltratado por sus padres. A partir de aquí comenzaría una intensa producción de relatos, algunos de los cuales, como veremos más adelante, serían adaptados al cine o la televisión, además de acabar recopilados en varias antologías. 

  La primera de sus novelas, Someone is bleeding, del año 1953, inédita en España, acaparó la atención del director francés Georges Lautner, especialista en thriller policiaco, que hizo una libre adaptación en el año 1974. El film, originalmente titulado Les seins de glace, cuenta la historia de Francois Rollin, un hombre que trabaja en televisión, y que durante unas vacaciones en Niza conoce a una mujer de la que se enamora perdidamente: Peggy. A pesar de las advertencias sobre la salud mental de esta, Rolling decide protegerla y apoyarla incluso cuando asesina a su marido. La reclusión de ambos en un apartamento mientras huyen de la policía se torna angustiosa e insoportable. Buena parte de su reconocimiento se debe a un estelar y mítico reparto encabezado por la bella Mireille Darc, icono del cine francés fallecida en agosto de 2017, y unos memorables Alain Delon y Claude Brasseur. No era esta la primera vez que una de sus obras policiacas veía la luz en pantalla, pues en 11 de enero de 1972 el telefilm The night stalker, cuyo guión acabó siendo novelizado por el propio autor, había sido estrenada en ABC; un año más tarde, el 16 de enero del año 1973, llegaría The night strangler, dirigida por Dan Curtis, y con guión también de Matheson, que como en el caso anterior terminó siendo novelizado por él.



                
                                   
                                    
                       
              
 
                                           
   Pero si hay una obra que catapultó a Matheson como uno de los baluartes de la ciencia ficción moderna sería Soy leyenda, novela firmada en el año 1954 que cuenta además con varias adaptaciones cinematográficas con mayor o menor fortuna en su resolución. El libro es de corte post apocalíptico, ambientado en la ciudad de Los Ángeles durante la segunda mitad de los 70, pudiendo definirse como un survival. Una historia de supervivencia en un mundo devastado por una guerra bacteriológica que afecta a los seres vivos hasta el punto de hacerles mostrar síntomas similares a lo que vulgarmente conocemos como vampirismo, tema que Matheson tiene presente en cuentos como Hijo de sangre o Los vampiros no existen, este último adaptado como parte del telefim Dead of Night, del año 1977. Lo cierto es que la novela posee un profundo trasfondo, cercano a la tesis del dolor perpetuo de Schopenhauer y haciendo hincapié en la desesperanza y temor de Roberte Neville, el personaje protagonista, quien no ve futuro en la especie humana. Como comentaba anteriormente, han sido varias sus plasmaciones en la gran pantalla, destacando principalmente la primera de ellas del año 1964. En esta versión, titulada El último hombre sobre la tierra, el protagonismo corre a cargo del gran Vincent Price y el guión fue escrito a manos del propio Matheson —aunque por problemas con la productora, apareció finalmente en los créditos con el seudónimo de Logan Swanson—. A propósito de Price, y recordando el rol de este como actor fetiche en los filmes del director estadounidense Roger Corman, es conveniente pararse y apuntar la colaboración de Matheson en la filmografía de Corman. Matheson participó como guionista en cuatro de las cintas que el director dedicó a las obras de Edgar Allan Poe, concretamente en los títulos La caída de la casa Usher (1960), El pozo y el péndulo (1961), Historias de terror (1962), y la última y peor de todas ellas con diferencia: El cuervo (1963), que aunque contó con un reparto encabezado por Boris Karloff, Jack Nicholson y el propio Vincen Price no consiguió salvarse de la categoría de absurdo. El resto fueron unas adaptaciones libres, sobrias y estéticamente notables. 

  La colaboración de Matheson con la productora American International Pictures merece de hecho mención más allá del ciclo Poe de Roger Corman, como en el caso de la exitosa adaptación del libro Night of the Eagle, del escritor estadounidense Fritz Leiber jr, para el film del mismo título (conocido en tierras hispanas con el título Arde, bruja, arde), cuya realización data del año 1962. Mucho más curiosa fue su participación un año después en la comentada anteriormente El cuervo, o en otro humorístico homenaje a Poe, La comedia de los horrores, dirigida por Jaques Tourneau, que contó de nuevo con el protagonismo de Vincent Price, amén de otros nombres como Boris Karloff, Peter Lorre o el querido Basil Rathbone. Y siguiendo en la línea de obras adaptadas, cerramos este párrafo con La novia del diablo (The devil rides out), film dirigido por Terence Fisher para la productora Hammer Films, y basado en la novela homónima de Dennis Whateley. Esta adaptación se convertiría en la única participación de Matheson con la mítica productora británica, y también en uno de sus trabajos más sólidos. La presencia de Christopher Lee y la impecable dirección de Terence Fisher, unida al entorno esotérico-mágico creado por Matheson pusieron un broche final redondo a la etapa más clásica de la productora. 


                                                                      
                                                            
  Pero tal y como señalé antes, si Matheson es recordado por una obra esa es Soy Leyenda, y esta contó con otra adaptación cinematográfica en el año 1971, dirigida por Boris Sagal e interpretada por Charlton Heston y Anthony Zerbe. El último hombre vivo, como se tituló la película, no contó con Matheson al guión, por lo que la historia se alejó bastante de la fuente original, dando resultados bastante discutibles. 

  Habría que esperar hasta el año 2007 para ver una tercera versión, esta vez un producto televisivo de bajo presupuesto que corrió a cargo del actor, productor y director Griff Furst, habitual en series de televisión como Sin rastro (2003), Desaparecida (2006), o CSI Nueva York (2006), entre otros innumerables ejemplos. Su título, Soy Omega, aúna un homenaje a la novela original y a la producción de Sagal anteriormente mencionada. Su valor es meramente anecdótico y olvidable, esta vez con el actor experto en artes marciales, Mark Dacascos, como cabeza de cartel. 

