Estaba caminando por la calle cuando vi cómo caía un pequeño meteorito y se estrellaba contra el suelo. Al acercarme, el objeto asumió la forma de mi chocolate favorito, como si antes me hubiese leído el pensamiento. Tenía mucha hambre, por lo que no logré contener el impulso y me lo zampé de un bocado. ¡Qué chocolate tan rico! Pero entonces, lo DIABÓLICO hizo acto de presencia: perdí el control de mi cuerpo y empezó a dar sacudidas como si me hubiese vuelto loco; allá por donde iba, las chicas se volvían demoniacas y los hombres caían al suelo destrozados en mil añicos, y sus trozos se transformaban luego en pequeños zombis que devoraban todo tipo de insectos. ¿Qué podía hacer? Comprendí que el chocolate interestelar tenía las trazas de una reina seductora que encontraba su alimento en el alma humana, especialmente en la de hombres calentorros que no podían controlar su apetito. Todo cuanto podía hacer era…
Fdo: Samir Karimo, escritor y traductor. Podéis leer a Samir en los siguientes enlaces:
Un final abierto a la interpretación de los lectores más libidinosos.
ResponderEliminarpodéis creer que hay un final más libidinoso jejejejejeje
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