Portada de la edición, hoy descatalogada, de Martinez Roca. |
En Caosfera también nos gustan los libros, y esta semana, Vincent Hammet, amo y señor en Splatterpunk nos recomienda todo un clásico del género, nada más y nada menos que Richard Laymond, autor nominado dos veces al premio Stoker. Su novela Flesh fue elegida en 1988 mejor novela de terror en Science Fiction Chronicle. Lean y mánchense.
«Las ropas del cuerpo tendido estaban hechas jirones, dejándole desnudo excepto su trasero. La piel de su espalda estaba profundamente marcada. Su cabeza, separada del tronco, yacía a unos quince centímetros de su cuello reducido a una pulpa sanguinolenta, mirando hacia arriba, los ojos abiertos, la boca retorcida en un espantoso rictus».
Esta novela no solo era la ópera prima de Richard Laymon, también fue el primer referente de muchos de los que llevamos ya algunos años en la escritura creativa. Para mí y para otros tantos fue una guía básica muy importante: de ella salieron muchos escritores, guionistas y aficionados del subgénero splatterpunk. La novela cuenta con numerosos elementos que la hacen especial y que le otorgan un sentido de lo macabro y lo sombrío al más puro estilo de las películas de Serie B. No hay duda, por lo menos para mí, de que Laymon era un apasionado del cine de terror italiano de los años setenta y ochenta, especialmente del de Darío Argento y Lucio Fulci, de donde tomaba elementos para sus excesos literarios.
La historia da comienzo en la Casa de la Bestia (que en realidad es una especie de museo de cera), donde un padre arrastra a su hijo porque éste le tiene miedo al monstruo que supuestamente habita en el desván. Todos sabemos, y no es ningún spoiler, que esto solo puede acabar de una forma: gritos, sangre y muerte, con Laymon poniendo las cartas sobre la mesa desde el inicio del libro para que sepamos a qué atenernos. Es entonces cuando nos presenta a los personajes principales: una madre de Santa Mónica y su hija adolescente, que huyen del marido que acaba de salir de la cárcel condenado por violación y pederastia. También es de recibo que madre e hija acaben en el pueblo que alberga la casa de cera, con todas las consecuencias nefastas que esto implica: más gritos, más sangre y más muerte. Sin embargo, no enfrentarán solas la situación. Un renegado del pueblo que sobrevivió de niño al ataque de la bestia y un asesino a sueldo, se cruzaran con ellas y unirán sus fuerzas formando un singular equipo. Sobra decir, que el marido pedófilo no cejará hasta encontrar a su mujer y a su hija, dejando por el camino un reguero de cadáveres. Y el final… el final no voy a contarlo, hay que leerlo y sentir cómo se te eriza el vello de la nuca. A veces, las imprudencias en la Casa de la Bestia y los secretos que encierra se pagan caros, se pagan de por vida.
La novela, como es costumbre en muchas obras de Laymon, tiene un estilo que puede parecer escueto y, por esta misma razón, “amateur”. Esta es una característica común en la literatura de Richard Laymon, pero algo perdonable para alguien como él. Porque bien es cierto que la historia en otras manos habría tenido una calidad literaria superior, aunque habríamos perdido actos sexuales y sangrientos básicos en cualquier splatterpunk que se precie. No obstante, ¿habría sido tan buena novela igualmente? Porque El sótano posee un sentido del gore difícil de conseguir. Durante toda la historia transcurren escenas violentas, y hay algunos detalles y situaciones que dan muy mal rollo. Además, para satisfacer las mentes más enfermas, el escritor incluyó varias violaciones hacia una niña de nueve años, perpetrados por el marido psicópata que he nombrado más arriba.
Antes de nada, seamos sinceros con nosotros mismos, ¿de verdad era necesario mostrar escenas pedófilas? Esta es la pregunta que todos los que, por decirlo de alguna manera, consumimos splatterpunk de forma habitual, deberíamos de responder con total sinceridad.
No necesito ver la respuesta de todos los que estáis leyendo esto para decir que más del 82% de los lectores que adquieren novelas de terror, y cuya trayectoria literaria ha sido únicamente valorada por la crítica especializada, dirían un «no» rotundo y con mayúsculas. Y tendríais razón, no me cabe duda. Sin embargo, después de haber leído la novela una cantidad infinita de veces, comprendo por qué Laymon hizo lo que hizo.
Me explico: todos sabemos que un depredador sexual tiene un único camino, que puede recorrer antes o después, pero que acabará recorriendo. Si de verdad queremos leer un libro splatterpunk, todas las atrocidades sexuales que cometa este psicópata, ya sean con la niña, con la madre o con la vecina del quinto, estarán fielmente reflejadas en cada una de las páginas. Si por lo contrario preferimos leer un libro de terror, el escritor correrá un tupido velo sobre este tipo de escenas, de forma que se centrará más en el miedo y menos en las truculencias. La cuestión aquí sería si es ético o no, etc…, y entonces se convertiría en un debate.
En definitiva, esta novela no es un plato para todos los estómagos; tiene muchos elementos propios del concepto de horror (luna llena, casa victoriana, la bestia, etc…), personajes desconfiados y ambiguos, amistades rápidas y amores aún más rápidos. Una historia truculenta y llena de sangre, bastantes dosis de sexo y un ritmo adecuado que nos permite seguir la historia con facilidad. Cierto es que a veces no hay un claro nivel literario, pero los demás valores artísticos lo compensan convirtiendo El sótano en una novela imprescindible del subgénero splatterpunk clásico y una obra fundamental para fans de Richard Laymon.
Nota: Esta novela, que se puede leer de forma independiente, es la primera entrega de la cuatrilogía Beast House Chronicles, cuyas restantes entregas nunca se han traducido al castellano.
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