  La última de ellas, y también la más popular, fue la versión estrenada en diciembre de ese mismo año. Con Francis Lawrence a la dirección y el protagonismo de Will Smith, Soy leyenda se convirtió en la séptima película más taquillera del 2007. Además, la cinta se hizo con galardones en varios festivales de renombre, como el MTV Movie para Will Smith a la mejor interpretación, el Teen Choice Award a mejor película de género o el World Soundtrack Award a la mejor banda sonora. Resulta curioso el apabullante éxito de una producción que realizó importantes cambios con respecto al material original, como su ubicación en Nueva York, la variación de personajes secundarios, la adicción al alcohol del protagonista o la estética de los vampiros, que aquí son presentados como algo sobrehumano. Pero no deja de ser un producto palomitero y por ello comprensiblemente aceptado por la mayoría del público. 


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  1956 traería otra de las obras legendarias de Matheson: El  increíble hombre menguante. En ella, el autor vuelve a enfrentar al ser humano con una situación límite. Su protagonista, Scott Carey, descubre que su estatura disminuye progresivamente con el paso de los días, por lo que debe aprender a sobrevivir en un mundo gigantesco y peligroso. Como no podía ser menos, un año más tarde la novela encontraría su versión cinematográfica a manos del director Jack Arnold, que realizó un producción bastante fidedigna y que se ha convertido ya en un referente del cine de ciencia ficción. Buena parte de este buen hacer está relacionado con el guión de la cinta, escrito por el propio Matheson, y con un reparto encabezado por el actor y cantante de ópera estadounidense Grant Williams, que tuvo en El increíble hombre Menguante su séptima incursión en el cine. Convertida en un éxito de taquilla, no tardaron en surgir rumores sobre una segunda parte, que partiría de la premisa de encoger también a la esposa del protagonista, magníficamente interpretada por Randy Stuart, y hacerla partícipe de una nueva micro-odisea junto a su marido. Pero los rumores fueron apagados rápidamente por el propio Matheson, que calificó la idea como lo más estúpido que había leído jamás. Pese a todo, más tarde, reutilizaría esta idea para confeccionar el guión de una película titulada The fantastic little girl, que jamás llegó a materializarse. Sería el actor Eddie Muphy quien intentara resucitar el proyecto, contando esta vez con Richard Matheson jr, hijo del novelista, para la escritura del guión. Esta nueva versión fue anunciada en febrero del año 2013, pero la muerte de Richard Matheson, unos meses más tarde, congeló el proyecto de forma indefinida. 


El increíble hombre menguante. Imagen sujeta a 
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  Aunque El último escalón data del año 1958, no fue una de las novelas más conocidas de Matheson hasta su adaptación cinematográfica del año 1999, a manos del estadounidense David Koepp, quien además de dirigir el proyecto se encargó de la adaptación del guión. Cuenta la historia de Tom Wallace, un individuo aparentemente normal que descubre ser poseedor de poderosas habilidades psíquicas. Aunque la obra posee un fuerte componente sobrenatural, no deja de ser un thriller de misterio, siendo bastante fiel a la novela original, de la que sólo difiere en el nombre del protagonista y en algunos errores puntuales de ubicación. La pareja protagonista, interpretada por Kevin Bacon y Kathryn Herber, ofrece una acertada sensación de cotidianeidad de la que se beneficia el resto del film. Como apunte, mencionaré la curiosa coincidencia de que fuese Koepp, colaborador habitual de Spielberg, quien adaptase la obra de un autor como Matheson, que tanta relación guarda con el rey Midas de Hollywood. 



  
  En este punto es bueno hacer un pequeño inciso y retroceder en el tiempo, concretamente hasta el año 1971. En ese mismo año tendría lugar el estreno de Duel, un telefilm basado en la novela homónima de Matheson que se convirtió en todo un éxito. Tal fue su fama que llegó a recibir candidaturas a los Globos de Oro y a los Emmy, además del premio al mejor film fantástico en el festival de cine de Avoriaz. En este clásico, Dennis Weaver encarna a David Mann, un hombre que viaja por motivos de trabajo y que acaba entrando en conflicto con el misterioso conductor de un camión cisterna en una carretera del sur de los Estados Unidos. Una road movie trepidante y angustiosa cuyo montaje terminó ampliándose con la intención de ser estrenada en salas cinematográficas. Ni qué decir tiene que el memorable debut de Spielberg supuso un antes y un después en la mítica carrera del director. A modo de apunte y como mera curiosidad, cabe mencionar la participación de Matheson en el guión de Tiburón 3 (1983), continuación de la franquicia creada por el director Estadounidense en el año 1975 con el título original Jaws cuyo guión, por cierto, no pudo escribir por un problema con las fechas. Otro proyecto frustrado con Spielberg fue el film Encuentros en la tercera fase, del año 1977, al no sentirse cómodo con la temática OVNI. Sin embargo y a pesar de ser un producto de carácter menor, Matheson prefirió esta tercera entrega que corrió a cargo de Joe Alves y cuyo principal reclamo fue el uso primerizo de la tecnología 3D. Pero ese mismo año (1983), Spielberg produjo un film conocido en España como Los límites de la realidad, antología de terror que contó con la participación de cuatro de los directores más celebrados por aquel entonces en la industria: John Landis, Joe Dante, George Miller y el propio Spielberg. Su título original, Twilight zone, the movie, evidencia su más que pretendida conexión con la clásica serie de televisión del mismo título emitida en la televisión estadounidense entre los años 1959 y 1964 en la cual Matheson participó con algunos de los guiones más celebrados de sus cinco temporadas. En esta ocasión es George Miller quien se encarga de versionar uno de los episodios más recordados y comentados: Pesadilla a 20000 pies. John Lighton sustituye a William Shatner en el rol de sufrido protagonista, mientras que Matheson asume de nuevo la escritura del guión, ofreciendo uno de los cortes más angustiosos, limpios y divertidos de la cinta. Otro de los segmentos que merecen especial atención es el de Joe Dante, basado en un relato de Jerome Bixby que cuenta la historia de un niño con el poder de hacer realidad todo lo que su mente imagina, adaptación que también corrió a cargo de Matheson y que cuenta con un agradable enfoque cartoon a pesar de su tono dramático. Dos años más tarde, en 1985, comenzaría una nueva temporada de la mítica serie que, al igual que en sus inicios, contaría con el buen hacer de Matheson. Cabría destacar el segundo segmento del capítulo 20 de la primera temporada, con fecha del 7 de marzo del año 1986, dirigido por el magnífico Peter Medak y titulado Button, button. La historia de este segmento correspondía a un relato corto de Matheson adaptado por él mismo. Se trata de un dilema moral protagonizado por un matrimonio que debe decidir si apretar o no el botón de una caja que podría llevarles a ganar 50000 dólares. El precio a pagar por apretar ese botón es la muerte de una persona a la que no conocen de nada, algo que la mujer afronta como algo asumible y el hombre como una monstruosidad. La influencia de este relato ha llegado hasta nuestros días, y en el año 2009 el director, productor y guionista Richar Kelly puso a punto una nueva adaptación del mismo, protagonizada por Cameron Díaz, James Marsden y un más que correcto Frank Langella. La cinta pasó a la historia con más pena que gloria, en buena parte debido a su caótica variación de ritmo que oscilaba entre momentos relativamente acertados y otros muchos bastante aburridos. 



