domingo, 12 de junio de 2022

Historias de Dämon Schwarze & Ópal Mond Volumen 4

 







¡Nueva entrada semanal! Después de mucho tiempo, por fin, Caosfera recupera el serial terrorífico/erótico que nos llegó de la mano de mi estimado amigo Sergio Vargsson (Conversaciones con un vampiro). Las terroríficas y tórridas historias de Dämon Schwarze y Ópal Mond regresan, y esta vez han llegado para quedarse. Os prometo que las tendréis de forma regular, no habrá más retrasos. Si todavía no conocéis la saga, os dejo un enlace a pie de página para que disfrutéis de los capítulos anteriores. 




Estaba cansada del ruido, luces y olor a ciudad. Necesitaba paz interior o quizás una aventura fuera del alcance de los altos edificios y de las grandes masas.

    Decidí viajar y sin saber cómo ni porqué, acabé en un antiguo balneario. Allí, envuelta de un denso bosque sólo se respiraban días de profundo sol y noches de maravillosa oscuridad excepto cuando brillaba la Luna llena.

    No quise cargar con mucho equipaje, pero lo que sí era fundamental para mi comodidad era llevar aquella joya arcana de plata labrada con una especie de trenzas de cabello humano en sus cierres, en los que colgaban unas extrañas figuritas con la forma de una especie de deidad exótica parecida a un lagarto bípedo, con alas de murciélago y la cara llena de tentáculos. En los ojos, habían incrustadas sendas amatistas de venenoso color violeta que, destacaban sobre el frío brillo del lunar metal. De hecho, jamás dejó de adornar mi cuerpo desde que nada más heredarla, generación tras generación, la había adosado en mi piel.

    Una de aquellas oscuras noches en las que solía salir a pasear por los alrededores, noté que alguien más caminaba tras de mí. Una fría mano recorrió mi espalda.

    ―Buenas noches

  Noté cómo mientras acariciaba mi pelirrojo cabello comenzaban a endurecerse mis pezones

   ―Como te prometí, siempre estaré cerca de ti y deseándote como tu deseas poseer mi cuerpo.

    Me giré lentamente hacia él

  ―Quiero que sea aquí y ahora, no puedo esperar ni lo deseo.

    Y mirando sus ojos de indescriptible color, leí su mente

    Me estaba amando como jamás nadie lo había hecho; cargándome de pasión y desenfreno hasta tal punto que parecía ser una pura perversión.

    Con su dedo pulgar, acarició mis labios y tras humedecerlo en mi boca pasó a través de mí y se desvaneció de nuevo dejando mi cuerpo completamente húmedo.

    Regresé al balneario jadeando y sin dejar de pensar en lo sucedido. A lo lejos, en la entrada, divisé a un corpulento hombre vestido con uniforme. A medida en que me iba aproximando a la entrada del balneario percibía como el apuesto guardia vigilaba mis pasos minuciosamente.

    ―Buenas noches señorita. ¿Está usted alojada en este recinto?

    Me preguntó con voz grave. Y con la más encantadora inocencia le respondí.

    ―Sí, pero, me gustaría recibir un trato algo más cordial ya que, tras este pequeño y casual encuentro supongo y... espero que nos volvamos a ver de nuevo.

    A lo que él respondió por mi pequeño atrevimiento

   ―Gracias. Porque, jamás desearía no mirar de nuevo esos ojos verdes tan profundos, que hieren el alma.

    Tras cederme el paso caballerosamente, y consciente de mis apreciables atributos, contoneé mis caderas sensualmente y una vez dentro le regalé una última mirada mientras regresaba a mi alcoba.

    Dos días después, coincidí, casualmente, en una de las múltiples saunas nocturnas, con aquel apuesto guardia jurado. Entablamos una calurosa conversación entre la alta temperatura, el sudor de nuestros cuerpos y la densa niebla de vapor que nos envolvía.

    Tras un largo rato de acalorada conversación, decidí ir a por algo que nos refrescase un poco. Así que, salí de la sauna en busca de un poco de agua fresca. Regresaba ya, con el agua, cuando una maliciosa sonrisa se dibujó en mis labios al recordar cómo, minutos antes, en la sauna me había dejado conquistar sutilmente. De repente algo me llamó desde el cielo. Era ella... la poderosa e irresistible Luna llena, que con su brillo ilumino mis ojos despertando así mis más ocultos instintos.

    El metal de mí adorada joya, ardía en mi pecho y aquellas figuras parecían poseer vida en sus ojos. A mí alrededor vibraba pura energía y sin pensarlo más continué mi regreso hacia la sauna.

    A pesar de que no era la primera vez que recorría el mismo camino, éste, sí parecía serlo ya que, a cada uno de mis pasos se envolvía de una magia tenebrosa y excitante.

    Abrí la puerta de la sauna y tras una ola de vapor sólo se encontraba mi interesante guardia jurado totalmente bañado en sudor. Le miré a los ojos y mientras lentamente me aproximaba a él me fui despojando de la única prenda que cubría mi cuerpo. Sin más, tras dejar caer la toalla al suelo alcé la mano y le dije

    ―Tienes sed.

   Él se incorporó lentamente. Parecía haber perdido su mirada en mis ojos como si estuviese bajo los efectos de un hechizo.

    ―Sí.

    Respondió seguro de sí mismo y yo, derramé el agua por mi cuerpo mientras sus ojos contemplaban como las gotas se iban evaporando lentamente sobre mi piel. Me tomó entre sus brazos y comenzó a lamer los restos de agua que quedaban sobre mi piel. La temperatura continuaba subiendo. Sentada sobre él, cara frente a cara, comencé a poseerle y entonces fue cuando todo comenzó de veras...

    Mis uñas desgarraron su espalda mientras sus gritos se quedaban atrapados en mis besos y sus ojos continuaban hechizados mientras sus manos oprimían con fuerza mis senos. Nos revolcamos por el suelo como si de dos fieras se tratase y cuando parecíamos llegar al clímax del placer, mordí su cuello y dejé que su sangre impregnase mi cuerpo.

    Finalmente se desvaneció. Aún poseía vida cuando le arranqué las cuerdas vocales y él, horrorizado, abrió los ojos.

    ―No mereces morir. Mírame a los ojos por última vez, para no olvidarlos jamás ya que serán los únicos que hieran, con su profunda mirada, tu alma.

    Acaricié con ternura su cabello y tras besar sus ojos quedó ciego. Además de su mirada, mi beso, se llevó su alma.

    Sin poder mediar palabra, ciego y sin alma, dejé aquel apuesto guardia en la sauna. Mientras lamía mi cuerpo impregnado con la sangre de aquel ser, pensé en lo bonito que sería el hecho de que jamás, él, me olvidaría. En fin, lo que sí tenía claro es que sus ojos también se hallaban perdidos, pero en esta ocasión... perdidos eternamente en la oscuridad.


    Saludos a mis adoradas criaturas de la noche y en especial a ti Dämon Schwarze, el señor de mi cuerpo, mente y alma.

    Cuidad de no perderos y si por casualidad os ocurre, que no sea en los ojos de una inocente mujer de mirada profunda...



Ópal Mond



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