Pintura de Félix Labisse (1905-1982) |
En Las Hurdes, junto al río Malvellido, hay una casa abandonada. Sus muros son de adobe, su techo de pizarra remendada con carrizo. Los vecinos la evitan creyéndola bajo el poder de un temible hechizo, pues allí habita la sombra de una fábula por todos recordada, la de Francisca, mujer humilde que se creyó en poder del enemigo. A las preguntas del cura, ella siempre respondía: «Vive arriba, en el techo». Al qué pasó: «Baja por las noches, repta sobre mi vientre y bebe de mis pechos». Al qué: «Una serpiente negra con ojos de sapo, como le digo». Sus pechos, en efecto, habían sido consumidos por un apetito impuro, e incapaz de alimentar a su hijo por más tiempo pidió ayuda para combatir la cosa en la viga. Su llamamiento no fue desoído; en poco tiempo recibió auxilio del cura y un vecino. El cura exorcizó los muros de la casa con cruz, romero y un santo conjuro. El vecino, en tanto, franqueó el umbral y arrancó del techo la negra ortiga. Pronto, la leche robada corrió por el suelo, una vez fue partido en dos el reptil impío.
Rafael Lindem
Rafael Lindem
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