  
  Siguiendo con la estela cronológica de novelas de Matheson adaptadas al cine, tenemos Ride the nightmare, escrita en el año 1959, que fue transformada en episodio para la serie televisiva The Alfred Hitchcock hour, fechada entre los años 1962 y 1965 y en la cual Matheson participó con la adaptación de varios guiones. El segmento dirigido por Bernard Girard narra la historia de un matrimonio que recibe una amenaza telefónica, lo que da lugar a un descubrimiento terrorífico relacionado con un perturbador pasado. Hug O´Brian y Gena Rowlands fueron los encargados de dar vida a los Martin, el matrimonio protagonista. Se cuenta que, entusiasmado por el talento de Matheson, Hitchcock habló con él para proponerle la escritura del guión de Los Pájaros, basado en una novela de Daphne de Maurier, pero la reunión no llegó a buen puerto ya que Matheson manifestó su reticencia a que los pájaros fuesen visibles en pantalla, sugerencia que hizo al director poner el grito en el cielo. Años más tarde el escritor declaró que la única parte del film de la cual había disfrutado fue la parte en la que sólo se oyen las aves y los personajes aguardan angustiados dentro de la casa. 




  Publicada en 1971, La casa infernal encontró una versión cinematográfica a manos del director John Hough en el año 1973 titulada La leyenda de la casa del infierno con un guión suavizado por el propio Matheson debido al contenido altamente explícito del original, y considerada por Stephen King como la novela más terrorífica jamás escrita. Lo cierto es que, a pesar de tratarse del típico batiburrillo de elementos prototípicos de los films de casas encantadas, su resolución fue original para la época. 



  A propósito de la novela titulada En algún lugar del tiempo, la historia de un hombre enamorado que viaja a otra época para encontrar a la mujer de sus sueños, escrita en el año 1975 y versionada en 1980 por Jeannor Szwarc con guión del propio Matheson y un plantel encabezado por Christopher Reeve y Jane Seymour, es importante decir que fue la obra a la que Matheson declaró darle más importancia. Concretamente sus palabras fueron: "En algún lugar del tiempo” es mi mejor novela. Esto resulta anecdótico teniendo en cuenta que tras una extensa producción, en la que se encuentran obras consideradas de culto, el autor tuvo que enfrentarse en la década de los ochenta a uno de los encargos más ambiciosos de su carrera (y de cualquiera, en realidad): la adaptación de Crónicas Marcianas de Ray Bradbury para una ficción televisiva de tres episodios de hora y media cada uno. Dirigida por Michael Anderson y con guion de Richard Matheson y el propio Ray Bradbury, fue considerada un fracaso tanto por el trabajo forzado de los actores como por la complejidad de sus diálogos. 


Fotograma de En algún lugar del tiempo.

  Pero si hay un caso claramente decepcionante (al que tal vez pueda salvarse por méritos visuales y técnicos) es Más allá de los sueños, novela que data de 1978 y que fue llevada a las salas de cine veinte años después con el protagonismo de Robin Williams. La adaptación de Vincent Ward recibió críticas muy dispares, la inmensa mayoría de corte negativo aunque, a pesar de ello, ganó el Oscar a mejores efectos especiales y obtuvo la candidatura a mejor diseño de producción. En ella, Williams toma el rol de Chris Nielsen, un hombre que vive una vida perfecta junto a su esposa, Annie, y sus dos hijos, hasta que un día los pequeños mueren al ser embestidos por un conductor borracho. Tiempo después fallece Christ también en otro accidente de tráfico y así es como Annie tendrá que lidiar para que la soledad y la locura no le arrebaten su mundo. La visión inquietante que presenta Matheson de nuestros infiernos y cielos particulares convierten la novela, si no en una de las mejores, sí de las más peculiares en la carrera del escritor. 




  De forma más reciente, concretamente en el año 2010, se barajó la posibilidad de la adaptación de la novela Earthbound, una historia erótica de fantasmas cuyo guión se especulaba sería escrito por Ronnie Christensen, pero no se conoce más sobre este rumor. Un año más tarde, en 2011, Shawn Levy dirigió Acero puro, conocida en latinoamerica como Gigantes de acero y originalmente titulada Real Steel, en homenaje al relato escrito por Matheson en el año 56 y que, por cierto, también fue adaptado como episodio de Twilight zone en el año 63. En este caso, el protagonismo es de Hugh Jackman y el guión, con significativos cambios, llegó de la mano de John Gatins. Su estreno mundial fue un éxito con una recaudación multimillonaria y unas críticas bastante positivas, entre las que destacan los elogios a la partitura escrita por Dany Elfman. En vista de esto se anunció una secuela para la cual todavía no hay fecha de producción. 




 Puesto que la inmensa producción de Matheson es inabarcable, resulta imposible mencionar todas sus obras, muchas de las cuales son todavía inéditas en España, como es el caso de sus novelas western. Sólo cabe esperar que la producción de uno de los autores más reputados a nivel internacional como lo es Matheson siga brindando sorpresas en el ámbito editorial (y cinematográfico) de este país.



Allá donde estés, gracias por todo lo que nos has dejado, maestro.


Bibliografía: 

Richard Matheson, el maestro de la paranoia (2017, Sergi Grau)

El legado cinematográfico de Richard Matheson (2013, El país)



viernes, 24 de enero de 2020

Entrevista a Lou Wild






Hoy nos visita el autor Lou Wild. Sus obras suelen girar siempre en torno a temas oscuros y sangrientos, pero ha hecho otras cosas, ha tocado otros palos y en esta entrevista podremos conocerle un poco mejor. 




1. ¿A qué edad pusiste por primera vez una pluma en tu mano?



La edad exacta no la recuerdo, pero sería muy joven porque el ansia de escribir la he tenido desde que descubrí que había libros y cómics y yo deseé hacer los míos propios con las cosas que tenía en la cabeza.




2. ¿Recuerdas cuál fue la primera historia que se perfiló en tu mente?

No, pero seguramente sería alguna historia que mezclaba mis pasiones y primeras lecturas como los mitos artúricos, Flash Gordon, La Guerra de las Galaxias, Dreadstar o Los tres mosqueteros.


3. ¿Hubo algún escritor que influyese en tu decisión de sumergirte en el mundo de las letras?

Sinceramente, hasta que no cumplí los dieciocho años, ni siquiera me fijaba en el nombre del autor del texto que tenía en mis manos. Es algo así como lo que ocurre con los cuentos o relatos tradicionales o folclóricos (que fueron, y en parte siguen siéndolo hoy en día, mi principal influencia); todos conocemos la narración, pero rara vez nos interesa el autor, si es que lo hay. Para mí, las leyendas artúricas, la Guerra de las Galaxias, 20.000 leguas de viaje submarino, La vuelta al mundo en 80 días, Los tres mosqueteros, etc., eran historias y no le daba tanta importancia a quién las escribió. Por supuesto, tuve una fiebre Bécquer y una fiebre Pérez Reverte pero, de nuevo, al final sólo me interesaban historias o poemas concretos. No fue hasta los dieciocho años que encontré autores con mentes parecidas a la mía, o que contaban al menos con imágenes semejantes a las mías, lo que me llevó a tomarlos como referentes de lo que quería expresar. La lista incluye nombres como William Seward Burroughs, Clive Barker o Bret Easton Ellis. 


4. ¿Te sientes cómodo en algún género en particular?

A riesgo de aumentar mi fama de autor de temas enfermizos y desagradables, la narrativa donde abunda el sexo, el gore y el canibalismo me sale de forma muy natural. Supongo que es por algún tema de exorcizar demonios personales. 


5. ¿Cuáles son tus autores favoritos?

Autores como Clive Barker, Bret Easton Ellis, Chuck Palahniuk o Thomas Harris, son quizá los cuatro autores vivos que me atrapan con cada cosa que escriben y supongo que ese influjo se notará en algo de lo que escribo (salvando las distancias, por supuesto).
Hoy en día sigo siendo lector de cómic y ahí también hay autores que me atrapan como Grant Morrison y algún otro más. 


6. ¿Cuál es tu método creativo? 

y

7.¿Opinas que la creatividad fluye movida por la pasión y los impulsos?


Te respondo dos por una. Por supuesto creo que la creatividad está alimentada por pasiones e impulsos, para mí un arte cerebral acaba perdiendo interés. Cuando escribo la historia me tiene que apasionar, sorprender y emocionar, de principio a fin. Si sé todo lo que va a pasar con páginas de antelación me acabo aburriendo y dejo el proyecto. Trabajo con imágenes y fragmentos de conversaciones que surgen en mi cabeza o que veo en algún momento. Lo que sí hago es leer todos los días y dedicarme a estar delante del texto (escribiendo, borrando, reescribiendo) desde poco después de la hora del almuerzo (11 de la mañana, antes he estado leyendo, hasta casi la hora de cenar sobre las 20 horas). 


8. ¿Consideras que el terror es un género en auge, o crees que ha perdido altura ?



 Partiendo de que yo distingo entre género de terror y género de horror, creo que en la actualidad el primero está dejando paso o dejándose fagocitar por el segundo. Prueba de que la gente ya no se conforma sólo con pasar miedo, son el éxito de series como American Horror Story o las novelas de Stephen King, Joe Hill o Max Brooks. Por supuesto, estamos en la época de auge, pero al terror le han crecido nuevos miembros y ha mutado-evolucionado (se ha reconfigurado en un organismo más complejo) para convertirse en Horror.




9. Háblanos sobre el proceso creativo de tu novela O fortuna, publicada en 2018 y dinos qué se va a encontrar el lector.



Bueno, O Fortuna es un proyecto que lleva dando vueltas en mi cabeza casi veinte años. Desde pequeño me habían fascinado las leyendas artúricas y a partir de cumplir los dieciséis años empecé a darle vueltas a la idea de hacer una actualización de estas leyendas que girara en torno al triángulo amoroso de Lancelot, Ginebra y Arturo. Una y otra vez el proyecto había fracasado, en gran parte debido a que no terminaba de encontrar una exposición de todos los elementos actualizados que me satisficiera. ¿Qué sería Camelot? ¿Una empresa? ¿Una taberna dónde se reunirán un grupo concreto de personas? ¿Una mansión victoriana? Y así con cada elemento y personaje típico de estas leyendas. Finalmente, en navidades del 2017 viendo una película me apareció ese elemento que pone en marcha la maquinaria y antes del 14 de Febrero del 2018 (escribiendo todos los días una media de cinco o seis horas diarias, intercalando momentos de consulta a obras como La muerte de Arturo, La Vulgata, los poemas goliardos, mitología celta y gaélica o leyendas como la del Santo Grial o el Rey Pescador) tenía escrita la novela.
El lector se encontrará una novela corta, de lectura ágil y trepidante que le mantendrá enganchado hasta el golpe final. 



10. Crónicas Soulwalker. Tres princesas, es tu publicación más reciente, ya que salió editado en el año 2019. ¿Cuáles son los temas principales que abarca la obra? 

Lo cierto es que ,como casi todas mis obras hasta el momento, ésta también ha tenido un proceso de maduración bastante largo. Y no sólo estamos hablando de las distintas ideas y argumentos que se ven expuestas al final en la obra hay que añadir que el primer borrador de esta novela es de diciembre del 2014 - enero del 2015). Por un lado, en mi cabeza había un argumento centrado en una maldición que perseguía a un individuo en todas y cada una de sus encarnaciones a lo largo de los siglos. La otra idea, que venía madurando a lo largo de los años, era el concepto de que, si en realidad existe la reencarnación, las almas que han sido unidas por algún sentimiento fuerte de amor o amistad, ¿estarán ligadas también durante estas encarnaciones y se encontrarán necesariamente en cada una de estas, sin ser conscientes del porqué, pero sin poder evitar esa atracción? El tercer argumento o idea, quizá la más reciente y frívola, era el deseo de escribir una novela juvenil de fantasía urbana. 



11. ¿Con cuál de tus libros te has involucrado en mayor medida?



Este sería el caso de Crónicas Soulwalker - Tres Princesas, de alguna forma me siento bastante conectado con esta novela (a la historia y, por supuesto, a sus personajes). No sé si es por las circunstancias personales en las que la creé, por el trasfondo filosófico que hay detrás de la historia de amor, venganza y esperanza en la llegada de un final feliz o por personajes como Lucas Vargas, Moon o Amanecer (incluso por Gabriela) que fueron cobrando vida propia hasta el punto de que se han convertido en amigos con los que, a veces, contacto o a los que me gusta visitar a través del teclado. No sé la razón exacta de porqué es esa novela, sobre todo teniendo en cuenta de que a mí me gusta más escribir historias de horror y gore con mucho sexo y canibalismo, pero es así. 


12. ¿Qué les dirías a los lectores para que se decantasen por uno de tus títulos?

Uffff... Esta es la parte que peor se me da de todas las entrevistas jejeje. Supongo que les diría que si les gustan las novelas con buenos diálogos, personajes con dobleces (muchos tonos de gris) y donde constantemente está pasando algo, se acerquen a leer mis obras. 


13. Háblanos sobre tus futuros proyectos y añade todo lo que desees.


En cuanto a proyectos futuros, ahora mismo no tengo nada concreto. Estoy participando en bastantes antologías mientras medito cuál será el siguiente paso en mi carrera. De momento, me centro en mi programa de radio La Corte bizarra





Muchas gracias, Nieves, por la entrevista. Ha sido un placer.



viernes, 17 de enero de 2020

En nombre de la ciencia



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¡Viernes! Y en esta ocasión os traemos una nueva entrada literaria. Podéis disfrutar de otro de los relatos que leímos durante la convocatoria splatterpunk, que nos llega de la mano del autor Tomás Pacheco Estrada, redactor en las revistas Dekada virtual, Katarsis celuloide, Revista fantastique y MiNatura, amen de otros muchos espacios. Su trayectoria está muy ligada al mundo del cine, ya que fue ganador en un concurso de un taller de guión para cortometrajes y ha participado en varios proyectos cinematográficos y cursos de actuación. Sin más, dejo a vuestra valoración el esfuerzo de Tomás. 




Un avión aterrizó en la isla. En su interior viajaba un grupo de criminales de alta peligrosidad, sobre los que pesaba una condena a muerte. Ese mismo día, otro avión arribó lleno de mujeres condenadas a la esclavitud sexual. Ni los hombres ni las mujeres sospechaban lo terrible que era ese siniestro lugar. Habían llegado al mismísimo infierno. Tanto los hombres como las mujeres pertenecían a diferentes razas. Sus orientaciones sexuales, sobre todo las poco productivas para la especie, también habían sido señaladas, ya que la misión de sus degenerados captores era velar por un mundo libre de imperfecciones.

    En aquel pedazo de tierra, abandonado en medio del océano, habitaban el dolor y la miseria. Sólamente se veían soldados que ocultaban sus rostros con caretas y  lucían orgullosos la cruz gamada en sus uniformes. Ninguno de los desafortunados prisioneros reconoció al líder del siniestro cónclave: el científico Josef Mengele. Mengele había recibido inmunidad diplomática a cambio de proseguir sus diabólicos experimentos y entregar al estado los resultados de sus estudios. Los "conejillos de indias" fueron encerrados a sus celdas. El llamado Ángel de la Muerte se regocijaba de gusto; un nuevo cargamento de carne fresca para ser sometida a pruebas inhumanas. Pasaron horas hasta que  un grupo de soldados acudió para sacar a algunos hombres de sus celdas. Las miradas de los prisioneros desprendían compasión, algunos hasta derramaban lágrimas al imaginar su terrible e incierto futuro. Fueron conducidos a un patio interno, donde se les ató a unas estacas de madera. El primer prisionero fue quemado con un lanzallamas entre terribles gritos y estertores. Atento, Mengele tomaba notas en su libreta. El segundo reo fue usado a modo de blanco por un arquero, que agujereó su cuerpo hasta transformarlo en un alfiletero. El tercer convicto se meó encima y suplicó piedad, las tropas nazis hicieron escarnio y colocaron una granada entre sus ropas. El patio quedó regado por una mezcla de fluidos y trozos de carne reventada. El último de los reos permaneció con el rostro enloquecido. Impasible, Mengele pidió que le cortaran las manos, para comprobar cuánto tardaría en morir desangrado.

  Pero esta sólo era una muestra de las atrocidades cometidas por aquel enjambre de psicópatas. Al no sentirse satisfecho, Mengele ordenó que un grupo de mujeres fuese conducido al laboratorio. La más joven fue encerrada en una cámara frigorífica con el objeto de averiguar durante cuánto tiempo resistiría las altas temperaturas. Lleno de curiosidad, el doctor decidió congelar los brazos de otra de las mujeres y  esperar a que se descongelasen. La gangrena acabaría con ella, proceso que sería convenientemente seguido y documentado.

  Otro de los experimentos consistía en atar a un prisionero a una silla y colocar cables por todo su cuerpo para que muriese electrocutado entre terribles sufrimientos. 

  Mengele recorría los pasillos que aquella sombría prisión acompañado de una enfermera rubia de rostro particularmente duro y siniestro. La mujer entraba en las celdas e inyectaba a los reos enfermedades de todo tipo Algunos se resistían, por lo que trataba de engañarles diciéndoles que eran vacunas. Tras una larga agonía, los hombres perecían bajo la mirada tranquila del siniestro Doctor y sus secuaces. Mengele lo tenía claro: en nombre de la ciencia todo estaba justificado. Además, se trataba de razas inferiores que, de un modo u otro, debían ser erradicadas. 

  No hubo inconveniente para el doctor en que las mujeres fueran tratadas como esclavas sexuales. Inevitablemente, algunas de ellas quedaron encinta, lo cual lejos de ser un problema supuso una nueva fuente de investigación, o más bien sadismo vestido de investigación. Cuando sus vientres estaban hinchados, eran llevadas a quirófano y se les hacía una cesárea sin anestesia. Los fetos eran extraídos y colocados en frascos llenos de formol. Respecto a las madres, nunca más se supo, aunque se dice que la que no murió desangrada durante el proceso recibió una muerte lenta y dolorosa abandonada a su suerte con el vientre abierto sobre la mesa de operaciones. 

   Durante años los terribles experimentos continuaron. Cientos de prisioneros fueron conducidos a la isla. Muchos de ellos terminaron encerrados en cuartos y atacados por perros infectados con la rabia con el objeto de valorar los efectos de esta enfermedad en el cuerpo humano. Otros muchos,  fueron conducidos a salas donde se estudiaban los efectos de la radiactividad en los tejidos orgánicos. Según Mengele, era una forma de buscar la cura contra el cáncer. También se comprobaron los efectos del gas sarín y el gas mostaza en el sistema nervioso. Todos y cada uno de los terribles resultados fueron anotados, estudiados y expuestos por el doctor. 

   La vivisección se convirtió en otra de las técnicas predilectas del Ángel de la muerte. Pero su nivel de sadismo aumentó, y no contento con extraer los órganos de sus víctimas mientras aún permanecían con vida, amputó sus miembros para dejarlos convertidos en sanguinolentos muñecos rotos. Le gustaba recordar el pasado, cuando todavía estaba en Auschwitz. Sonreía mientras recordaba la cámara de gas en la que había acabado con la vida de tantos y tantos inocentes. Recordó también el día en que se le ocurrió coser a dos gemelos para convertirlos en siameses. Sí, debía continuar su trabajo y para ello utilizaría los últimos avances, y continuaría demostrando los efectos de diferentes sustancias y enfermedades en el cuerpo humano. Era un anti hipocrático reconocido.

  Pensaba que cualquier tipo de enfermedad podía ser curada. Entre las denominadas enfermedades, para él primaba la homosexualidad, que pensaba erradicar de una vez por todas.  El Ángel de la Muerte se frotaba las manos, mientras pensaba en sus planes y en el que era el sueño de su vida: crearía el ejército perfecto, legiones de muertos vivientes hambrientos y siempre dispuestos a atacar. Lo tenía todo pensado, para ello debía engañar a algunos de los reos bajo la promesa de que dejarían de ser torturados a cambio de vivir encerrados en una habitación para siempre. Aterrorizados, cedieron y entraron en la habitación con una mesa repleta de comida. En medio de su desesperación, sonrieron. Pero las escasas muestras de alegría duraron poco cuando la estancia comenzó a ser gaseada. Sin embargo, este gas era diferente. Lejos de debilitarse, los convictos enloquecieron, se atacaron unos a otros con los ojos inyectados en sangre mientras sus gargantas proferían imposibles alaridos. Al cabo de unos días, Mengele ordenó que varios soldados convenientemente protegidos fuesen a comprobar el resultado de su soñado experimento, y así se hizo. La escena que encontraron fue repugnante y dantesca; los prisioneros se revolvían entre una fétida mezcla de carne, sangre y excrementos, la mezcla resultante tras fagocitar los restos de sus compañeros. Aquellos no eran seres humanos, sino bestias famélicas. Rápidamente, trataron de abalanzarse sobre los soldados y algunos fueron acribillados. Otros fueron reducidos, encadenados y llevados ante Mengele quien, satisfecho con su creación,  sonrió malignamente; estaba logrando su sueño. Continuaría con sus experimentos y lograría finalmente crear el ejército más poderoso del mundo bajo el amparo de aquellos gobiernos que tanto necesitaban de sus avances científicos...


viernes, 10 de enero de 2020

Amaltea y Gritos sucios: una antología muy especial




El pasado 8 de enero, la web Filmtropia dio a conocer los ganadores de los II premios Amaltea, iniciativa de esta web cultural para insuflar bríos y visibilidad a obras de género alumbradas por editoriales independientes. Este fue el resultado:


  • Martín Felipe Castagnet, Premio Amaltea de ciencia ficción como autor de Los cuerpos del verano, libro publicado en España por Sigilo Editorial y por Editorial Pesopluma en Perú.

  • Nieves Guijarro Briones, Premio Amaltea de terror como coordinadora de Gritos sucios, una antología splatterpunk, libro publicado por Ediciones Vernacci.

  • Beatriz García Guirado, premio Amaltea de fantasía como autora de La tierra hueca, libro publicado por Editorial Aristas Martínez.

  • Alberto Chessa, Premio Amaltea Los otros autores, como traductor de El pescador (John Langan), libro publicado por La biblioteca de Carfax.


Estar entre los ganadores es un auténtico honor. Gracias por este maravilloso reconocimiento.

   Gritos sucios ha sido una auténtica aventura de principio a fin. Por eso voy a hablaros, sin dilatarme mucho, de su proceso de creación.

  La idea llegó por dos cauces principales: El primero, un relato que me encantaba pero que no tenía la extensión suficiente para ser publicado como novela, me refiero a Amor de dioses, de Bob Rock, incluido finalmente en la antología. El segundo, que este relato perteneciese al género splatterpunk, lo que me llevó a recordar una antología precisamente de este género que tuvo un importante éxito a nivel europeo: la italiana Juventud Caníbal. Pese a la tentación inicial de proponer una reedición de dicha antología, una charla con el editor Rafael Lindem me convenció de que éste sería un proceso demasiado farragoso, y que la edición de una nueva obra que siguiera la senda de la original (y que incluso fuese más allá en algunos aspectos) podía resultar mucho más interesante. Por supuesto, la inclusión del mencionado relato estaba asegurada, pero era necesario encontrar compañeros de viaje que supiesen adentrarse en este subgénero tan desconocido todavía por muchos. Para este fin decidí organizar una convocatoria que me permitiese seleccionar lo que terminaría convirtiéndose en el resto del volumen. Este cuerpo estaba compuesto por once relatos de diferentes temáticas pero unidos por una misma sensibilidad. La que buscábamos. La que necesitábamos. 

  Después llegaron las revisiones y el proceso de diseño. Fue un camino largo, sujeto a modificaciones de todo tipo para que las piezas acabaran encajando en el mismo puzzle. Gracias, Rafael Lindem, por tu gran labor y tus consejos en este campo. 

  Precisamente fue Rafael quien, conociendo mi apego por la obra del reconocido cineasta Robert Morgan, se puso en contacto con él para que aceptara diseñar la cubierta de la obra. Robert aceptó de buena gana y facilitó mucho todo el proceso. Gracias, Robert Morgan, por portarte tan bien con nosotros y por este pedazo de cubierta.

  La cuestión prólogo/epílogo era otro frente. Fue una verdadera aventura dar con el texto adecuado, que nos llevó a contactar con gente realmente interesante en el mundo del terror tanto literario como cinematográfico. Tras muchos dimes y diretes, fue el escritor y editor Alberto Ávila Salazar el encargado de afrontar el encabezamiento de la obra, demostrando su amplio conocimiento del género.  Gracias por tu ayuda, Alberto. Y gracias también al autor del epílogo, Vicente Garrido Genovés, uno de los criminólogos más prestigiosos de España, que se lanzó sobre el proyecto sin pensarlo.

  Pero todavía necesitábamos una guinda. Soraya Murillo Hernández se encargó de proporcionarla. Sabíamos de su amistad con el desaparecido Jack Ketchum y de las largas conversaciones que había mantenido con él durante sus últimos años de vida. La idea de incluir un pasaje sacado de una de estas conversaciones nos sedujo profundamente. El pasaje procede de la última conversación, y en ella, el malogrado genio de Nueva Jersey nos define lo que es para él el miedo. Gracias por tu generosidad, Soraya.

  Y por supuesto, gracias a las vísceras de la obra: Bob Rock, Francis Novoa, Lou Wild, Juan Díaz Olmedo, Sergi Soler Blanch, Ariel S. Tenorio, Fran Mateu, Jose Ángel conde, Francisco Negrete y Tetsuo Kochi. Gracias por vuestra febril imaginación y vuestro trabajo. 


GRACIAS A TOD@S DE CORAZÓN.



  

viernes, 3 de enero de 2020

Operación Anthropoid, terror y represalia







Un viernes más, nuestro colaborador David López Cabia nos sumerge en la historia más cruda. En esta ocasión, nos trae uno de los más terribles episodios de la Segunda Guerra Mundial, la Operación Anthropoid, que desembocó en la terrible represalia nazi con el pueblo de Lídice. La historia nunca deja de aterrarnos y sorprendernos...



Las ansias expansionistas de Hitler llevaron a centrar su atención en la vecina Checoslovaquia. Ya en marzo de 1938, Alemania se había anexionado Austria y la amenaza nazi pendía sobre los checoslovacos. 

  Con las tropas alemanas haciendo maniobras cerca de la frontera, Checoslovaquia puso en alerta a su ejército. Sin embargo, la política de apaciguamiento de Chamberlein y Daladier tuvo como resultado lo que sería conocido como los acuerdos de Munich. Así, Gran Bretaña y Francia permitían a Alemania la anexión de la región de los Sudetes. Sin embargo, las ansias expansionistas de Hitler no estaban saciadas y en marzo de 1939, ante la falta de respuesta de Francia y Gran Bretaña, las tropas alemanas ocuparon la totalidad de Checoslovaquia. 

  El país centroeuropeo era de gran importancia para el Tercer Reich, pues su industria era fundamental para el esfuerzo bélico alemán. Había una guerra mundial en ciernes que terminaría por estallar el 1 de septiembre de 1939 con la invasión alemana de Polonia. 

   A medida que transcurría el tiempo, la ocupación alemana de Checoslovaquia se hacía más difícil. Los alemanes sufrían actos de sabotaje, la resistencia checa se había convertido en una china en el zapato, la productividad de los trabajadores era insuficiente y la comida escaseaba. Para atajar aquellos problemas, Hitler sustituyó a Konstantin von Neurath como gobernador de Bohemia y Moravia y envió a Checoslovaquia a uno de sus más despiadados hombres, Reynhard Heydrich. Prueba de la crueldad de Heydrich serían sus sobrenombres como: el hombre con el corazón de hierro, la bestia rubia y el carnicero de Praga. 


Reynhard Heydrich


   Así, el 28 de septiembre de 1941, Heydrich tomó posesión de su nuevo cargo en el castillo de Praga. Durante su etapa como Reichsprotektor, Heydrich aplicaría la política de la zanahoria y del palo. En este sentido, aumentó las raciones a la población y ofreció ciertos beneficios sociales a los trabajadores, pero también aumentó la represión, intensificándose la persecución a los judíos. 

  Paralelamente al terror que Heydrich sembraba en Checoslovaquia, se abordó la cuestión judía. Reunido entre otros con Adolf Eichmann, planeó la denominada Solución Final, el exterminio masivo de los judíos. 

   Mientras el temido Reichsprotektor actuaba impunemente, en suelo británico se planeaba el asesinato de Reynhard Heydrich. La misión se bautizó con el nombre de Operación Antropoide. Dos comandos checos saltarían sobre su país. Sus nombres eran Josef Gabcik y Jan Kubis. 

  En la tarde del 28 de diciembre de 1941 despegó un bombardero Halifax desde Inglaterra. A primeras horas del 29 de diciembre, Gabcik y Kubis saltaban del avión y tomaban tierra en Checoslovaquia. Pero los dos comandos checos habían caído fuera de su zona de aterrizaje, por lo que deambularon hasta encontrar refugio en una cantera. Allí, fueron encontrados por un hombre llamado Baumann, que les puso en contacto con la resistencia. 

   Con la ayuda de la resistencia, Gabcik y Kubis llegaron hasta Praga. Una vez infiltrados en la capital, se escondieron en distintos pisos y se pusieron manos a la obra. Con discreción, se encargaron de estudiar las rutinas de Reynhard Heydrich. Ambos hombres descubrieron que Heydrich era muy descuidado en su seguridad, pues viajaba únicamente escoltado por su chófer en un Mercedes descapotable y siempre seguía la misma ruta. Así pues, encontraron una curva muy cerrada en la que el chófer de Heydrich siempre se veía obligado a reducir considerablemente la velocidad. Ese sería el lugar del atentado, situado en el suburbio de Liben. 

   La resistencia checa se percató de las intenciones de Gabcik y Kubis. Sabían las terribles consecuencias que podía acarrear el asesinato de Heydrich. Las represalias alemanas serían implacables, por lo que solicitaron a Londres la cancelación de la operación. Sin embargo, acabar con el sanguinario Heydrich estaba por encima de cualquier consecuencia. Así, Gabcik y Kubis decidieron que el atentado contra el Reichsprotektor se llevaría a cabo el 27 de mayo de 1942. 

   Aquella mañana, Heydrich se retrasaba y Gabcik y Kubis, situados en la curva fijada para el atentado, empezaban a perder la paciencia. Con demora, el Mercedes negro descapotable de Heydrich avanzaba inexorablemente hacia la fatídica curva. 

   Así pues, el tercer hombre que colaboraba en el atentado, Josef Valcik, hizo señas a Gabcik y Kubis para advertirles de la llegada de Heydrich. El momento de la verdad había llegado. Ambos comandos se dirigieron hacia la fatídica curva al tiempo que llegaba un tranvía. 

   Gabcik se situó ante el Mercedes y de su maleta extrajo un subfusil Sten, pero en el momento clave, el arma se atascó. El Mercedes se detuvo y Heydrich y su chofer desenfundaron sus armas para repeler el ataque. Kubis actuó inmediatamente lanzando una granada. El artefacto explotó hiriendo a Heydrich. Ambos comandos pusieron pies en polvorosa para abandonar la zona del atentado. 


Mercedes de Heydrich tras el atentado


   Heydrich fue trasladado al hospital de Bulovka y las tropas de las SS se desplegaron para asegurar el hospital. Solo el personal alemán podía entrar en las instalaciones. Aunque Heydrich estaba vivo, preocupaban sus heridas. El Reichsprotektor tenía una esquirla metálica en la columna vertebral y una herida con crin de caballo procedente de la tapicería del coche alojada en el bazo. 

   Himmler envió desde Alemania a un médico de las Waffen-SS para tratar las heridas de Heydrich. Así, se inició un tratamiento con sulfamidas, pero la infección se había extendido al torrente sanguíneo. Tras una larga agonía, Heydrich terminaría muriendo el 4 de junio de 1942. Finalmente, el cadáver de Reynhard Heydrich fue enviado a Berlín, donde fue enterrado con los máximos honores. 

  Furiosos, los alemanes desataron una oleada de represalias. Comenzaron las detenciones, los interrogatorios, las torturas y las ejecuciones. Los pelotones de fusilamientos disparaban incesantemente contra los condenados y en la prisión de Pankrac, la guillotina hacía rodar cabezas. 

  Mientras tanto, Kubis y Gabcik habían logrado pasar desapercibidos. Los alemanes, desquiciados y furibundos, eran incapaces de dar con los dos comandos checos. Sin embargo, un ultimátum pendía sobre la aterrorizada población civil. El 18 de junio era la fecha límite para la captura de los autores del asesinato de Heydrich. Nadie imaginaba en qué podía consistir la venganza que podían desatar los alemanes. 


Kubis y Gabcik

  Karel Curda, otro comando checo, horrorizado por desenfrenada orgía de violencia nazi que había causado el atentado contra Heydrich, decidió delatar a sus compañeros. El 16 de junio, Curda se presentó el cuartel general de la Gestapo en Praga y desveló la identidad de Gabcik y Kubis. 

    Los nazis no tardarían en hacer hablar a los detenidos y en dar con la red de contactos de Gabcik y Kubis. Poco a poco, esta red se deshizo y las investigaciones llevaron a los alemanes hasta la iglesia de San Cirilo y San Metodio. 

  La noche del 18 de junio, asediados en la iglesia, resistieron bravamente durante horas ante cientos de soldados alemanes, hasta quedar encerrados en la cripta. La batalla en la iglesia concluyó con el trágico suicidio de los comandos checos. 

   Pero las consecuencias del asesinato de Heydrich no se limitan a lo sucedido en la iglesia de San Cirilo y San Metodio. Las represalias se hicieron sentir en forma de atrocidad en la pequeña localidad de Lídice. 

   El 10 de junio de 1942 tuvo lugar la matanza de Lídice. Los alemanes habían llegado allí para hacer pagar al pueblo checo por la muerte de Heydrich. Poco importaba que el pueblo no guardase ninguna relación con el atentado contra Heydrich. En Lídice, todos los hombres fueron fusilados, mientras que las mujeres y los niños fueron enviados a campos de concentración. En cuanto al pueblo, todas sus casas fueron destruidas, siendo literalmente borrado de la faz de la tierra. 

Memorial de la masacre de Lídice





BIBLIOGRAFÍA 

Operaciones secretas de la Segunda Guerra Mundial, Jesús Hernández 

Operaciones especiales de la Segunda Guerra Mundial, Manuel J. Prieto 

La resistencia contra los nazis, Hervé Barre 

Eso no estaba en mi libro del Tercer Reich, Jesús Hernández 

Comandos y raids, Pere Romanillos